No tuvimos otra alternativa más que sepultar a Vanessa. Lo usual hubiera sido cremar su cuerpo pero el humo de la fogata nos hubiera expuesto al peligro de ser atacados por aliados de la bruja. Fernando cavó un profundo poso en donde Agatha depositó el cuerpo, ambas observamos en silencio y con amargura como la tierra cubre el cuerpo de quien parece dormida pero sabemos que no es así. Baltazar en tanto permanece con gesto aburrido contemplándonos como si fuéramos unos niños idiotas. Se ha afeitado y cortado un poco su cabello negro y largo, con ese aspecto su mirada fría y cruel se ve más acrecentada que antes.
—Descansa en paz —murmuró Agatha entrecerrando los ojos.
Cubrimos el lugar con hojas secas y maleza, para así evitar que alguien profanara esta improvisada sepultura. Seguimos en silencio sin saber que decir, la situación en cierta medida nos tiene con el ánimo bajo, jamás nos esperábamos que viéramos morir tan pronto a alguien con el cual antes nos habíamos relacionados.
—Deberías volver con tu hija —señaló la hada sin mirarme con el ceño preocupado.
—No —le respondí—. Si estoy aquí buscando aliados que puedan evitar que todos caigan en manos de la bruja es también por Millaray —tensé mi rostro—. Quiero que viva en un mundo en donde nada de esta basura siga existiendo, que no vea morir a personas queridas de esta manera. Si vuelvo solo sería para esperar el final de ambas.
No quise decirle que claramente que me duele el no poder estar con mi hija, luego de perderme diez años de su vida vuelvo a estar lejos de ella, pero esto es algo que debo hacer si o si, aunque hasta ahora no ha resultado como lo esperába. Solo hemos conseguido encontrar a Baltazar y aunque es un vampiro poderoso no estamos seguros si está del lado nuestro o no.
—Si siguen lamentándose y quedándose en este lugar es muy probable que los enemigos nos encuentren —habló Baltazar con indiferencia.
—Bien —señalé—. Seguiremos con nuestro viaje pero... —dirigí mi atención hacia Baltazar— no vuelvas a asesinar a otro de nuestros posibles aliados.
— Esta bien — respondió levantando las manos con gesto sarcástico —. No mataré a nadie más a menos que se vuelva un peligro para mi vida.
Y sonrió levantando las cejas con una expresión de mordacidad que es claro que busca alterar mi ánimo. Solo lo observé en silencio antes de alejarme y empezar a caminar rumbo hacia el este. Lugar en el que según los informes de Maximiliano se encuentra una gran aglomeración de vampiros.
Dejamos atrás la ciudad en ruinas, consumida por la naturaleza y los chillidos de algunos rapaces que deambulan por los alrededores. Sabemos que nos siguen sin embargo no se atreven a atacarnos.
Subimos por la construcción de un cerro pequeño hasta llegar a lo que antes fue un zoológico, las garitas vacías dan una sensación de soledad y tristeza que nos embarga, más aun al recordar lo animado que era el lugar cuando venía siendo una niña con mis padres. Entrecierro los ojos con aquella extraña sensación aun presente, y aun cuando mis intenciones es seguir cuesta arriba, Baltazar empuja los hierros de las puertas y entra al lugar, lo seguimos en silencio pero preocupado de sus intenciones, sin embargo su seria expresión no da a lugar algún cuestionamiento. Sin alejar su vista de los alrededores sonríe ligeramente.
—Es un nido de vampiros —murmura.
Lo observó estupefacta hasta que comienzo a sentir la presencia de muchos vampiros que nos rodean y nos observan ocultos. Tomó la empuñadura de la daga Aeternus pero Baltazar colocando su mano sobre la mía mueve la cabeza negativamente.
—Mantén la calma, no nos conviene iniciar una pelea... aun —exclamó.
Titubeó, pero su experiencia es mayor que la mía, y su rostro confiado y sereno me obliga a seguir su consejo. Fernando arruga el ceño observando a su alrededor con cautela, es obvio que también está sintiendo la presencia de los otros vampiros.
—¿Por qué le dices nido de vampiros? suena extraño... —indicó.
—Antes de ser clanes los vampiros se separaban en grupos a los cuales solían llamarles nidos —respondió Fernando—. Eran nómadas y se movían en grupo atacando y consumiendo a pueblos enteros...
—Luego los nidos más grandes se formaron en Clanes y desde ahí los vampiros perdieron su honor convirtiéndose en grupos controlados por vejestorios que prefieren la paz y la humillación a que hacer vales nuestro orgullo —lo interrumpió Baltazar sin mirarlo.
Fernando tensó su rostro y fue claro que las palabras del vampiro mayor no fueron de su agrado.
—Se organizaron como Clanes con la intención de dar lucha a los cazadores y luego buscar la forma de poder vivir en paz con el resto de las criaturas existentes.
—Boberías —señaló Baltazar sonriendo con ironía—. Se hicieron débiles eso es lo que realmente paso, si quisiéramos podríamos gobernar este mundo y que los humanos solo fueran parte de nuestro ganado y...
Se interrumpió a si mismo volteando su atención a los vampiros que ahora nos rodeaban. Aun así no borró el sarcasmo presente en su mirada y sus ansias de sangre hicieron que quienes estaban amenazándonos dudaran de atacarnos o no.
—Llévennos con su líder —ordenó secamente.
—¡¿Quien te crees bastardo para hablarnos as...?!
Pero aquel vampiro no alcanzó a terminar su frase antes de que su cabeza cayera rodando al piso. Baltazar saboreó la sangre que había en la mano con la que le arrancó la cabeza y con actitud intimidante volvió a repetir:
—Llévennos con su líder.
Esta vez ninguna de los otros vampiros se negaron, a pesar del rencor con que lo miraban también sentían pavor hacia él. Caminamos detrás de ellos en silencio, el paisaje dentro del lugar es aun más desolador, jaulas rotas y abiertas, piscinas secas, restos de lo que alguna vez fueron grandes animales, algunos locales de tiendas rayados con pintura. Nos llevaron a una de las enormes bodegas de aquel recinto, aun con la total oscuridad pudimos darnos cuenta que alguien estaba sentado en el fondo rodeado de vampiros que con sus ojos rojos y colmillos asomados se mostraron amenazantes.