Cuando Colisionan Los Legados

Capítulo 3: La llegada

 

El auto se detuvo frente a la academia. Al bajar del auto, Vince se encontró fachada de mármol con unas farolas colgando a los lados, con una enorme puerta de madera blanca entre varios pilares del mismo mármol. Sobre la entrada, se hallaba una escultura del escudo de la Academia, una cabeza de león. Vince creyó que se trataba de una mantícora y no un león común, era una academia de magia después de todo. Trocar abrió la puerta, Vince lo siguió. Todo estaba casi vacío; a excepción de ciertos alumnos y personal, que ya habían comenzado a mirarlo extrañado. Los primeros días serán una tortura, pensó el chico mientras caminaba.

¡Ah! Laia, qué gusto verte. ¿Cómo estuvo la llegada de los estudiantes? —le preguntó el hombre a una mujer en un vestido verde bastante elegante, y su cabello rojizo amarrado en un moño. No parecía tener nada extraño.

¡Everett! Podrías haberme dicho que no estarías ¿sabes? Tomar tu lugar en la asignación de habitaciones es más difícil de lo que creí —le replicó la mujer, luego volteó a ver a Vince. —¿Es él? —preguntó.

Así es. Vincent, ella es la profesora Laia Dermody, con ella recibirás astrología. Laia, él es Vincent, nuestro primer estudiante humano —los presentó Trocar. Vince saludó con la mano. —Buenas noches, profesora —dijo el chico.

Qué gusto tenerte aquí. El personal de la Academia está más que complacido de recibirte —le saludó la mujer.

Yo… no quiero ser irrespetuoso, pero usted no parece ser alguna criatura, ¿usted es otra humana? —preguntó con algo de pena.

La mujer se rio en lo bajo y se dio media vuelta, de su espalda aparecieron dos alas plateadas que reflejaban mil colores; era un hada. Vince observó con asombro, mientras que Trocar y Dermody sonreían con orgullo.

Como verás, no todo es lo parece. Es muy poco probable que encuentres otro humano por aquí —le explicó Trocar.

Entiendo… ¿Dónde dormiré? —preguntó el chico.

Ah, cierto. Laia, tú debes tener el documento de las habitaciones. Vincent debería estar asignado a una —dijo el hombre hacia la otra profesora.

Ah sí. Esta en la 213 con… —la mujer no terminó. Trocar se acercó y leyó el documento.

¿Hay algún problema? —les preguntó el chico.

Ven conmigo —le contestó Trocar.

Trocar comenzó a caminar hacia uno de los pasillos, Vincent lo siguió. Por dentro, la Academia era igual de impresionante, las paredes de mármol reflejaban casi como un espejo y el suelo de madera no emitía ni un crujido. La iluminación venía de varios candelabros, que colgaban a la misma distancia el uno del otro. Sobre el suelo, se extendía una larga alfombra roja mas no lo cubría del todo; los lados quedaban al descubierto y así es como se sabía que el suelo era de madera. Las puertas tenían placas doradas con números grabados. Debido a que su habitación era un numero lejano, tuvieron que caminar un buen tiempo y subir varios pisos.

Vince notó como las ventanas no parecían estar en su lugar, aparentemente no había un vidrio y de hecho podía sentir brisa a través, pero al querer sacar su mano, el chico se topaba con la sensación de algo sólido deteniéndolo. Mientras caminaba, al pasar por ciertos sitios, escaleras comenzaban a construirse de la nada, y se deshacían conforme a él se alejaba. Al igual que pasillos que se abrían frente a ellos y entraban a ellos pese a que antes no estaban ahí. Mientras caminaban por el pasillo de las habitaciones del 200 en adelante, Trocar habló.

El chico con el que compartirás habitación… ten algo de paciencia con él. No ha tenido suerte con hacer amigos y no confía fácilmente en los nuevos. Suele estar en lo suyo hasta tarde —le explicó el profesor.

Claro, intentaré ser lo más amable que pueda, al final del día estoy en su misma posición —le contestó el chico.

Trocar sonrío y suspiró. —Realmente eres muy parecido a tu abuela —le dijo Trocar.

Vince aún no sabía cómo reaccionar a eso; siempre le decían que era parecido a su abuela en personalidad y debido a que era un tema sensible para él, aún no había descifrado lo que debía sentir. Mientras estos pensamientos daban vueltas en la cabeza del chico, Trocar se detuvo frente a la puerta 213 y tocó un par de veces, nadie contestó. No era tan tarde, por lo que el otro estudiante no debería estar dormido; pero por como Trocar lo describió, podría ser cualquier cosa. Tocó otro par de veces y seguía sin responder; así que el hombre hizo aparecer un llavero con lo que parecían ser mil llaves y de entre ellas agarró la que resultó ser la que abría la habitación.

Al abrirse la puerta, lo primero que vio Vince fue dos camas estilo litera, una a cada lado de la habitación, pero en la parte de abajo no se ubicaba una cama, sino un escritorio. Al pie de las camas había unos armarios de dos puertas y en la pared del fondo había una ventana central y justo debajo yacía una mesa de noche. Sentado en el escritorio de la izquierda; había un chico, la lámpara le iluminaba el rostro. Era pelirrojo y desde lejos Vince alcanzaba a distinguirle pecas en su rostro. Lo que más destacaba era que en su cabeza había un gran hongo rojo con motas blancas. Al principio Vince pensó que era un sombrero; pero luego recordó que varios de los clientes de sus padres también tenían diferentes hongos en su cabeza, eran parte de su cabeza. Ahí fue cuando Vince entendió que su compañero de cuarto era un fungi. Trocar se acercó al chico y le tocó el hombro; tenía audífonos, por eso no los escuchaba. Él se los quitó y miró al profesor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.