Luego de leer informes durante horas, ansiado el aire frio salí al jardín cubierta con una leve capa de lana tejida. El cielo está despejado dejando que la Luna llena hoy enorme, luzca con todo esplendor.
En eso el crujido de una rama me hizo voltear enseguida poniéndome a resguardo de defenderme ante un posible ataque. Nicolás, el demonio amigo de Francisca, apareció entre el follaje con una expresión tan seria y fría que me hizo titubear si pensaba atacar o solo a quedarse ahí contemplando con cara de poco amigo.
Sin embargo, antes de que cruzáramos palabras, Mauricio apareció atajándole el camino en actitud amenazante. Nicolás arrugó el ceño con una severidad inquietante, tal vez propia de las criaturas de su especie. Mauricio sonrió emocionado. Quién sabe si el hecho de enfrentarse a alguien que por su apariencia pareciera ser muy fuerte lo anima.
—No peleen —señalé caminando a donde ambos parecían dispuestos a luchar.
—Mi señora —indicó Mauricio inclinando la cabeza con respeto, pero sin dejar de mirar con ironía a Nicolás que sigue inmóvil en su lugar.
—¿Pasa algo? —le pregunté al demonio que no deja de mirar a mi nuevo guardia con desconfianza y molestia, es como si se controla para no atacarlo.
Guardó silencio por un instante antes de dirigir su mirada hacia mi tensando aún más su rostro.
—Nunca pensé que tendrías a tu lado a un vampiro de esa clase —masculló con seriedad apretando sus puños.
Mauricio se rio ruidosamente y sarcástico levantó su mirada en dirección a Nicolás. Esto provoca que ambos se ubicaran en una posición ofensiva como si ante cualquier pestañeo piensan atacarse uno al otro.
—Por favor ¿Podrías dejarnos a solas? —indiqué con extrema cortesía a Mauricio quien luego de contemplarme por unos momentos inclinó la cabeza.
—Como usted quiero, mi señora —y se alejó de la escena tan rápido como había aparecido.
Apenas desapareció, Nicolás bufó con impaciencia.
—Te recomiendo que seas más precavida con quienes dejes acercarte a tu lado —señaló con adustez.
—No fue decisión mía, sino de Víctor —respondí de inmediato atenta a su reacción.
La que no tardó en aparecer, me observó arrugando el ceño preocupado. Mantuve mi mirada fija en él hasta que bajó los ojos incomodo o molesto tal vez por mi atención. Y luego movió la cabeza a ambos lados maldiciendo.
—Bien, de todas formas, no vine aquí a hablar del torpe de tu marido...
—¡Oye! Más respeto —lo interrumpí de inmediato.
—Hay que ser bien idiota en poner a su mujer en manos de un hombre como ese —respondió mirándome con fijeza. No pude responder a eso, ya que es lo mismo que dijo Cristóbal y no tengo palabras para objetarlo cuando, al igual que ellos, desconozco las razones de Víctor para haber tomado esa decisión.
Nicolás carraspeó con fastidio, de seguro incomodo por el silencio.
—Francisca quiere hablar contigo ahora —habló con voz gruesa.
Levanté mi mirada confundida, sin poder imaginar que es lo que quiere hablar conmigo ¿Habrá pasado algo? Arrugué el ceño preocupada.
—¿Conmigo? Claro, ¿Dónde está? —miré detrás suyo pensando que podía estar ahí, pero no siento ninguna presencia cercana más que de los mismos vampiros en los alrededores.
No alcancé a terminar mis preguntas cuando Nicolás me tomó en sus brazos, quise reclamarle por su atrevimiento, pero antes que dijera algo dio un salto llevándome por el bosque hasta alejarnos de la casona. Lo observé en silencio, la seriedad de su rostro tal vez es una característica propia de su especie, aunque mucho no podía decir respecto a eso cuando es el único demonio que hasta ahora conozco, sus ojos grises es casi lo único que lo diferencia de un humano en su apariencia, pues parece tener mucha fuerza.
Se detuvo bruscamente y noté que se incomodaba.
—No me mires de esa forma tan atenta, me pones nervioso —replicó sin dirigir sus ojos a mí, con la mirada atenta al camino esquivando a los vampiros que hacen guardia en los alrededores.
—Lo siento, es la primera vez que veo un demonio tan cerca —musité con seriedad.
Me miró con atención aun incomodo y suspiró con fastidio.
—Es la segunda vez que te llevo en mis brazos, no lo recuerdas. Cuando eras pequeña uno de esos monstruos, que ahora te cuidan, intento matarte —sonrió con una leve ironía esperando el momento que los guardias se distrajeron para seguir avanzando.
Quise decirle algo, pero preferí guardar silencio. No tengo recuerdo muy claro de lo que pasó entonces, tenía solo tres años, así que no puedo recordarlo con exactitud, ni siquiera recuerdo que vampiro fue aquel que intentó matarme. Lo miré dispuesta a preguntárselo.
—No preguntes, debe estar bajo tres metros de tierra aun —respondió tal y como si hubiera leído mis pensamientos.
Al fin se detuvo cuando estuvimos frente a Francisca, en medio del bosque, quien cubierta con una capucha azul y rodeada de cuatro cazadores mantuvo su silencio. Alcé las cejas intentando entender sus intenciones.
—Es bueno volver a verte —señaló con seriedad, sin atisbo de sonrisa.
—Pienso lo mismo —le respondí preocupada.
—Bien, vamos a la razón del porque estoy aquí —No se quitó la capucha por lo que no pude descifrar bien la expresión de su rostro.
—¿Es respecto a los humanos asesinados? —pregunté presumiendo que es el asunto por el cual solicitó mi presencia.
—Así es, hemos seguidos los pasos de los asesinos, las mordidas de las victimas está comprobado que se tratan de vampiros —guardó silencio unos instantes antes de continuar—. Aun cuando muchos cuerpos fueron descuartizados pudimos verificar que las mordidas corresponden a los vampiros.