Cruzada de sangre - Linajes #2

Capítulo 29

Dude en ir o no, pero de todas formas me intriga la actitud de aquel individuo. Avancé con cautela por el pasillo hasta sentir una extraña presencia, me giré alrededor de mi sin ver nada. Pero estoy segura de que lo que siento no es normal. Es como si frente mío, este pasillo estuviera impregnado de dolor. No es primera vez que me mueve en este lugar, pero esta vez se siente una podredumbre que me obliga a detenerme y cubrirme la nariz ¿Qué significa esto? Sin embargo, antes de que pudiera pensarlo el príncipe apareció de improviso, haciendo saltar hacia atrás sin pensarlo. Bufó al ver mi actitud y sin decirme palabras me indicó que lo siguiera.

 

—¿A dónde vamos? —le pregunté sin ánimos de seguirlo a fe ciega.

 

Me contempló por unos momentos, pero luego me indicó hacia el bosque. Arrugué el ceño, debido a mi escasa visión nocturna lo que menos quiero es adentrarme al boscaje, así como así.

 

—No temas, estamos rodeados de vampiros ¿Qué podría pasarnos? —y aunque noto ironía en sus palabras, tiene razón, en cierta forma.

 

No sé si Volker permita que sus pacientes salgan al bosque que rodea la casona, pero al no ver guardias alrededor vigilando que eso no pase, supongo que no está prohibido. El príncipe avanza con tranquilidad mientras lo sigo con cautela esperando lo peor, tantos tropiezos en mis inicios como vampiresa me ha enseñado a no confiar en ciegas en nadie. Por otro lado, agradezco que la luna llena ilumine el lugar facilitando que pueda avanzar sin tropiezos y de esa forma evitar que aquel vampiro se dé cuenta de esta debilidad. No dice palabra alguna y solo se escuchan los grillos que cantan en los alrededores ¿Qué estará planeando? Pienso mientras observo de reojo cada uno de sus pasos.

 

—Eres muy lenta —se quejó tomándome de la muñeca ante mi sorpresa—. Debemos apresurarnos.

 

Y empezó a avanzar con más rapidez, solo me giró para ver a la casona que a esta distancia casi no se ve. Llegamos a un lugar del bosque donde no hay demasiados árboles y la luna puede ver en su totalidad.

 

—Justo a tiempo —sonrió mirando el suelo.

En ese instante varias flores blancas comenzaron a abrirse en dirección a la Luna, nunca había visto a las flores abrir sus pétalos con esa rapidez, y no puedo ocultar lo maravillada que estoy al verlas, porque parecen brillar como un reflejo de la Luna.

 

—Se llaman lágrimas de luna —habló el príncipe mirándome con una sonrisa.

 

Es extraño ver esa expresión con él, que siempre suele ser muy serio y amargado. Lo contempló con atención sin que parece molestarle. Luego se sienta en el pasto mirando hacia el cielo oscuro.

 

—Cuenta la leyenda que donde hay estas flores significa que un demonio lloró —señaló con sus ojos fijos en la Luna—. Los demonios pocas veces lloran, y cuando lo hacen es porque realmente sufren. Pero es en este lugar donde se cuenta en los alrededores que un demonio maldijo el corazón de un ser amado por bien de la humanidad. Sacrificó a quien amaba aun contra su voluntad.

 

Entrecerró los ojos, pensativo mientras me inclinaba a su lado sentándome sobre el húmedo pasto.

 

—Un joven cazador, un demonio inexperto y un niño vampiro quisieron detener la sombra de Madeho, pero no eran tan fuerte como para poder oponerse a ella —me giré sorprendida al escucharlo nombrar a Madeho, pero también a un niño vampiro junto a un cazador—. Cuando estaban perdiendo la batalla solo les quedó una opción, engañarla. La bruja debilitaba estaba desesperada por engullir el corazón del cazador, ya que él era uno de los poseedores de las armas de Cadeum, y solo con los corazones de esos guerreros ella puede recuperar su poder. Y es aquí donde este le pidió el demonio que maldijera su corazón, con ello el veneno atacaría a la bruja petrificándola. Obviamente el demonio se negó desesperada ¿Cómo podría maldecirlo si era la persona que él amaba? Nunca había tenido la oportunidad de declarar sus sentimientos, y ahora que la batalla esta casi perdida el cazador pensaba sacrificarse por la humanidad, por aquellos mismos que lo han despreciado desde su existencia.

 

Guardó silencio con expresión dolida mientras bajaba la cabeza.

 

—¿Entonces él? —pregunté sin terminar.

 

—No tuvo más opción que hacerlo, maldecir su corazón, y luego, aunque intentó pelear contra la bruja terminó tan mal herido que no pudo moverse mientras veía como aquella mataba al cazador arrancándole el corazón mientras aún seguía vivo, y engulléndoselo de una forma repugnante propio de una criatura infame como esa.  Hasta que Madeho se dio cuenta de la trampa, sus piernas comenzaron a congelarse debido al veneno, quiso huir, pero fue en vano, los cazadores llegaron justo cuando la bruja quedó paralizada con la mitad del corazón a sus pies, el cual a diferencia de ella se convirtió en piedra —alzó su mirada—. Y, aun así, aun a pesar de sacrificar a quien más amaba, de sentir su alma destrozada por el dolor, fue despreciado por vampiros, humanos y demonios, culpado de haber traicionado al cazador. Por las noches venía a este lugar a llorar, lamentándose de su desgracia, de su dolor, enloqueciendo por la culpa y más con todos señalándolo como un bastardo traidor. Dicen que en este mismo lugar terminó quitándose la vida ¿Crees que un demonio al morir va al infierno? ¿O se queda deambulando como alma en pena por estos lugares?

 

—No digas ese tipo de cosas —musité palideciendo el solo imaginarme que en medio de esa oscuridad que no veo, bajo el frondoso follaje de los árboles, se esconde el alma dolida de un demonio.

 

Pero su risa me sobresalto, y me volteé confundida sin entender por qué se reía.

 

—Eres un vampiro, es como loco que te asusten los fantasmas —señaló con ironía.

 

Arrugué el ceño ofendida poniéndome de pie y sacudiendo mi ropa con intenciones de volver a la casona, antes de que notaran nuestra ausencia.




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