Cruzada de sangre - Linajes #2

Capítulo 36

Cristóbal observó con seriedad a Maximiliano quien relata lo que habíamos encontrado en el bosque. Dubitativo solo dejo caer su mirada en Víctor, quien con los brazos cruzados y apoyados en la pared no esconde su preocupación.

 

—En otras palabras, hay alguien más peligroso a nuestras espaldas —señaló el vampiro mayor caminando dentro del despacho haciendo referencia a la bruja.

 

—Aún tengo dudas si esa tal Madame y Philippe son quienes mandaron la carta amenazante, pero ¿Quién atacó en el baile de aquella vez? —habló Víctor refiriéndose a la boda sangrienta de los Aberasturi—. Porque según entiendo ellos dos estaban internados en Castell Black y Philippe pasó casi toda su vida de vampiro encerrado, a diferencia de Madame, pienso que es ella fue quien le llevó las ideas de Madeho, entró a ese lugar con intenciones de hacerse de aliados y recuperar el corazón de la bruja.

 

—Hasta ahora solo tenemos una pista —Maximiliano alzó su cabeza arrugando el ceño sorprendiéndonos con sus palabras.

 

Lo quedamos mirando sin entender demasiado, la verdad es que ni siquiera imaginaba que pudiera haber encontrado una pista.

 

—Revisando el cuerpo de la mujer que encontramos en el bosque con Catalina antes de que la enviaran a Castell Black encontré en las uñas del cadáver rastros de una tela, digamos especial. Una tela que solo un hombre, o más bien dicho un vampiro es hábil en trabajarla.

 

—Ismael Rabadán —señalé sorprendida y Maximiliano afirmó sin palabras.

 

—Entonces tenemos que volver a ese lugar —añadió Cristóbal arrugando el ceño.

 

—No es necesario —nos interrumpió la voz de quien hablábamos. Sorprendido no dejamos de ver cada uno de sus pasos mientras entraba a la sala sentándose sobre uno de los sofás con expresión de rebeldía.

 

Volqué mi atención en Maximiliano esperando una explicación, pero aquel solo me indicó hacia Ismael Rabadán, que ahora tenía sus ojos fijos en mí. No parece estar aquí por gusto y notó que aún hay resentimiento hacia Cristóbal. Su mirada se detiene unos minutos en el vampiro quien arruga el ceño sin decir palabra alguna.

 

—Disculpe mi descortesía, mi señora, pero Max se comunicó conmigo hablándome respecto a los pequeños trozos de tela encontrado. Pensé que lo mejor era que yo mismo viniera y los revisara aun sé que él no se equivocaba —su mirada se tornó aún más seria—. Es la tela de una de las prendas que entraron a robar a casa.

 

—¿Cómo? —levanté mis cejas quedando fija mi atención en el pelirrojo.

 

—Sí, se llevaron todas las prendas que pudieron, pero una de esas tenía algo especial —sonrió con triunfo.

 

—No lo entiendo —habló Víctor desde la distancia apoyado en una pared—. ¿Qué quieres decir con especial?

 

—Usualmente fabrico los trajes de batalla de los vampiros del clan, pero a veces utilizó una técnica de rastreo, si coloco entre las prendas uno de mis cabellos puedo presentir el área en donde se encuentra esa prenda —alzó los ojos con un leve atisbo de superioridad ante Víctor quien solo suspiró con fastidio.

 

—Eso quiere decir que tenemos la posible ubicación de uno de esos trajes —dicho esto, Maximiliano desplegó un enorme mapa sobre la mesa—. Sabemos que el traje se encuentra cerca de centro de la ciudad a unos metros de la estación principal.

 

—La fiesta de la familia Torcazal —indicó Cristóbal de inmediato apretando los puños y tensando su rostro.

 

—Así es —Maximiliano afirmó—. A estas horas la fiesta ya debió haber comenzado, por lo que si nos movemos rápidos podemos llegar y atrapar a uno de nuestros enemigos, ponerle una trampa.

 

—Bien —exclamó Víctor alejándose—. Salgamos lo más pronto posible, Catalina tú te quedas aquí.

 

Sonreí con suavidad pensando que estaba bromeando hasta encontrarme con la serie expresión de su rostro. Alcé la mirada arrugando el ceño ¿Por qué me dice esto? Se que intenta protegerme, pero aun así es imposible que me quede de brazos cruzados dejando todo el peso de esta situación en ellos.

 

—Debo ir, como líder mi deber es...

 

—Quedarte y preocuparte de que si algo nos pasa tú debes seguir adelante con la investigación —por la dureza de su mirada es evidente que no está dispuesto a aceptar reclamos. Aprieto los labios antes de quejarme.

 

—Entiendo, pero…

 

—Estoy de acuerdo —me interrumpió Cristóbal con seriedad—. Los líderes no se inmiscuyen en temas en que su vida pueda correr peligro, su deber va más allá de enfrentar a un criminal.

 

Me quede en silencio mirándolos uno a uno, Maximiliano e Ismael son los únicos que solo observan la escena sin ponerse de parte de ninguna opinión. Bajo la mirada frustrada, entiendo sus intenciones, pero también quisiera hacer algo más que quedarme a lo lejos y solo observar.

 

—Nuestro deber es proteger al líder, en cambio, Catalina, tu prioridad es infundir tranquilidad a los miembros del clan y eso es mantenerte a salvo—señaló Cristóbal condescendiente.

 

No lo miré, desvié la mirada. En eso sentí que alguien me rodeaba la cintura y sin alcanzar a reaccionar me encontré enfrente de los ojos aun amarillos de Víctor, su cabello blanco le sigue dando un aspecto extraño. Lo contempló esperando que me diga unas palabras, pero él solo sonríe con una actitud extraña y me besa con tal sorpresa que me sonrojo al darme cuenta de que todos nos están viendo, más aún cuando su beso es de una pasión que no considero cómoda tanto para mí como para quienes nos observan.

 

—Quédate aquí, confía en nosotros, deja que tu amo se encargue de este asunto —me dice Víctor.

 

—¿Amo? —preguntó molesta y se ríe.

 

Pero aun atolondrada por el beso solo desvío la mirada, aunque en cierta forma se siente bien que alguien quiera cuidarte, a la vez igual es difícil no sentirse una inútil. Sé que él no piensa que soy una inútil, pero me gustaría ser de más ayuda para ellos.




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