Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 12

Abrió sus ojos observando el cielo de la habitación con curiosidad, extendió su manito y se la llevo a la boca algo inquieta, Víctor la levantó en sus brazos y le sonrió contemplando el rostro de Millaray que acababa de despertar.

 

—Hola mi preciosa bebé —exclamó con un tono dulce.

 

Bostezó fijando su mirada en quien la sostenía en sus brazos. Sonreí levemente sin pronunciar palabras que interrumpieran este íntimo momento entre padre e hija, pero dos golpes en la puerta hicieron que mis pensamientos se volcaran hacia la insistencia de aquellos.

 

—¿Sí? — pregunté en voz alta.

 

Rosa abrió la puerta con lentitud asomándose inquieta, se ve preocupada por lo que no pude evitar arrugar el ceño esperando que no fueran malas noticias lo que la empujaron a venir a nuestra habitación. Entro sosteniendo un papel en sus manos.

 

—Acaba de llegar esta misiva de Cristóbal —extendió el papel hacía Víctor, quien pasando a Millaray a mis brazos, lo tomó con expresión seria.

 

Víctor leyó el documento en pie, caminando de un lado a otro, mientras más tiempo permanece en silencio más me siento inquieta, su tenso semblante no me tranquiliza.

 

—¿Que paso? — pregunté luego de un rato.

 

—Cristóbal dice... —empezó Víctor deteniéndose y revisando aun el documento—.  Que las cosas no han ido bien, más de la mitad de las hadas del bosque han sido asesinadas por un ejército de criaturas que no han podido verificar si son vampiros o no, pero se descarta que sean humanos, tienes habilidades que están fuera de lo que una persona normal podría realizar, además que llevan sus rostros cubiertos. Dice que Francisca ha sido herida de gravedad, y el monarca de las hadas no parece estar en mejores condiciones. Solicita con urgencia nuestra presencia en el lugar.

 

Levantó su mirada observándome con inquietud. Luego de unos minutos en que ambos no sabíamos que decir respecto a eso volqué mi atención en nuestra hija que duerme ahora en mis brazos, el ir hacía Cristóbal es dejarla en manos de otros y aunque confio en esas personas temo que alguien pudiese aprovechar esa ocasión para atacarlos y buscar hacerle daño a nuestra bebé. Sin embargo sino detemos esto ahora las consecuencias a futuro podrían ser peor, y llevarnos incluso nuevamente a la guerra que tiempo atrás casi devastó a los seres de este lugar.

 

—Iré yo —interrumpió Víctor mis pensamientos.

 

—Yo también iré —respondí de inmediato mirándolo con seriedad.

 

—Prefiero que te quedes acá —replicó arrugando el ceño.

 

—No, si esto hay que detenerlo ahora debemos usar todos nuestros esfuerzos en ello —señalé manteniendo mi mirada encima suyo.

 

Titubeó contemplando a nuestra hija.

 

—Por ella debemos detener esto de una vez por todas —agregué

 

—Por ti también quiero detener esto —señaló deteniendo sus ojos oscuros en los míos—. Si te pasa algo yo no podría seguir viviendo.

 

—Si te pasa algo a ti yo también me sentiría morir —le respondí con suavidad—. Pero no por eso hay que restringir nuestras acciones...

 

—Hay un nefasto presagio sobre ti, es muy distinto —se acercó tomándome de los hombros—. Por favor no vayas a buscar la muerte...

 

Trague saliva ante sus últimas palabras y la dolida expresión en su rostro, entiendo su miedo porque si aquel lugar esta tal como Cristóbal lo indica es como ir a la fuente del maldad directamente. Sin embargo si estamos juntos tengo fe que todo saldrá bien como antes ha pasado. Además algo me dice que aquel presagio se está alejando de mi destino.

 

—Estaré bien —le sonreí segura—. Prometo que no moriré.

 

—No hagas promesas con ese tipo de cosas —bajo la mirada acongojado.

 

—Confía en mi —hice que sus ojos se encontraran con los míos dándole un suave beso en sus labios.

 

No dijo nada más, solo respondió el beso rodeándome con sus brazos y pude sentir como tiembla a causa de su preocupación. No quiero que ese mal augurio sigua interfiriendo en nuestra vida y sé que acabando con el mal que nos acecha ese presagio desaparecerá.

 

Nos preparamos con nuestras cosas llevando solo lo necesario, además claro de nuestras armas. Ambos guardamos silencio mientras nos cambiábamos de ropa, el ambiente esta denso, más aun agregando además el hecho de la gravedad de Francisca y el auxilio pedido por Cristóbal, de quien sabemos que solo pediría ayuda en caso extremo.

 

Me coloqué encima un pesado abrigo de color oscuro que al amarrarlo daba la impresión que fuera un largo vestido voluptuoso, pero cuya tela evitaba los ataques de las hadas en caso de que nos desconocieran. Titubeé cuando Rosa me pasó una sombrilla.

 

—Es para protegerte de los ataques —agregó sería.

 

—Usaré mi daga Aeternus — repliqué mirando incomoda la singular sombrilla.

 

—Nunca muestres a tu enemigo en un principio tu arma más importante —me reprendió colocándose un sombrero.

 

—Pero esta ropa son como disfraces de vestimenta del siglo pasado —señalé confundida mirándome al espejo.

 

—Son trajes de guerra —indicó Rosa colocándome ahora un sombrero de color gris—. Fueron creados por Ismael Rabadan. Los vampiros luego de firmar la paz nos prohibieron seguir la fabricación de este tipo de trajes por lo que lo único que tenemos son las piezas fabricadas en el siglo XVIII por él y su familia. Los botines que llevan están reforzando en acero de drinke, puedes malherir a un vampiro si logras enterrarle los tacos de esos botines. La sombrilla es más liviana pero lleva una malla metálica en su interior puede usarla como escude ya que es capaz de soportar más de cien toneladas aunque no lo creas, el abrigo ya te explique para lo que es...




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