Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 19

Se quedaron viéndome anonadados por mis palabras y la expresión de confianza que se dibujo en mi rostro. Sí, es peligroso sentirme tan segura pero la sensación de que mi fuerza es superior a la de aquellos vampiros es lo que hace que me sienta de esta manera. Algunos retrocedieron observando a la chica que sigue de rodillas y que acaba de cubrir su rostro. Camino hacia ellos dándome cuenta que intentan mantener cierta distancia de mi.

 

—Sería mejor que se entregaran —señalo—. Así no habrán heridos.

 

—¡No hables idioteces, puta zorra mal nacida! —grita el vampiro de estatura media y de forma imprevista se lanzó contra mí.

 

Lo observé sin intenciones de defenderme pero estando a centímetros de recibir el golpe lo esquivé, sorprendido volteó hacia mí sin alcanzar a detener la patada que le di en el cuello, cuyo fuerte golpe rompió sus huesos que resonaron en el lugar. Con el impulso cayó a cierta distancia y en el suelo comenzó a agitarse desesperado por el dolor.

 

—Lo siento, es una de las cosas que no me gusta de los vampiros como no podemos morir con facilidad nuestra agonía se hace eterna —exclamé suspirando y dispuesta a terminar de una vez con el sufrimiento de aquella criatura.

 

Pero Simón, el líder de estos rebeldes, quien estaba ahora tratando de auxiliar a su amigo, tomó una espada que llevaba en su cinturón y le cortó la cabeza de un solo golpe matándolo sin compasión. Levantó su mirada amenazante contra mí, y escupió al suelo mostrando sus colmillos amenazantes.

 

—¡No te daré el gusto de matarnos! —gritó enfurecido.

 

—¿Gusto? —le pregunté alzando ambas cejas, y luego apreté los dientes—. Tal vez sea el mismo gusto con el cual ustedes asesinaron a estos humanos.

 

Se puede sentir el olor de los cuerpos sin vida que están a los alrededores.

 

—No puedo tener compasión hacia quienes tampoco la tienen —agregué notando como su líder se mordía el labio de rencor hasta sangrar. 

 

Pero la otra chica que los acompaña se interpuso en su camino atacándome enfurecida con dos dagas que sostiene en sus manos. La respondí de una patada en el vientre con una facilidad que me sorprendió hasta a mí misma, aun no se levantaba del suelo cuando tomé sus muñeca girándolas de una vez hasta zafarle ambos brazos. Dio un grito de dolor soltando las dagas que sostenía.

 

—Rindete, es lo mejor — exclamé viéndola fijamente a los ojos con seriedad.

 

La mujer se mordió los labios cerrando los ojos como si esperará su final. Sin embargo antes de que yo pudiera decir algo, la espada que sostenía el líder de este grupo le atravesó el pecho y el corazón llegando a herir mi pecho también.

 

—¡Te logré herir! —se rió Simón desquiciado.

 

— ...cariño... — habló con voz débil la mujer que él acababa de atravesar con su espada — ¿Por que...

 

—Lo siento corazón, pero nuestra lucha esta primero —respondió sin dejo de tristeza ni compasión.

 

La mujer escupió sangre entrecerrando los ojos con amargura. Simón entusiasmado porque cree que me está causando mucho dolor empuja la espada contra mi sin importarle los quejidos de la vampiresa que está entre ambos. Sonrió de forma maquiavélica.

 

Tomo el filo de la espada con mis dos manos rompiéndola y agarrando su brazo que sostiene la espada que aun atraviesa el cuerpo de la vampiresa le atravieso el cuello con el pedazo de espada que tengo en mi mano.

 

Gritó de dolor  y retrocedió viendo como su sangre sale sin control de su cuerpo.

 

—Algo que odio son a los vampiros como tú —avanzo hacía él, aprieto los dientes empuñando mis manos—. Esos que por lograr sus propósitos son capaces de matar a sus compañeros sin consideración.

 

De una patada rompí un puerta de madera que estaba cerca y recogí el trozo más filoso de madera que quedo en el suelo.

 

—No te atreverás —se rió nervioso retrocediendo atolondrado por el dolor y la pérdida de sangre— Sabes lo que podría...

 

—No me interesa —lo interrumpí con frialdad.

 

— ¡Si usas una estaca de madera contra un vampiro no solo lo matas haces que su alma quede eternamente atrapada en el infierno! — gritó ante mi indiferencia.

 

— Es lo que mereces — respondí con frialdad.

 

—Mira... eres Catalina, la anterior líder, fuiste humana debes sentir compasión y...

 

—No, la humana Catalina no está aquí, solo la vampiresa —le quité la espada del cuello y la sangre brotó con más fuerza por lo que le enterré mis colmillos y bebí su sangre sintiendo como a aquel vampiro pareció agradarle en un forma enferma ya que dejo escapar quejidos de excitación.

 

Me alejé contemplándolo con seriedad, me asqueaba esa mezcla de dolor y excitación que algunos vampiros parecen tener al ser mordidos por otros. Abrió los ojos con debilidad y antes de que dijera algo le arranque el corazón de un solo golpe. Sonrió tal como si lo agradeciera y se apagó su vida con rapidez.

 

— Espero no arrepentirme más adelante — suspiré dejando caer la estaca de madera que al final no utilicé.

 

— Catalina... — musitó una voz conocida. Fernando me miró sorprendido pero luego sonrió suavemente—. Un gusto verla nuevamente con vida mi señora.

 

Inclinó levemente la cabeza, luego vuelve a mirarme entrecerrando los ojos sin dejar de sonreír.

 

—Vine a ayudarte pero veo que ya has controlado la situación —agregó contemplando de soslayó los cuerpos que yacían en el suelo.

 

—Creo que me deje llevar —murmuré—. Pero aún quedan dos de ellos vivos.

 

—Yo me encargo —dijo de inmediato—. Venía a matarlos, no es la primera vez que lo hacen. No es excusa la falta de sangre para asesinar de esta manera, podemos tomarla sin matar. —Suspiró




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