Víctor
Avanzamos por la ciudad con claras intenciones de volver a casa. Pero en el camino nos dimos cuenta como una horda de Ragaz avanza por la ciudad atacando a los humanos que deambulan a estas horas. Aprieto los dientes intentando calmar mi ansiedad, mi mal presentimiento aumenta y siento que sus intenciones no es solo retrasarnos sino evitar que los cazadores se involucren en el asunto. Veo a estos peleando contra el avance de los ragacez por la ciudad en un intento de evitar que más víctimas terminen en sus manos y de seguro que aquello se propague acabando con el secreto al resto del mundo de la existencia de aquellas criaturas.
—Tenemos que bajar y ayudar —dice Cristóbal con seriedad.
Con Ismael nos miramos confundidos, hay otra prioridad en este momento, pero parece no considerarlo. Cristóbal tomando el mando del grupo, nos ordena bajar y ayudar a los cazadores, es claro que están siendo sobrepasados, pero cada minuto que nos atrasamos, más peligrosa es la situación de Catalina, por eso confundido le dirijo la atención, pero él con su mirada hacia el frente y su ceño arrugado con expresión seria no parece dispuesto a escuchar reclamos.
Tenso mi rostro e Ismael suelta un bufido disconforme.
—No es hora para dudas —nos reprende Cristóbal sacando los dos alfanjes que se colocó a la espalda cuando salimos de casa, son sus dos armas, hace muchos años que no lo veo usarlas.
Endurezco mi mirada al verlo con ellas, me trae malos recuerdos de una época de él que quisiera olvidar, y no soy el único, Ismael lo contempla con una expresión de rencor que no intenta ocultar. Llegamos al lado de los cazadores que nos contemplan sorprendidos.
—¿Están de nuestro lado? —pregunta uno de ellos mientras no deja de luchar contra un ragaz.
—Mantener este asunto en desconocimiento del resto de los humanos también es nuestra tarea —dice Cristóbal y sin esperar más se lanza al grupo de ragacez con una tenacidad y agilidad que provoca que los presentes se queden anonadados antes su estilo de pelea.
Es un fastidio, pienso antes de suspirar molesto y cerrar los ojos por un par de segundos. Ismael hizo lo suyo, pero sin armas luchando cuerpo a cuerpo con aquellas criaturas, parece dominar técnicas de luchas que hasta ahora no había visto.
—¡Vamos, despabila! —me sermonea Cristóbal al ver mi impavidez.
Como respuesta arrugó el ceño. Notando como una leve sonrisa irónica se dibuja en su rostro ¿Qué le pasa? Avanzó a su lado molesto quitando de mi camino a aquellas criaturas que nos atacan.
—Entiendo que si fuera por ti avanzarías más rápido, sin embargo, confía en mi experiencia. Algo me dice que hacer lo que ellos se esperan es una trampa —exclamó tensando la mirada a pesar de que sonríe con seguridad.
—¿Y Catalina? —lo miré dolido ¿Acaso piensa sacrificarla por no seguir el juego de los enemigos? Apreté los dientes de siquiera pensar que fuera capaz de hacer algo así.
—Confía en ella —respondió desviando la mirada y avanzando hacía las criaturas que amenazantes que insisten en atacarnos a pesar de la facilidad con que repelemos sus ataques.
—No puedes decir eso, tú sabes que Cat...
—Es fuerte, debes dejar de pensar que es la misma chica temerosa de antes, si la amas confía en ella —me interrumpió contemplándome unos segundos.
Me observó fijamente y carraspeé algo incómodo.
—Siempre he pensado que tienes los ojos de Elizabeth. Cuando pienso que al morir ella lo perdí todo recuerdo que no es así, ella dejo en ti su esencia. Y estas espadas que una vez usé para matar y satisfacer mi sed de sangre, hoy comenzaré a usarlas para proteger a mi familia, por eso nunca dudes que Catalina no me importa, la quiero, no de la misma forma como tú la quieres porque claro eso no correspondería, pero me importa tanto ella como tú. Yo entiendo que te preocupa porque nuestra Cat tiene aún esa manía de creer que debe sacrificar por otros, pero ten fe en ella.
Me quede en silencio, la verdad es que no sé qué responderle, por mucho que mi padre muestra una cara amable que no es la misma que me mostraba en mi infancia, es primera vez que me habla de esa forma. Desvió la mirada turbado más aun notando la ligera sonrisa paternal que acaba de dibujarse en su rostro.
—Confío en ella —murmuro con el ceño arrugado.
Noté que aguantaba la risa y no pude entenderlo, pero pronto se colocó serio. Fijó su mirada hacia los ragacez moviendo sus dos Alfanje con agilidad y con expresión de amenaza y triunfo.
—Vamos ayúdame con esto y ya pronto estaremos junto a Catalina —me habló con un tono de voz grueso.
Moví la cabeza en forma afirmativa, ya es tiempo de deshacernos de estas molestas criaturas.
—Fulgur hyacinthum —exclamé y al decir esto varios rayos eléctricos cayeron encima de los ragacez.
Y quienes lograron quedar en vida se tuvieron que enfrentar a Cristóbal quien avanzó con rapidez junto con Ismael esquivando los cuerpos que caían al suelo y golpeando en forma sorpresiva a las criaturas que no habían recibido mi ataque, avance también usando aquel poder para ir despejando el camino. Pero me siento cansado y eso es señal de que si sigo así esto no es bueno.
No he tomado casi ningún respiro desde que volví de mi entrenamiento. Debo ser cauto usando la magia no debo olvidar las palabras de mi Adhafera, aprieto los dientes al recordarlos sin detener mis ataques a las criaturas que no parecen disminuir su número.
"—Eres fuerte pero no sabes ocupar tu energía, la desperdicias utilizando más de la que necesitas y eso es normal considerando que aun eres un novato. En pocos meses no lograras controlarlo, al hechicero oscuro le costó años aprender y eso que su maestra era una bruja muy poderosa. No te fíes solo de tu poder cuando aún lo desperdicias de esa forma"