Cruzada de sangre - Linajes #2

Capítulo 21

—¡Catalina! —gritó Rosa en cuanto me vio entrar al pueblo. Mi mirada sería se posó en su preocupado rostro.

 

Le sonreí con suavidad, aunque no dejo de sentirme inquieta por el tema de esos dos vampiros caníbales, Frederick y Rouse, debo hablar con Maximiliano sobre ellos para saber si está al tanto de esa situación, sin embargo, desconozco en qué lugar pueda estar, después del fatal desenlace del matrimonio de los Aberasturi. Tal vez notando mi expresión se acercó tomándome de ambos hombros.

 

—¿Dónde has estado? Te hemos estado buscando desde ayer —suspiró tratando de respirar más calmada—. Pensé que algo te había pasado, con Mauricio terminamos cayendo a unas húmedas cámaras subterráneas y vacías que al final nos llevaron a la salida, pero no sabíamos nada de que había pasado contigo.

 

—¿O qué fue lo que encontró para distraerla tanto? —Habló Mauricio que viene caminando con tranquilidad hacia ambas. Me observó con misterio como si pudiera leer mis pensamientos.

 

Desvié la mirada para evitar que mi semblante me delatara, no tengo claro todo el asunto y por ello prefiero guardar silencio hasta no estar segura de todo lo que vi.

 

—Les diré más tarde —les dije desviando la mirada, más aún ver a Francisca que se acercaba con una seriedad incomoda.

 

—¿Estás bien? —me preguntó.

 

Moví la cabeza como respuesta.

 

—Que bien, me alegro —exclamó con severidad—. Pero tenemos visita…

 

Levanté mi mirada arrugando el ceño sin entender a qué se refería con eso. Hizo un gesto levantando las cejas indicándome que mirara detrás de ella. Es ahí que noté la presencia de un hombre alto, de contextura delgada, rostro tenso, ojos azules y espesas cejas bajo un bien peinado cabello rubio. Contemplé a Francisca esperando que me dijera quien es, pero por su expresión grave no parece ser alguien esperado por ella.

 

—Necesito hablar a solas con la señora —musitó el desconocido mirándome con fijeza.

 

Todos salieron de la cabaña a excepción de aquel hombre y yo. Me observó en silencio como si estuviera analizando cada detalle que ve en mí.

 

—¿Catalina Alcaraz? —me preguntó el individuo con adustez, por su acento me doy cuenta de que es extranjero. No sé si es soldado de algún ejercito a algo así, ya que viste un uniforme de tono verdoso oscuro, un gorro y bordados dorados en el cuello y los botones. El símbolo me recuerda al consejo de ancianos por lo que arrugó el ceño respondiendo a su pregunta solo moviendo la cabeza—. Me presento, soy Grigori Sokolov, uno de los vigilantes del consejo de ancianos, estoy aquí a petición de ellos para evaluar su condición como líder, ya que hemos recibido noticias no gratas de su comportamiento.

 

—¿Evaluar mi condición de líder? —repetí incrédula a pesar del serio semblante del vampiro.

 

—Sí, debo analizar si lo mejor para usted es enviarla a Castell Black para que la reeduquen como vampiro o no —acercó su rostro al mío con los ojos bien abiertos dándole un aire amenazante.

 

“Maldita sea” apreté los dientes tener a este individuo vigilando cada uno de mis movimientos va a hacer que las cosas se compliquen aún más. Pero no puedo aun irme de aquí y volver a casa para evitar que tenga razones para encerrarme en esa supuesta escuela que todos saben que solo es un lugar de tortura para los vampiros insurrectos, necesito averiguar más de Frederick y Rouse, necesito saber si es cierto lo que me dijeron sobre su condición de vampiros y asegurarme que no sean ellos quienes están detrás de todos estos ataques.

 

—Por su silencio veo que no le agrada tenerme en este lugar —entrecerró los ojos mirando a su alrededor—. Me pregunto ¿Por qué la líder de uno de los tres clanes principales viene a un pueblo de humanos, se junta con los cazadores, y se esconde de este lugar sin informar de sus movimientos a nadie?

 

—No era un asunto para compartirlo con nadie debido a la confidencialidad del tema —le respondí intentando mantener firme mis palabras.

 

Refunfuñó moviendo la cabeza a ambos lados caminando en el lugar mirando detenidamente cada detalle del lugar. Su expresión severa no deja de dirigirse a mi cada vez que ve algo que no le gusta. Luego sin mirarme siguió hablando.

 

—Le seré sincero, sé que no le agrado, pero usted a mí tampoco me agrada —indicó y alcé las cejas sorprendida por sus palabras—. Un semi-vampiro a cargo de un liderazgo es claro que algo así podría pasar, haber sido humana es un defecto porque nunca dejara de intentar ayudarlos arriesgando a sus propios vampiros.

 

—No estoy arriesgando a nadie sin razón —le repliqué arrugando el ceño por su tono despectivo al hablar—. Estoy aquí no solo por los humanos, lo estoy por los vampiros del clan, quiero detener las muertes.

 

Se quedó en silencio, con su atención fija en mí, sin decir palabras, pero endureciendo su mirada. En ese instante unos gritos provenientes del interior del pueblo nos hicieron reaccionar. Salimos corriendo fuera de la cabaña a la dirección desde donde provenían llegando al lado de Francisca y sus cazadores. Pero una risa, ya conocida, nos obligó a mirar hacia el bosque encontrándonos con la misma chica vampiro que hace un tiempo nos había atacado junto a los ragazes, sus cabellos claros se mueven con el viento invernal y sus ojos dorados se detuvieron en nuestros rostros sorprendidos por su presencia.

 

—Vaya, la cazadora y la vampira —exclamó con malicia—. Mi hermano será feliz si llevó también sus cabezas como regalos.

 

Francisca apretó los dientes con rabia y de inmediato ordenó a sus hombres a desplegarse y dar aviso, a proteger al pueblo y a los civiles.

 

—Destruyan a los ragazes, no dejen a ninguno con vida —les indiqué a los vampiros del clan que acababan de llegar junto a Rosa y Mauricio.  




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