Mantuvo su mirada fija en nosotros, fue como si el tiempo se congelara. A pesar de su sonrisa una especie de déjà vu produjo que sintiera debilidad en mis piernas. Tal y como si el terreno bajo mis pies se hubiera transformado en millares de piedras puntiagudas.
Aquella casona, aquel hombre, aquella mirada, tres conjuntos de cosas que se presentan como algo que mi mente cree recordar, y no me refiero a Marcos, sino que a su padre, Alejandro.
—¿Catalina? —me llamó Víctor tomando mis brazos, asustado— ¿Te sientes mal? estas muy pálida.
—No —lo miré aun algo atolondrada, pero le sonreí—. Solo fue un mareo.
—Será mejor que salgamos luego de este trámite y volvamos pronto a casa, en tu estado es peligroso que estés bajo tanto estrés.
Moví la cabeza afirmativamente mientras nos acercábamos a la puerta de aquella casa, Marcos molesto entró sin saludar, a diferencia de Alejandro que nos recibió con cordialidad. Su cabello que antes llevaba largo y suelto lo había cortado dándole un aire más adulto.
—Felicidades —indicó—. Ya la noticia se ha expandido del embarazo.
Sonreí levemente, aunque aún no puedo quitarme la angustia que me produjo el haber visto por un instante una agria mirada en su rostro. Sus ojos se detuvieron en los míos y volvió a sonreír ante mi fija atención.
—¿Hay algo que este embargando tus sentidos? —señaló con un tono de voz seco que contractaba con su sonrisa.
Moví la cabeza negando su pregunta, recordando las palabras de Natalhy, de que él es uno de los únicos manipuladores conocidos en la actualidad, ¿Acaso frente a mi está el hombre que había manipulado mis recuerdos? Arrugué el ceño inevitablemente. Alejandro me contempló como si intentara descifrar lo que pasa por mi cabeza.
—¿Esta reunión es respecto a.? ¿Samanta? —preguntó Víctor cambiando el tema.
—Así es —se colocó serio dirigiendo ahora su atención a mi marido—. Hay demasiadas interrogantes aun, por qué alguien buscaría matarla, y aun cuando en las imágenes de la prisión se ve a un hada, que estaba en otra prisión, salir e ir directo a atacarla es extraño. Se sospecha que alguien estaba controlándola.
—¿Controlándola? no se supone que las hadas son expertas en esa área —Víctor endureció su semblante.
—Ese es el problema, ¿Quién es aquel capaz de controlar a alguien que sabe manejar la hipnosis al revés y al derecho? Tiene que ser alguien muy poderoso —agregó Alejandro apoyándose en la pared.
—¿Están seguros de que aquella hada estaba hipnotizada? —pregunté observándolo a ambos.
—Sí, la encontraron horas después con un puñal en su pecho, aparentemente se suicidó, pero luego del análisis medico se determinó que fue forzada a hacerlo, había demasiada sangre en su cerebro, cuya causa solo podía ser el intentar repeler la hipnosis del que estaba siendo afectada —indicó Alejandro ahora dirigiéndose hacia la puerta—. Las intenciones de esta reunión es dilucidar si todo esto es el inicio de otra amenaza a nuestros clanes.
Nos quedamos mirando preocupados con Víctor ¿Una amenaza a la estabilidad de los clanes? Alejandro nos invitó a seguirlo. Entramos detrás de él cuando escuchamos en el fondo la voz alzada de Daniel, parece algo molesto.
—Sí, ella falleció asesinada por un hada —apretó los dientes con dolor—. Pero no dejaré que su muerte quede impune, no pueden negar que las hadas no estén involucradas.
—No hay pruebas —respondió con tranquilidad un hombre de canas, ojos azul claros y esquelética figura, sentado cómodamente en un sillón y apoyando su mentón en su muñeca derecha.
—Deberían interrogar a su rey ¿O acaso este se niega a ser sometido a sus interrogatorios? —bufó sentándose desilusionado en otro sofá.
El anciano lo siguió mirando con tranquilidad. Luego suspiró.
—Molestar al soberano de las hadas sin tener pruebas suficientes es comprometer los lazos de paz que existe entre ambas razas —le respondió entrecerrando los ojos con autoridad.
—Sí... —musitó el joven vampiro tomando asiento, aunque luce conflictuado respira hondo para calmarse—. Lo siento, el asesinato de mi hermana me exalta inevitablemente...
—Comprendo sus sentimientos, joven líder, pero la paciencia y la astucia es una de las mejores armas —le respondió.
Daniel levantó su cabeza notando nuestra presencia, se puso algo incomodó ya que se sonrojó desviando su mirada, me pareció que intento decir algunas palabras, pero no fue capaz de trasmitirlas y solo guardo silencio. El hombre que lo acompañaba volteó, apenas lo hizo noté como Víctor apretaba su mandíbula, al parecer ya se conocen.
—Víctor —indicó a modo de saludo.
—Tío —respondió sin borrar la intranquilidad que al parecer le provoca su presencia.
El anciano no solo lo miró como si lo estuviera examinando. Yo también fui revisada por sus ojos de pies a cabeza. A pesar de su edad luce imponente.
—Imagino entonces que tú debes ser Catalina, mi sobrina... perdón mi nieta sobrina política, Fernando no ha querido hablarme mucho de ti, ese muchacho es un reservado obstinado, soy Rafael Fuentes —se presentó extendiendo su mano—. El padre de Fernando y hermano mayor de Sebastián, un gusto.
Incliné la cabeza con educación respondiendo el saludo y tomé su mano con firmeza sosteniendo casi con atrevimiento mi mirada en la suya, me observó con seriedad para finalmente sonreír.
—La misma mirada soberbia y orgullosa de Emilia —señaló como si estuviera halagándome.
Ya había sido bastante humillada y maltratada por los vampiros para ahora volver a mostrar miedo nuevamente ante ellos. Por eso ahora suele mantener mi mirada en ellos como si buscó demostrarle que no les temo y que estoy a la par de ellos. Sin embargo, estaba cauta ante aquel hombre, con solo mirarlo noto que tiene un poder casi tan grande como Sebastián.