—¿Recuerdas la historia del demonio que tuvo que envenenar el corazón de su amado para así engañar a maligno ser? —habló de repente sin mirarme avanzando con cuidado por los largos y enredados pasillos de Castell Black—. Fue en este mismo lugar en que el joven líder de los cazadores, acompañado de un niño vampiro y un demonio intentaron detenerla. No era la bruja en sí, era una sombra de lo que había quedado de ella luego de la guerra contra las tres razas que poblaban el planeta. Pero aun así era poderosa…
Un suave silbido detuvo sus palabras y sus piernas y se giró hacia la derecha, no sin antes revisar una y otra vez hacia cada lado del pasillo. Me indicó que avanzáramos por ese lugar con rapidez ya que dos trabajadores de Volker han pasado cerca. Lo seguí sin dejar de recordar esa su historia. Es claro que se refiere a Madeho.
—El cazador dio su vida por detenerla —continuó su relato—. Su sacrificio, su corazón maldecido por un demonio, envenenado por uno de los ataques letales que un demonio solo puede pronunciar una vez. Y la bruja se devoró ese corazón maldecido sin saberlo, causando que lo que quedaba de su alma, su sombra, fuera casi consumida por el corazón envenenado. Aquel que quedó solidificado atrapando por años su poder en su interior.
—¿Por qué me estas contado esa historia otra vez? —le pregunté intrigada.
Pero no me respondió, siguiendo avanzando hasta que llegamos a las mazmorras, las celdas cubiertas de moho son evidencia que este lugar no ha sido usado por años, tanto tiempo y han mantenido este lugar así, que contrasta con los pisos superiores, se escucha agua caer a lo lejos y algunas ratas huyen despavoridas al vernos mientras la luz del candelabro que lleva Philippe ilumina cada rincón. Bajamos por una escalera de piedra y llegamos a una puerta en donde sacó dos extrañas llaves manchadas e impregnadas de olor a sangre. Alcé mi mirada desconcertada hacia él, pero solo me sonrió con suavidad sin decir nada. La puerta se abrió y la oscuridad me cegó.
—Encerraron su cuerpo en una fría cueva de hielo pensando que así iban a detenerla. Y el corazón petrificado con su alma en el interior fue entregado a los vampiros para que se encargaran de esconderlo —se detuvo y giró dirigiendo su mirada a mi mientras sonrió de una forma perturbada que me hizo detener mis pasos con brusquedad—. Te presento el corazón de cazador.
—¿Por qué me has traído a este lugar? —preguntó confundida.
Abrí los ojos sin creerlo más cuando ignoró mi pregunta sin dejar de sonreír, con la luz del candelabro que sostiene en sus manos veo en el fondo a un corazón de piedra que parece estar atrapado por las piedras que lo rodean. Sin embargo, el agua goteando del techo se escucha con más fuerzas, y el olor a sangre nauseabunda me obliga a cubrirme la nariz mientras enciendo la linterna de mi celular, alzándola hacia arriba antes de caer al suelo sentada viendo colgar lo que parecen restos de cuerpos desmembrados. Por los trozos de sus ropas me doy cuenta de que son trabajadores del lugar, y aun dentro de este estupor bajé mi mirada hacia Philippe ya imaginando lo que ha pasado, pero él aprovechándose de mi debilidad visual se ha escondido entre las sombras y antes de ponerme de pie sentí sus manos tomarme de la nuca.
—¡Es una trampa! —exclamé sin creerlo, Philippe me ha traído a este lugar con engaños, sin que pueda entender sus razones. Apreté los dientes sintiendo la tensión de esa mirada enloquecida de sus ojos.
—Ella nos prometió venganza, destruir a quienes acabaron con nuestras vidas —me susurró provocándome escalofríos al darme cuenta en la posición en que me encuentro—. ¿Te han dicho que toda mi vida he vivido encerrado en este lugar? Pero he logrado huir más de una vez, la última casi estuve a punto de morir. Me perdí en el bosque intentando huir, tenía esperanzas de volver a mi vida como humano. Pero sin alimentos, caminando noche tras noche, me ganó el cansancio, y resbalé cuando cruzaba un tronco sobre un fuerte rio. Caí por unas cascadas y mi cabeza se golpeó tan fuerte que perdí la conciencia. No vine a despertar hasta que el sol asomado casi me quema vivo, me arrastré desesperado a una cueva con las pocas energías que me quedaba. Resignándome a morir —sentí sus manos temblar al llegar a esta parte—. Madeho me habló, me animó a vivir, no podía dejar que ellos ganaran, debía volver y vengarme de todos, además fue la única que me dio esperanzas de que volvería a ver a mi familia.
—Te mintió —señalé arrugando el ceño—. No hay forma que…
—¿Aun dudas de su poder? ¿No quieres volver a ser humana? —me interrumpió con frialdad.
Escuchar eso me confundió, estupefacta solo sentí como mi cabeza se inundaba de recuerdos de mis padres, de mi hermano, de mi vida como persona normal, de mis estudios, mis tardes de almuerzos con mi familia, y todo aquello que añoro de mi vida de antes. Sin embargo, esta Víctor, Cristóbal, Rosa, Alejandro y muchos otros que no podría abandonar. No puedo.
—Tú y yo podríamos crear nuestra propia familia ¿Qué te parece? —me susurró al oído.
No puedo creer lo que dice, menos lo que ha hecho ¿En dónde está aquel que se reía y que incluso me animó a seguir siendo yo misma? Quisiera no creerlo, quisiera pensar que esto no es la realidad. Pero sé que me equivocó. Avanzó hacia mí mientras retrocedo para mantener la distancia, gira en frente quedando yo entre él y el corazón petrificado adosado en la pared.
—Entiendo —musitó desilusionado—. Es una lástima, hubieras sido una gran aliada.
¿Aliada? ¿De Madeho? La mujer que ató mi alma a un arma y por la cual no puedo descansar en paz, arrastrada a cada batalla contra ella, sin que esto acabe, ¿Cuándo se cansara de causar dolor? ¡¿Cuándo?! Jamás podría ser su aliada de esa bruja, aquella que se basó en la ambición de quienes deseaban poder sacrificando a sus seres amado, aquella que uso el abandono de aquel niño que se transformó en un hechicero y el cual Emilia, mi vida anterior, se vio obligada a matar, que quiso destruir a los seres de este mundo para poder controlarlo a su gusto ¡Nunca podría estar de su parte!