Capítulo 1
Lo que inició todo / primeros años.
Helen y Julia se miraron sorprendidas entre los pasillos abarrotados del supermercado, como si el tiempo no hubiera pasado desde aquellas risas adolescentes compartidas en el colegio. Bastó un saludo para que los minutos se estiraran hasta convertirse en horas. Buscaron una mesa en la pequeña cafetería junto a la salida y allí, entre tazas de café tibio y bolsas de compras olvidadas a un lado, empezaron a ponerse al día.
Hablaron de todo: de los momentos hermosos que aún brillaban en la memoria —viajes improvisados, risas en los pasillos de clase, los sueños que parecían tan fáciles cuando eran jóvenes—, y también de los momentos horribles, aquellos que habían dejado cicatrices invisibles. Julia contó cómo la vida había cambiado tras convertirse en madre, los desafíos que casi la rompieron, pero también las pequeñas alegrías que la mantenían en pie. Helen, por su parte, habló de mudanzas, despedidas, y de esa sensación de no pertenecer a ningún sitio hasta ahora.
Helen le contó que acababan de volver a la ciudad y, por ahora, vivían en casa del tío de su esposo. Buscaban un hogar, algo propio, un lugar donde los días empezaran a sentirse suyos. Julia sonrió como quien guarda un secreto brillante y dijo:
—Justo al lado de mi casa hay una vivienda desocupada. Es hermosa, deberías verla.
El destino rara vez avisa, pero esa vez lo hizo con la sencillez de dos amigas reencontrándose entre estantes de frutas y latas. Helen no dudó. Y así, lo que comenzó como una casual conversación en un supermercado se transformó en la mudanza que colocó a Ava al lado de Miller, a tan solo una verja de distancia.