Una enorme mesa es todo lo que hay dentro de aquella extensa sala, de tejado alto y seguridad reforzada en cada rincón. La leve luz tenue solo ilumina el centro de la sala, la oscuridad se pierde en los rincones ocultando tal vez secretos que de todas formas no escapan a los ojos de los vampiros presentes. Al costado unas puertas de acero cerradas y en frente una extensa galería. Sobre nuestras cabezas un monitor que permanece apagado.
Con actitud altanera y desafiante, un joven oficial, alto y muy delgado, dejo caer los informes frente a nuestros ojos. Una mueca se dibujó en su rostro ante el silencio de los espectadores y bufó sin emitir palabras. Le desagradábamos, al nivel de que su odio se refleja en su rostro. Levantó la mirada esperando ver nuestras reacciones mientras tomábamos los informes. Testimonios y fotos, hablan de cuerpos sin signos de violencia, de peritajes en que concluyen que la sangre de aquellos humanos había sido succionada hasta causarles la muerte, sin embargo, las imágenes de humanos con sus interiores saliendo de la boca me hacen sentir mal y por unos instantes cierro los ojos, aquellas imágenes me producen una extraña sensación que no puedo explicar. Ellen, la líder del Clan Nigrum lupum, bufó y luego sonrió con ironía lanzando el informe a un lado de su asiento. Sacó un cigarrillo y lo encendió indiferente si al resto le molestara el humo, con un grueso antifaz de cuero su mirada se enciende con unas ansias de matar que no oculta. Odia que los humanos vean su rostro por ello siempre en su presencia utiliza este tipo de antifaz.
—¿Y qué quieres que hagamos con esto, humano? —preguntó la mujer amenazante echándose hacia atrás en su asiento.
—¡Que se hagan responsable de esas muertes! —respondió el oficial golpeando la mesa con ambas manos y a pesar de su atrevimiento es claro que se siente intimidado por la mirada de la vampiresa.
Alejandro, líder de clan Tenebrae Rapax, carraspeó dejando el documento con tranquilidad encima de la enorme mesa que compartíamos. Luego observó al oficial con una tranquilidad que de alguna forma lo descolocó. Sus ojos oscuros y amenazantes se contradicen con la calma que expresa el resto de su rostro.
—Desconocíamos la situación, pondremos al tanto al consejo y a los guardianes de cada clan, también daremos el aviso a los clanes inferiores —cruzó los brazos—. Por lo que alzar la voz no es necesario.
Arrugó el ceño al decir estas últimas palabras. Ambos, tanto Ellen con su ajustado vestido rojo, con pechera negra y botas altas, junto a su antifaz, y Alejandro que lleva su cabello largo y negro suelto, usando un traje azul y una larga gabardina negra, resultan intimidantes, hasta para mí misma que soy uno de ellos. Por mi parte solo mantengo silencio, con el cabello atado y un vestido negro con botines del mismo tono, solo contemplo la escena notando el tenso ambiente que se levanta en el lugar.
—Creo que tienen razón, oficial Jerez, baje su tono —habló un hombre de mayor edad, su superior, que hasta ahora había guardado silencio. Un hombre canoso y más bajo de estatura con un mentón grueso y amplio que le daba el aspecto de detective de las películas de los años 60.
—Sucios vampiros asquerosos —murmuró el oficial más joven cruzando los brazos y dándonos la espalda a los tres vampiros presentes.
Al escuchar sus palabras levanté la mirada sorprendida por su insolencia, más él fijo sus ojos en los míos tal y como si compitiera conmigo. Tensé mi rostro ante su actitud, acusarnos sin pruebas de estos crímenes atroces solo por ser lo que somos.
—Nos miran tal y como si fuéramos sus presas, tus ojos escarlatas no me amedrentan —masculló apretando los dientes.
—¡Basta, Jerez! —exclamó el otro policía perdiendo la paciencia.
Pero apenas terminó sus palabras el oficial fue lanzado por una fuerza invisible contra la pared más cercana y se llevó las manos al cuello como si algo lo estuviera aprisionándolo, desesperado empezó a patalear al no poder respirar.
—¡Catalina! —me reprendió Alejandro en el acto a la vez que yo negaba con la cabeza alzando los hombros dando cuenta que aquel ataque no fue causado por mí, mis habilidades en ese sentido aún están en desarrollo. Si hubiera sido yo, lo hubiera empujado, pero no con la intención de ahorcarlo de esa manera.
Volteó fijándose en Ellen quien con los ojos en color escarlata se acerca al hombre que intenta respirar. Sonríe con maldad mientras avanza con una calma que parece desesperar más al oficial.
—Ellen, suéltalo —habló Alejando arrugando el ceño.
—Este estúpido nos ha ofendido y nos trata como si fuéramos sus animales ¡No respeta nuestro lugar! ¡Somos los líderes de los clanes! No está tratando con simples vampiros —apretó los dientes con rabia.
—¡Suéltalo! —levantó la voz en un tono molesto y desconocido para quienes estábamos acostumbrado a su forma tranquila de actuar.
La vampiresa fijó sus ojos en él mostrándose más molesta, ambos se contemplaron con adustez, hasta que finalmente Ellen liberó al joven oficial. Este cayó al suelo y comenzó a toser al ver que ahora podía respirar, y sin esperar mucho tiempo sacó su arma y nos apuntó.
—¡Baja el arma, Jerez! —le gritó su superior sacando su arma y apuntándolo—. Si disparas te dispararé, sabes perfectamente que el protocolo lo dice.
El oficial más joven apretó los dientes y al final guardó el revólver escupiendo al suelo como acto de rebeldía. Apretó las manos temblando ante nuestra presencia, es claro que nos odia y a la vez nos teme.
—Retírate de la sala —habló su jefe guardando también su arma.
—Pero señor yo...
—¡Retírate! —le gritó sin mirarlo tocándose las sienes cansado.