Cruzada de sangre - Linajes #2

Epílogo

Frederick terminó por confesar todo. Cuando junto con su hermana buscaba una cura para evitar que el cuerpo de Rouse se descompusiera quedaron atrapados en medio de una tormenta de nieve. Se refugiaron en una cueva llegando al lugar donde encontraron un cuerpo sepultado en la nieve. Se trataba de una bruja, Madeho, trizado su tumba aquella fue capaz de hablarles, les prometió ayudarlos a cambio del corazón de uno de los poseedores de una de las armas de Cadeum. Les insinuó que podían vengarse, acabar con cada uno de los que los torturaron de niños, ellos se negaron al principio, solo querían un lugar para vivir hasta donde pudieran. La bruja los convenció que lo mejor era deshacerse de aquellos porque no podrían vivir en paz sabiendo que ellos vivían, y que quienes les provocaron tanto daño injustamente vivían felices sin haber recibido castigo alguno. Y aceptaron. El trato era hacer sus cuerpos más fuertes, el recuperar su fuerza de vampiros, ya que dado a los experimentos que sufrieron de niños ambos tenían cuerpos débiles y enfermos, le dio a Frederick la capacidad de resistir las armas legendarias, además le dio su sangre para que él creara un arma y poder utilizarlas como último recurso. Su hermana también recibió un cuerpo más fuerte sin embargo no pudo evitar que ahora sus extremidades se descompusieran a medida que avanzaba el tiempo, cada vez con mayor rapidez, esto hizo que Frederick buscara cuerpo de otras mujeres para ir reemplazando sus partes. Dándose cuenta de que si no se apresuraba por obtener el corazón que la bruja le había pedido sería demasiado tarde, entró en la desesperación para sanar a su hermana.

 

Luego de escuchar sus palabras el juez dejó caer su martillo. Condenándolo a una vida perpetua en la prisión más segura de los vampiros, Gehenna. Se lo llevaron esposado al mismo tiempo que yo me ponía de pie para salir de ese lugar.

 

Nunca pudieron encontrar a la bruja, Madeho aún sigue desaparecida. No sabemos si volveremos a saber de ella pronto o no. Solo sé que si viene estaremos esperándola, dispuesta a detenerla, aunque con ello pongamos en riesgo mi propia vida. 

 

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