Cristóbal ayudado por Rosa camino dentro de su habitación sonriendo más tranquilo. Rosa no deja de mirarlo emocionada, y mi hija salta aplaudiendo. Las cosas han cambiado bastante, aun recuerdo su enorme y suntuosa habitación en aquella casa de la familia Fuentes, y comparándola con esta habitación más modesta es extraño verlo sonreír con una sinceridad muy distinta a la del joven vampiro que conocí apenas me había convertido en uno de ellos.
—Gracias Catalina —señaló Cristóbal mientras se volvía a sentar en la cama.
—El antídoto funcionó a la perfección —agregó Rosa—. Aunque aun no me explican de donde lo sacaron.
—Digamos que una dulce hada madrina está detrás de esto —sonrió Cristóbal.
—No guardes secreto conmigo — murmuró Rosa. Cristóbal se levantó un poco y le dio un suave beso en la frente que la hizo sonrojar.
—Me alegra ver que estas mejor — respondí evitando reírme ante la expresión de Rosa—. Pero después tenemos que hablar.
—Por la seriedad como lo dijiste supongo que es algo que no debo tomar a la ligera ¿No es así? —respondió contemplándome con fijeza.
No le respondí, solo moví la cabeza. Pensaba decirle algo cuando dos golpes en la puerta nos interrumpieron. Benjamín se asomó luego de que Cristóbal le dijera que pasara.
—Me alegra ver que ya está mejor —señaló mi hermano con sinceridad dirigiéndose a Cristóbal—. Necesito robarle un rato a Catalina.
—¿Qué pasa? —pregunté preocupada.
—Nada malo ¿Me acompañas? —me dijo entrecerrando los ojos como si me tuviera una sorpresa.
—Bien, vamos —le respondí más confiada.
—¡Yo también! —exclamó Millaray aferrándose de la mano de Benjamín.
Caminamos por el pasillo mientras a mi hermano le es difícil guarda su evidente emoción. Por más que trato de preguntarle no me responde.
—Al parecer has sido un buen tío —murmuró haciéndolo sonrojar.
—Benjamín y yo nos casaremos —dice mi hija a la que la veo sorprendida.
— No puedes casarte con él —le indicó tratando de verme sería porque al ver el rostro sonrojado de Benjamín me produce mucha gracia.
—¿Por qué no? —me pregunta arrugando el ceño.
—Porque es mi hermano, si te casa con él pasarías a ser mi hermana, o sea yo sería la madre de la esposa de mi hermano la cual a su vez sería mi cuñada e hija, si tuvieras hermanitos pasarías a ser su tía pero a la vez su hermana ¿entiendes la lógica?
—No, solo me doy cuenta que estas loca pero eres divertida — habló con seriedad y sinceridad.
Benjamín que hasta ahora había guardado silencio se puso a reír.
—¡Oye...
No alcancé a reclamarle porque abrió la puerta de la sala en la que se detuvo y mis ojos se encontraron con mis padres. Me quede sin habla embargada por la emoción. Mi madre se puso a llorar sonriendo y mi padre visiblemente emocionado tampoco supo que decir.
—¡Abuelitos! —gritó Millaray rompiendo el silencio y tirándose a abrazar a mis padres.
—Mamá... Papá... — musité cubriéndome los labios.
—Hija mía — mi mamá me rodeó con sus brazos.
—No sabes cuánto te hemos extrañado —indicó mi papá quien llevaba a Millaray en sus brazos.
—Yo... —titubeé sin atreverme a decirles que soy un vampiro—. Ustedes deben saberlo —contemplé a Benjamín.
—Cuando habías fallecido les conté toda la verdad —habló mi hermano con melancolía—. Lógicamente no me creyeron —sonrió con tristeza—. Incluso se enojaron conmigo... pero cuando paso todo esto creyeron en mi palabra.
—¿Aun así siguen queriéndome como... hija? —pregunté preocupada.
—¡Claro que sí! —indicó mi madre de inmediato—. Seas vampiro o humano no dejas de ser nuestra hija.
—Y nos alegra que estés con vida —agregó mi padre abrazándome.
—¿Quién es esa hada? —le pregunté a Cristóbal apenas estuvimos solos. Arrugué el ceño ante la leve expresión de burla que se dibujó en su rostro.
—¿Por qué el interés? —respondió con otra pregunta tal y como si estuviera jugando conmigo.
—¿Quien es ella? —insistí colocándome más seria.
Me contempló unos momentos y luego suspiró con una triste sonrisa.
—Se llama Aghata, es un hada de la luz, se diferencias por la forma características de sus orejas, aun así está en contra de su rey quien ha decidido estar de parte de la bruja. Es una aprendiz de hechicería y su maestro es... Víctor —su rostro se ensombreció—. Es por eso que nos facilita los antídotos de sus ataques aun a costo de su propia vida, muchas veces le he dicho que deje de ponerse en peligro pero es una cabeza dura que insiste en hacerlo y...
—¿Entonces porque me besó? —lo interrumpí con impaciencia e inquietud.
—¿Te besó? —abrió los ojos sorprendido. —No pensé que llegaría a eso.
—¿Podrías explicarte mejor? —pregunté preocupada por su rostro confundido.
— Uhm... Digámoslo de esta manera, Agatha siente un amor platónico por ti, conoce tu historia, te ha seguido desde que fuiste elegida líder de nuestro clan.