Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 24

Llevamos días caminando rumbo a las zonas bajas en donde antes existió una ciudad de gente acomodada,  también habían muchos edificios enormes que se levantaban impetuosos sobre el pavimentos gris. Pero hoy solo son ruinas consumidas por la misma naturaleza que rodean a las pocas edificaciones que siguen manteniéndose en pie. En cierta forma es angustioso contemplar esta desolación, pero lo es más al sentir el aroma de sangre putrefacta, lo que es extraño porque si alguien hubiese vivido en este lugar serían diez años tratando de sobrevivir por si solo o por grupos, y por el olor de esa sangre de aquellos supuestos cadáver es que solo llevan unos días en este lugar.

 

—No hay humanos cerca —señaló Baltazar con superioridad. Según él puede sentir la presencia de humanos en un mayor perímetro que Fernando y yo.

 

Nos detuvimos frente a la entrada de lo que antes fue una enorme casa de tono gris, con esculturas de gargolas contemplándonos desde falsas ventanas de piedra, a los costados del edificio principal hay dos estructuras extensas en donde su gran cantidad de ventanas evidencia lo enorme que debe ser aquel lugar por dentro. Hay muchos arboles que han crecido en forma desordenada y plantas que cubren el pórtico por completo, arrugué el ceño preocupada de aun no poder sentir al vampiro que se supone vive en este lugar, según las informaciones recopiladas por Maximiliano, antes de iniciar nuestro viaje, en este lugar hay un grupo de vampiros renegados.

 

—Algo no me gusta de aquí —exclamó Fernando—. Ese repugnante olor a sangre no me gusta.

 

—Tal vez deberíamos entrar luego y revisar esta casa para confirmar si hay un vampiro en este lugar —murmuré contemplando fijamente la entrada cubierta de enredaderas.

 

—Bien, las damas primero —agregó Baltazar señalando hacia el extenso jardín salvaje que nos guiaba a la puerta de aquella casona.

 

Lo observé extrañada, desconfiada, hay algo por decirlo siniestro en aquella sonrisa que esta quieta en su rostro; sin embargo no tenemos otra opción más que el entrar a este lugar. Caminé lentamente observando con cautela las flores blanca que cubren todo el cielo de aquella entrada, el olor de las flores es tan fuerte que por momentos quiero cubrir mi nariz pero lo evito considerando que tal vez aquello se vería muy ridículo. Un agudo chillido me hizo retroceder. Por el costado apareció un ragaz dispuesto a atacarme, por su delgadez y desesperación es claro que busca alimentarse de mi sangre. Cruzo los brazos para protegerme del golpe a recibir ya que no alcanzo a contraatacar.

 

—¡Ray meum! —grita una voz y observó como la criatura recibe una descargar eléctrica hasta caer desfallecida al suelo. 

 

—¿Agatha? —exclamo sorprendida al verla en aquel lugar.

 

Pero su mirada sería y molesta se desvía en dirección a Baltazar quien sonríe con burla y comienza a aplaudir.

 

—¡Maldito! —masculló Agatha.

 

—Me preguntaba cuando harías tu aparición, llevas siguiéndonos bastante tiempo y...

 

—¡Estabas usando a Catalina como señuelo para obligarme a aparecer! —lo interrumpió visiblemente molesta.

 

Al escuchar eso arrugué el ceño dirigiéndole una mirada de odio a aquel individuo, aunque es algo que me esperaba.

 

—Estaba listo para salvarla en caso de que no hubieras actuado —respondió colocándose serio—.  Además me despierta curiosidad el porqué una hada nos viene siguiendo escondida.

 

Agatha se mordió el labio y guardó silencio. Es claro que se siente timada por aquel vampiro que no deja de sonreír en forma burlesca.

 

—Es un asunto que no es de tu incumbencia —replicó con frialdad.

 

—Agrego además que me impresiona ese enorme poder, llamar a un rayo y usarlo contra alguien es solo algo que un gran mago sería capaz de hacer —le sonrió con malicia.

 

—Soy una aprendiz de mago —respondió con fastidio.

 

—Una aprendiz que usa un nivel de magia de un mago "profesional" —Baltazar habló con ironía.

 

Se quedaron contemplando en silencio, es claro que se quieren decir algo pero no lo hacen, tal vez para evitar un conflicto en este momento. Agatha aprieta los dientes antes la sarcástica sonrisa de Baltazar.

 

—Demasiado poder para una hada aprendiz —vuelve a señalar—. Me preguntó si acaso no estás ocultando tu verdadera apariencia y...

 

—No soy como tú —lo interrumpió bruscamente Agatha—. El olor a muerte y las ansias que revelan tus ojos es clara señal que te estás conteniendo para no matarnos.

 

No es una sorpresa, tanto Fernando como yo nos habíamos dado cuenta que Baltazar se estaba controlando para no asesinarnos. Sonrió y con su mano desordenó sus propios cabellos a la vez que sus colmillos asomaron amenazantes fijando la mirada en la hada quien dándose cuenta del peligro se colocó en posición de defensa.

 

—Tienes razón —agregó—. No imaginas mis ganas de liquidarlos a todos y bañarme con vuestras sangres luego de haberlos matado lenta y dolorosamente. Pero por ahora no. 

 

Se cruzó de brazos dándole la espalda y se alejó del grupo antes de que alguien pudiera detener su camino.

 

—Catalina —murmuró Agatha—. No te descuides frente a aquel tipo, es más peligroso que cualquiera que antes hayas conocido...

 

—¿Quién eres, Agatha? —la interrumpí mirándola con fijeza— ¿Quien es el que se esconde detrás de tu apariencia?

 

Las mismas insinuaciones de Baltazar han hecho reflotar de mis sospechas de que ella no es quien dice ser. Me contempló como si no se esperará esta pregunta, luego desvió la mirada y sonrió con tristeza.

 

—No soy él, Cat. No soy Víctor —respondió y bajo la mirada apretando los dientes—. Porque si fuera Víctor ni siquiera intentaría acércame a ti,  no te merecería y me castigaría con la muerte, un bastardo cobarde como él merece el infierno y no...




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