Entrecerré los ojos bostezando y dejando los documentos a un lado del escritorio. Estiré mis brazos. Estoy bastante cansada y la verdad es que, aunque intente leer dichos informes no logro concentrarme en ellos. Observo la lámpara que hay a un costado de mi escritorio y cierro los ojos, Víctor hoy también trabajará hasta tarde así que es muy probable que no lo vea. Me levanto del asiento y salgo del despacho para caminar un poco y despejar la cabeza. El silencio de la enorme casa es inquietante, la oscuridad oculta la profundidad de los rincones más alejados y solo mis pasos al bajar las escaleras interrumpen aquella quietud. Me detengo a mitad del camino contemplando el retrato de Elizabeth, la misma mirada de su hijo, profunda y seria.
—Catalina —Cristóbal que está sentado sobre uno de los sofás deja varios papeles a un costado y me sonríe al verme bajar.
Pero el contraste de su sonrisa con su mirada preocupada me inquieta. Me siento con suavidad enfrente de él intentando leer la expresión de su rostro, pero es imposible, sus ojos claros no parecen esconder nada y eso mismo me causa mayor aprehensión. Al final suspiro sin mirarlo a la cara y me detengo en sus manos, una sobre la otra apretándolas en señal de que algo le está preocupando.
—¿Problemas? —le pregunto intentando que no suene como un interrogatorio.
—Uhm... más bien estoy perturbado —señaló arrugando el ceño, pero sin dejar de sonreír—. Es difícil explicar lo que pasa en mi cabeza en estos instantes.
—¿Puedo ayudarte? —alcé la mirada hacia sus ojos verdes.
Guardó silencio dubitativo como si buscases las palabras para explicarse.
—Creo que en vez de eso terminaras más acongojada o tan confundida como yo —luego tornándose más serio agregó—. Hoy recibí los informes de los vampiros degollados, la información más difícil fue de parte de Ellen, pero me esperaba su falta de colaboración. Pero hasta ahora no había podido revisarlos en forma más exhaustiva.
Dicho esto, me pasó los papeles que hace unos instantes había apartado a un costado. Los observé en silencio, cada ficha corresponde a los vampiros degollados, sus nombres, familias, todo. Luego de revisar cada documento los entregué a Cristóbal esperando que me explicara qué es lo que lo ha dejado tan inquieto.
—Sí, me pasó lo mismo no hay nada en esos papeles que nos de algo, pero las familias de tres de las víctimas, Gertrudis Vaiani, Armando Quintana y Eliseo Bustos; los Vaiani, los Quintana y los Bustos corresponden a antiguas familias de vendedores de esclavos, es la única coincidencia que he encontrado —ensombreció su mirada.
—¿Vendedores de esclavos? —abrí los ojos sin entender.
—Hubo un tiempo en donde fue habitual que familias de vampiros caídos en desgracia o por deudas terminaran siendo entregados a estos vendedores que los subastaban como esclavos, separaban a familias enteras y los con peor suerte caían en manos de sus enemigos. No te contaré las atrocidades en que terminaron varios de ellos —guardó silencio tensando su semblante.
Su mirada pareció perderse en sus recuerdos, la verdad es que tampoco quisiera imaginar de qué atrocidades habla, pero es inevitable. Bajo la mirada intentando acallar las horribles imágenes que mi mente ha comenzado a fabricar. Cristóbal apretó sus puños antes de continuar con sus palabras.
—Eso fue prohibido años atrás, pero el dolor y humillación debe seguir latente en los sobrevivientes —agregó fijando su mirada en mi rostro.
"Sobrevivientes" repetí en mi mente y una idea de inmediato cruzó por mi mente, levanté mi cabeza en dirección de Cristóbal. Aquel movió la cabeza en forma afirmativa entendiendo la conclusión a la que acabo de llegar.
—Sí, pienso en lo mismo. Tal vez estamos frente a la venganza de uno de ellos —habló apretando la mandíbula.
Según recuerdo de los libros de historias de los vampiros la esclavitud fue algo de casi cien años atrás ¿Por qué alguien hubiese esperado tantos años para llevar su venganza a cabo? A menos que necesitaba algo antes, tal vez aliados. Solo tal vez sería imposible. ¿Será aquel enmascarado que vimos en el hotel el que busca venganza? ¿O aquel solo era uno de sus aliados? No estamos aún seguros, pero es una pista. Ahora recordando las palabras de Víctor respecto al juego de cartas llamado el árbol me levanté del sofá arrugando el ceño. No hay tiempo que perder.
—Cristóbal da aviso a la familia de los asesinados, es probable que el asesino vaya ahora detrás de ellos —hablé con voz seca.
—¿Estás segura? —se puso de pie también.
—No, también que todas las familias de pasado esclavista tomen las precauciones necesarias —apreté los puños moviendo la cabeza—. No estoy segura de esto, pero es mejor evitar hacer algo a nada, aun cuando sea una pista falsa.
Los ojos claros del vampiro se detuvieron en los míos moviendo la cabeza en forma afirmativa. Se acercó tomándome por los hombros. Lo miré confundida.
—Por ahora se dará resguardo a esas familias, pero mientras no confirmemos esta información mantengámosla en secreto, que no sepan que los buscan por ese pasado.
—Está bien —respondí además que es lógico lo que acaba de decirme, divulgar antecedentes falsos puede resultar un revés para este caso.
Se retiró de la sala sin mencionar más palabras, lo seguí con la mirada hasta verlo desaparecer, y tomé asiento sintiendo escalofríos, como si un mal presentimiento se estuviera haciendo presente en el lugar, tal como una densa neblina, avanzando con rapidez sin dejar un atisbo de claridad del cual aferrarse.