Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 5

Víctor arrugó el ceño deteniendo su automóvil aquel lugar no le agrada, y aun así cuando entre las sombras éramos seguidos por Mauricio y el resto de los integrantes de la guardia del clan, al bajar fue imposible no sentirnos amenazados.

 

Apreté los dientes sin poder evitar el escalofrió que me produce volver a este lugar, a aquella casona donde bajo el dominio de Marcos había quedado marcada por experiencias desagradables y sueños que giran en las celdas de castigo que posee aquel lugar.

 

La casona enorme de color ladrillo bajo el cual matas de muchas rosas blancas florecen ordenadas y bien cuidadas y un pasto bien corto y limpio, se levanta imponente absorbiendo todo lo que hay a su alrededor. Los enormes ventanales de cortinas de color marrón están abiertos para dejar entrar la clara y pálida luz rojiza de la Luna opacada por los arboles inmensos que proyectan sus sombras sobre la edificación.

 

—Tranquila —murmuró Víctor—. Estoy a tu lado, no dejaré que les pase nada malo.

 

Moví la cabeza afirmativamente, aunque el solo hecho de entrar en aquel lugar me produce un estupor que congela mis piernas. Trague saliva irguiéndome al recordar que soy ahora parte del clan Vis Erinys, y estamos aquí en representación de Cristóbal, que debido a la influencia de la Luna roja prefirió quedarse encerrado. No debo verme disminuida ante aquellas desagradables experiencias vividas dentro de esas paredes.

 

—Ahora entiendo de donde venia aquel olor nauseabundo —exclamó Ellen asqueada observándonos con odio y rencor. Al parecer las ultimas situaciones que ha tenido que afrontar, la muerte de Samanta y la locura de Vanessa, la han mermado envejeciéndola en demasía.

 

Víctor tensó su expresión y sus ojos se tornaron en una severidad que hizo que aquella mujer detuviera sus pasos, es miedo, sí, miedo y odio lo que su semblante muestra. Había conocido el poder de Víctor y tal vez por ello le teme. Y retrocedió de seguro sintiéndose humillada de tener que dejarle el camino a un vampiro que consideraba menos, pero que de un solo golpe podría matarla.

 

—Así que Víctor y Catalina —se escuchó a un joven desconocido hablar con afabilidad y simpatía.

 

Volteé para ver quien había hablado, no sé por qué aquella voz me ha llamado la curiosidad. Mantiene su mirada fija en mí y sonríe de una forma que me recordó a Samanta, se trataba de un joven de cabellos rojizos que se acercaba cariñosamente a la aun impávida Ellen.

 

—Soy Daniel, el hermano menor de Samanta y Vanessa —sonrió con sinceridad extendiéndome la mano—. Un gusto en conocer a la Líder del clan Vis Erinys.

 

Titubeé con cierta desconfianza, pero no queriendo parecer mal educada extendí mi mano para recibir la suya.

 

—Agradezco sus palabras, pero ya no soy líder del clan, vengo junto a mi marido como representantes de mi suegro, que por ciertas circunstancias no está en condiciones de asistir a esta reunión —hablé con cortesía.

 

No me suelta la mano y comienzo a sentir una calidez extraña como si los recuerdos de Samanta embargaran mi mente, y eso me hizo sentir tan extraña que la expresión de mi rostro reflejó lo doloroso que es recordar su asesinato.

 

—También la extraño —murmuró Daniel con sus ojos de color verde atento a los míos sin aun soltarme—. Era como una flor dentro de un bosque de hielo.

 

Se colocó serio. Mientras mis ojos se abren sintiendo que aquel acaba de leer mis recuerdos ¿Es eso acaso posible? Tenso mi rostro.

—Por eso buscaré a su asesino y le haré pagar... —agregó.

 

—Ironías de la vida —señalo Víctor quien recién ahora había dejado de darnos la espalda.

 

Noté que Daniel lo miraba con curiosidad y ¿Admiración? Eso sí que era raro, como si no se hubiese dado cuenta de las palabras que acababa de decirle, refiriéndose a la ironía de querer vengar la muerte de alguien que a la vez era culpable de la muerte de su madre.

 

—Puedes dejar de sostener tanto rato la mano de mi señora, que voy a pensar que buscas algo más con ella —Víctor arrugó el ceño al decir esto.

 

—Sí, lo siento —exclamó Daniel de inmediato sonriendo con torpeza—. No me había dado cuenta. Pero no se preocupe que este corazón tiene dueña y no está entre mis planes querer a una mujer que podría partirme en dos con su hoz y cuyo marido me mataría en un segundo.

 

Daniel se rio a pesar de la seriedad de todos quienes estábamos a su lado.

 

—Está bien, no te preocupes —musité, sintiendo como si nos hubiera descrito como una pareja de vampiros asesinos peligrosos.

 

Suspiré levemente observando la seriedad y frialdad del rostro de Víctor quien no aleja su atención de aquel joven vampiro que no deja de reírse algo avergonzado.

 

—Bueno, será un gusto volverlos a ver, creo que será muy seguido ya que yo soy el nuevo líder del clan Nigrum lupum —inclinó la cabeza y sonrió despidiéndose.

 

Nos quedamos en silencio viendo cómo se alejaba en dirección a la casona llevando a su madre consigo, quien parece aun ida como si el hecho de ver la mirada de Víctor la hubiese atormentado de peor forma de la que imaginé.

 

—El nuevo líder... —repetí—. Eso no lo sabía.

 

—Fue nombrado luego del asesinato de Samanta. Esa mujer Ellen dimitió de su cargo y fue su hijo quien fue elegido —explicó Víctor sin alejar su atención hacia donde aquellos que ahora ya no se encontraban a nuestra vista.

 

—¿Peligroso? —murmuré endureciendo mi semblante.

 

—No lo sé, se ve demasiado inofensivo —señaló levantando sus brazos relajando su severo rostro. Me abrazó sorpresivamente con actitud cariñosa—. Pero no por eso voy a despreocuparme de él, la familia de Ellen siempre han sido un peligro.




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