Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 28

Fernando nos contempló preocupado en cuanto nos vio acercarse. Descendí del caballo en silencio. 

—Esperaba que no quisiera unirsenos —señaló.

 

Intente sonreír pero me siento desalentada, con sinceridad pensé que tenía una posibilidad de que Marcos hubiera aceptado ir con nosotros pero el no cree en que podamos ganarle a la bruja y ve como si todo esto solo fuera una perdida de tiempo.

 

—Le hubieras dado lo que él pedía las cosas serían distintas —agregó Baltazar con seriedad.

 

—No estaba dispuesto a pelear, ni siquiera si hubiera aceptado, además no es mi estilo jugar así con los sentimientos de otros...

 

Baltazar carraspeó antes de sonreír con ironía.

—Sigues siendo aun demasiado humana —señaló con burla antes de retirarse.

 

Lo seguí con la mirada pero solo suspiré con fastidio sin responderle.

—Pero es eso lo que te hace especial —indicó Fernando—. Tu humanidad.

 

—¡Catalina! —nos interrumpió Agatha agitada—. Perdona mi ausencia, tuve que ir a ver unos asuntos ¿Todo bien?

 

—Sí —intenté sonreirle.

 

—¿Que pasó? —preguntó preocupada.

 

—Volveremos al campamento con menos vampiros de los que esperaba, siento que he fracasado —levanté la mirada.

 

Agatha luego de mirarme asustada terminó por sonreír y colocó su mano en mi cabeza en forma cariñosa.     

—No digas eso, haz hecho suficiente. Además mira lo que te he traído.    

 

Dicho esto extendió su mano hacia la mía pasándome un pequeño envoltorio dorado. Cuando lo abrí había un chocolate redondo como una pequeña pelotita. La quede mirando sin entender.

 —Vaya —exclamó Fernando—. Hace mucho que no veía un chocolate ya casi no quedan.

 

—¿Por que? —la miré con fijeza mientras la joven hada entrecerraba los ojos sonriendo.

 

—Cuando sonríes iluminas mi  vida —señaló con dulzura—. Y se que te gustan mucho este tipo de golosinas.

 

—Gracias —respondí agradeciendo su gesto. Me siento muy agradecida por sus intenciones.

 

—Fue un alivio de no haber sido tan golosa y habérmelo comido —se rió—. Espero que con esto no estés más desanimada.                  

 

—Extrañaba tanto esa sonrisa tan encantadora— habló una voz desde la espesura del viento.

La reconozco  y volteó sin creer que se trate de él. Anonadada observo la sombra que desciende al suelo. Cubierto con una larga capucha negra baja hasta el centro del campamento. El resto de los vampiros se asoman al sentir la extraña presencia. El hechicero levanta su mano amenazante.

 

—Un gusto volver a verte mi dulce y querida mujer —y la hilera de dientes blancos se asomaron en aquella mueca que intenta ser una sonrisa.

 

—Víctor —musito arrugando el ceño.

 

—Fue suficiente, este juego se acaba ahora —levanta su mano con intención de atacarlos pero la hoz de mi arma Aeternus se detiene amenazante a una corta distancia en su cuello—. ¿Amenazas mi vida?

 

—No te entrometas en esto —me mira fijamente con maldad al escuchar mis palabras—. No me obligues a herirte.

 

—¿Herirme? —abre los ojos con sorpresa y luego sonríe con burla—. Dices eso pero el dolor de tu mirada parece decir lo contrario.

 

Apreté los dientes sin responderle porque sé que tiene razón, no puedo evitarlo, mis manos tiemblan, sinceramente no quiero pelear contra él. Arruga el ceño molesto por mi silencio al parecer, y la crueldad de sus ojos se detiene en mi confusión. Levanta su mano mientras su voz ronca dice "Creeper melle". Retrocedo de inmediato llevada por mis instintos pero el suelo se abre y enredaderas gruesas se enredan en mis piernas. Intento cortarlas con mi hoz pero a la vez que las corto aparecen más y más, se enredan en mis piernas impidiendo que pueda esquivarlas mientras otras se aferran a mis brazos inmovilizándome, no suelto la hoz pero en esa posición no puedo usarla. Observó a Fernando quien intentó detener a las plantas pero igual terminó cayendo en su trampa. Agatha en tanto sigue esquivándolas sin que aun las atrape. 

 

Víctor se acercó sin expresión aprovechando que no puedo moverme, tocó mis labios con sus dedos y luego mi mejilla, pero no hay nada en su rostro que pudiera ayudarme a entender lo que piensa. Colocó su frente sobre la mía entrecerrando los ojos como si disfrutara tenernos atrapados. Sus labios se acercaron a los míos pero se quedo detenido y se rió con burlas antes de abrir los ojos tal como si hubiera perdido la razón. Es él, tal como lo recuerdo, esa maldad, esa mirada de odio y crueldad, es como mis recuerdos se aclaran, no mejor dicho los recuerdos de Emilia sobre el hechicero.

 

—Me hubiese gustado poder seguir jugando contigo —me susurró al oido antes de cortarme un mechón de mi cabello—. Este será mi recuerdo, el aroma de tu cabello, lastima que deba matarte pero mi querida bruja necesita tu corazón.

 

Dicho esto retrocedió sin dejar de mirarme.

 

—¿Que vas a hacer? —pregunté abriendo los ojos más— ¡¿Que mierdas vas a hacer?! —le grité al no ver reacción en su rostro.

 

—Adiós —y vi como una ráfaga de energía rodeaba su brazo derecho.

 

—Vas a matarme —murmuré sin creerlo y moví la cabeza a ambos lados—. Eres un débil idiota... ¿Por qué dejaste que la maldad se apoderará de ti? ¿Acaso Millaray y yo nunca fuimos importantes para ti?...

 

—Lo fueron —me interrumpió con brusquedad—. Pero para el hombre que fui antes, no para el que soy ahora.

 

¿Qué quiere decirme? ¿Que ya no es aquel Víctor que ame? tensó mi semblante con dolor al ver la crueldad con que me contempla. No quiero creerlo, aun cuando él mismo me lo dice no quiero creerlo.

 

—No volví a la vida para jugar a las parejas con la misma mujer que hizo a mis planes fracasar, esta vez Emilia las cosas no saldrán como tu esperas —indicó con frialdad.




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