Cruzada de Sangre - Presagios #3

Capítulo 31

El imponente castillo esta frente a nosotros, de fachada oscura sobre el árido suelo a su alrededor donde solo algunos troncos quemados se mantienen en pie. Parece una siniestra pintura en la lobreguez misma de la maldad. Ocultos observamos los alrededores, hay soldados rodeando el castillo, al parecer la bruja prevé nuestro ataque.

 

Francisca arrugó el ceño.

 

—Será un enfrentamiento directo, no nos conviene separarnos demasiado —señaló.

 

—Además nuestro número es inferior —replicó Arístides con preocupación.

 

—Dirigiremos el ataque —agregó Cristóbal—. Junto a Fernando y Baltazar iremos adelante, ustedes deben ir en el centro y cuando el camino se despeje avanzar al interior del palacio en busca de la bruja.

 

—El hechicero puede darnos problemas pero se los dejaremos a ustedes —Arístides los observó con seriedad.

 

Baltazar sonrió con ironía.

 

—No creo que el hechicero salga afuera, se quedará dentro del palacio a proteger a la bruja —fijó su mirada en la mía.

 

—Bien, como sea debemos estar preparados para enfrentarlo —Francisca los observó a todos mientras mueven la cabeza aceptando la idea.

 

El sonido de una trompeta nos hizo volcar nuevamente la atención hacia el viejo castillo. Uno a uno los soldados que lo protegen hicieron sonar sus cuernos replicando el sonido, justo en ese momento el suelo bajo nuestros pies comenzó a temblar. Dimos un salto justo a tiempo cuando la tierra se abrió y emergió una extraña mujer con intenciones de atacarnos, pero Baltazar siendo más rápido le lanzó una daga directo al cuello haciéndola caer de inmediato, grito revolcándose de dolor ahogada en su propia sangre. El vampiro sin perder tiempo tomó su espada y sonriendo con maldad le cortó la atravesó el filo entre los ojos de un solo golpe.

 

—Un hada... —murmuró Arístides arrugando el ceño, con eso confirmamos que hay hadas de los otros reinos que están a favor de la bruja.

 

Con esto nos damos cuenta que el sonido de trompetas era un aviso de nuestra presencia tal vez detectada por el hada que intento atacarnos.

 

—Ya nos han descubierto —señaló Francisca mordiéndose una uña con fastidio—. ¡Vamos ahora con el ataque de inmediato!

 

—¡Sí! —gritaron al unisonó el resto de los hombres.

 

Justo a tiempo pues las tropas de la bruja ya estaban en camino a recibirnos. Ni la bruja ni Víctor se vislumbran en el grupo que avanza para enfrentarnos, lo que Baltazar dijo es cierto de seguro ambos están dentro del castillo.

 

—Que gracioso —habló en voz alta un hombre que esta frente a las tropas de la bruja cuando ambos grupos enemigos se quedaron detenidos a corta distancia uno frente al otro—. Quien iba a pensar que la mujer que me arrancó el ojo aun sigue con vida.

 

Hasta ahora no había prestado atención hacia quienes estaban comandando a nuestros enemigos, mi atención se concentraba solo en el castillo. A pesar de que estoy más atrás, ya que el primer contraataque lo lideraran Baltazar, Cristóbal y Fernando, aquel individuo parece haber notado mi presencia desde el principio. Arrugo el ceño al reconocerlo, es Fergus, aquel mismo individuo, hermanastro de Cristóbal, con el cual nos enfrentamos por el liderazgo del clan. Aprieto los dientes mostrándole mis colmillos.

 

—Debería darte vergüenza darle la espalda a tu familia de esa manera —habló Cristóbal con sequedad—. Esa bruja que proteges destruyó nuestro clan, asesinó a nuestro padre y tú en vez de luchar a nuestro lado lo haces en contra nuestra.

 

—¿Mi padre? ¿Familia? —preguntó Fergus fingiendo sorpresa antes de reírse a carcajadas—. Cuando "mi familia" prefirió apoyar a esa mocosa de origen humano como líder del clan dejaron de ser parte de mí.

 

Dirigió su mirada a Fernando ya que claramente estaba haciendo alusión a él.

 

—Estar a cargo de un clan requiere una madurez y sacrificio que tú no tienes —respondió Fernando seriamente.

 

Baltazar los interrumpió riéndose a carcajadas haciendo que los presentes volcaran su atención en él. La expresión de maldad de su mirada pareció incrementarse más, con sus ojos fijos en Fergus volvió a reírse con burla ante la expresión de ira del más joven.

 

—No me digas que esa pequeña vampiresa inexperta se quedo con el liderazgo de tu clan en desmedro de ti —dejo de reírse y su rostro mostró una frialdad espeluznante—. Que patético.

 

—No sé quien seas ¡Pero te arrepentirás de hablarme así! ¡Tropas prepárense para atacar! —volcó su atención hacía sus hombres.

 

Notamos como se pusieron en posición, con sus escopetas dispuestos a dispararnos. Extraño, pues es inútil que utilicen ese tipo de armas ya que estas no hacen daño ni a los vampiros ni a las hadas, a menos que fueran las armas purificadas de los cazadores, tal vez sus intenciones es matar a los cazadores (humanos) de nuestras tropas, pero el grupo que esta adelante está conformado por los vampiros y hadas y es difícil que sus balas puedan traspasarlos para llegar a los humanos.

 

—Es un extraño movimiento... —murmuré preocupada.

 

Francisca me contempló por algunos segundos y luego dirigió su mirada a las armas de nuestros enemigos, abriendo los ojos estupefacta.

 

—¡Eviten recibir esos balazos! —gritó preocupada.

 

Pero su voz se mezcló con la palabra "¡Disparen!" de uno de los hombres de Fergus, varios vampiros y hadas cayeron al suelo gritando de dolor. Se estan quemando por dentro dejando ver la piel derretirse y sus órganos a la vista de los demás. Quienes logramos esquivar las balas contemplamos aterrados la muerte agónica de los más desafortunados.

 

—Esos malditos han replicado las armas de los cazadores ¿Como mierda lo han hecho? —exclamó Francisca apretando los dientes.




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