No dejaba de observar a aquel desconocido que se había presentado en el lugar. Viste un traje negro impecable, zapatos negros y elegantes, y su cabellera oscura peinado hacia atrás correctamente. Sus ojos verdes opacos no dejaban de mirarme y su expresión seria no cambia aun cuando por segunda vez le vuelvo a preguntar sobre mi supuesta candidatura al liderazgo.
—El anterior Líder (Sebastián), dejo bien en claro sus candidatos antes de redimir al cargo. Nombró en primer lugar a su hijo Cristóbal, luego a su... nieto Víctor y finalmente a usted...
Tragué saliva y me mostré incomoda al oírlo nuevamente. Así que Sebastián ha dejado su cargo ¿Pero porque razones? Acaso al elegir a Cristóbal y Víctor es su forma de pedir su perdón, aun cuando a un hombre como él esas cosas supuestamente no le afectan. Apreté los dientes quejándome de dolor mientras Sofia curaba mis heridas y permanecía en silencio atenta a lo que aquel desconocido decía.
Aun esta todo en desorden, los muebles volcados, libros desparramados, vasos rotos, etc.; imagino que todo esto es culpa de Marcos, pero ya tendré tiempo para conversar con Sofia y saber todo lo que ha pasado en mi ausencia. La chimenea desprende un calor que aleja el frío de aquella madrugada, pero permanecimos a oscuras con las cortinas cerradas ya que de los vampiros presentes soy la única que resiste el Sol, aunque al parecer hoy será un día nublado y gris. Mi mano dislocada ha sido devuelta a su posición por aquel desconocido sin poder evitar el chillido de dolor que salió de mi boca, pero si no la volvía a su posición corría el riesgo que al sanar mis heridas el hueso quedara mal ubicado y esto me obligaría a tener que sacarlo de su lugar para colocarlo en su forma correcta.
No puedo moverme mucho por el dolor que siento en mis rotas costillas por lo que permanezco sentada sobre un sofá. Espero que mi cuerpo no se demoré demasiado en recuperarse, me inquieta encontrarme en este estado convaleciente.
—No lo entiendo, y aun si es así, yo no soy la persona más apta para tomar esa posición —indiqué desviando mi mirada, sus ojos verdes me incomodaban.
—Lo sabemos —respondió con sinceridad, lo observé extrañada ¿Si sabe esto entonces que hace aquí? —, pero el otro candidato es Fergus Brancepth, el hijo de Sebastián que viene después de Cristóbal.
—Sería lo más natural que él se hiciera cargo de ese puesto —murmuré notando su tenso rostro ante mi frase.
—Actualmente se han evitado las guerras entre los humanos y los vampiros, nuestro número es menor y aquello sería ir a una masacre donde podríamos terminar de peor manera. Eso es claro para dos líderes de los tres clanes. Pero uno de esos clanes, desea iniciar la guerra, detesta a los humanos y eso la enceguece de tal manera que pone su odio encima de lo que es mejor para nosotros. Imagino que sabes de quien hablo, Ellen del Clan Nigrum lupum desea la guerra; y tanto Sebastián, de Vis Erinys, y Alejandro de Tenebrae Rapax se niegan. Fergus comparte la idea de ir contra los humanos, y es seguro que si Sebastián te nombro en su lista de probables candidatos es porque tú al haber sido una humana, no deseas la guerra. Mientras dos de los tres clanes principales este en contra de la guerra seguiremos viviendo en paz.
Guardé silencio, insegura de lo que acabo de escuchar, claro que no quiero una guerra, por mis padres, por todas aquellas personas que he conocido y también por los vampiros que estimo, pero yo no me siento capaz para cumplir con una tarea de esa magnitud.
—No tema —señaló con seriedad—. Aun cuando muchos no le darán su apoyo por ser una convertida, otros se lo darán por su sangre descendiente y porque saben que se opondrá a esa absurda idea de ir a la guerra.
—Perdóname, pero no creo que yo... —titubeé, es demasiado peso sobre mí y no me siento ni fuerte ni segura para aceptar un cargo de esa magnitud. El líder de un clan supuestamente debe ser un vampiro poderoso lo cual está lejos a lo que soy.
—Esos vampiros cuentan con su ayuda, hágalo por ellos y por los humanos —sus ojos verdes se detuvieron en mi rostro vacilante.
Si hubiera podido levantarme del sofá y caminar para despejar mis ideas lo hubiera hecho, pero no puedo por lo que solo me moví inquieta aun ante la severa mirada de Sofia que no la dejaba terminar de limpiar mis heridas. Quiero que entienda mi negativa y se retire, pero temo las nefastas consecuencias de que aquel tal Fergus llegue al liderazgo y cumpla con el mal presagio que el hombre que tengo en frente mío acaba de asegurar.
—Yo estaré a su lado para protegerla, ya que es seguro que los seguidores de Fergus intentaran hacerla desaparecer. He sido enviado por Rafael, el hermano del señor Sebastián, y mi tarea es permanecer con usted hasta cuando ya no me necesite —se inclinó para que su mirada estuviera a la altura de la mía. Y sus fijos ojos verdosos se detuvieron en mi confundido rostro.
—¿Eres un sirviente? —le pregunté con timidez al recordarme a Alex.
—No —sonrió por primera vez—. Soy el primo de su marido, Rafael es mi padre, mi nombre es Fernando.
Lo quede mirando sorprendida, es tan educado y amable que he cometido ese error. Me siento torpe por ello, aunque encontrar un vampiro que se comporte de esta manera es muy raro, o bien yo he tenido la mala suerte de encontrarme con la mayoría de los vampiros caprichosos y asesinos. Aunque su amabilidad tampoco me asegura que aquel hombre no es otro vampiro más, asesino y cruel, que se esconde bajo la apariencia de un educado joven.
Se levantó dejando destacar su enorme estatura, arregló su ropa hasta verse impecable y con su mirada seria y expresión serena, agregó fijando su atención en mí.
—Bien, será mejor que vaya a descansar.