—¡¿El príncipe?! —Vince dijo con nerviosismo. Estaba en su habitación compartida junto a Samuel.
—En serio tienes que ponerte al día con lo que ocurre en Andrómeda… —dijo Samuel con algo de sarcasmo, pero luego su mirada se tranquilizó. —Oye, por cierto… gracias por lo que hiciste en el comedor. No te lo había dicho antes, pero de verdad, gracias. Fue realmente increíble… —dijo al final.
—No te preocupes; hice lo que tenía que hacer. No podía dejar que te trataran así —le respondió Vince con una sonrisa. —Además, no lo hice solo… —.
—Pero, ¿por qué? No he sido más que un grosero contigo… —.
—Mi madre dice que por más nefasta que sea una persona; todos necesitan ayuda. A menos que sean unos idiotas como ese tal Dylan, y sus secuaces que solo se saben reír —explicó Vince en voz baja. —Y… lo creas o no, pasé por lo mismo que tú. Supongo que de alguna manera me proyecté… —concluyó, riéndose nerviosamente.
Samuel suspiró. —Es solo que… he tenido tantas malas experiencias que me resulta complicado dejar a alguien entrar —confesó el chico pelirrojo bajando la cabeza, su hongo ahora cubriendo su rostro. —Debo sonar ridículo… —.
—No, por supuesto que no. No tienes por qué dejar a alguien entrar si no quieres. Pero me alegra haber podido ayudar… —Vince dijo con pura honestidad, sonrió amablemente.
Samuel se quedó callado por un tiempo; tal vez era momento de un cambio. Nunca se esperó que ese cambio viniera de un humano, pero quizá era una señal. Respiró hondo y finalmente habló. —Llámame Sam, así me llaman los… pocos amigos que tengo —se rio en lo bajo; pero con toda la honestidad que pudo, quería que Vince sintiera que estaba diciéndolo en serio.
—Dime Vine —el chico le lanzó una sonrisa a Sam. Este se la devolvió.
—Entonces… el príncipe —recalcó el chico pelirrojo.
—Ah sí, el príncipe… ¡El príncipe! ¡Le di la mano al príncipe! —Vince comenzó a ponerse nervioso otra vez. Sam se reía en lo bajo.
—Déjame ver si entendí… Ese chico es el hijo del rey Emerre; líder de Andrómeda, que está en una tregua tan tensa como las cuerdas de una guitarra, con los humanos —explicó Vince.
—Vincent… te lo he explicado ya siete veces… ¡Por dos días! —se quejó Sam.
—Es solo que… ¿por qué lo hizo? ¿No se meterá en problemas por hacerlo? —.
—Nadie es lo suficientemente valiente como para acusar al príncipe. Aunque técnicamente fuiste tú quien inició el apretón de manos. Él solo acepto; cualquier otro elfo te habría ignorado —le respondió Samuel.
Vince suspiró y se reclinó en las ramas del árbol en el que Sam y él estaban pasando el rato. Miró al cielo a través de las hojas y empezó a darle vueltas al pensamiento del príncipe. Cerró los ojos. ¿Por qué aceptó darle la mano? Tal vez solo estaba sobre pensando, otra vez. La luz que se filtraba entre la copa del árbol de repente no calentaba más su rostro. Al abrir los ojos se topó con la bruja de cabello blanco de la clase de hace un par de días.
—Miren a quién tenemos aquí. El humano que le hizo frente Dylan Rune y vivió para contarlo —le dijo la chica con una sonrisa burlona pero orgullosa.
—Y no olvides “el humano al que el príncipe de los elfos le dio la mano y podrían matarlo por tocar al príncipe” —dijo Vince sarcásticamente mientras se sentaba de piernas cruzadas.
—No seas tan dramático —dijo la chica, sentándose junto a los chicos, con las piernas a un lado. —Tienes agallas, eso me agrada. Soy Jade. Jade Huxley —concluyó extendiendo su mano.
Vince le dio la mano a la chica. —Mi nombre es Vincent, pero puedes decirme Vince, y él es Sam —dijo señalando a su amigo
—El chisme vuela, al parecer —dijo Sam por su parte.
—Por supuesto; toda la escuela sabe lo que pasó en la cafetería, estas en la boca de todos —comentó Jade.
—Ugh… fantástico. Ahora me prestarán más atención de la que ya tenía —se quejó Vince.
—La atención es buena. Depende de la situación. En tu caso, es porque hiciste algo que nadie se había atrevido a hacer —el tono orgulloso en la voz de Jade se podría escuchar hasta el otro lado de Andrómeda.
—No sé si me siento bien con eso —volvió a quejarse.
—Oye, créeme, te están reconociendo por algo bueno, no por solo ser un humano. Lo digo en serio. Bien hecho —la chica le dio un par de palmadas a Vince en la rodilla.
—Yo no estoy muy seguro de sentirme bien con la atención, menos sabiendo que podrían vengarse de mí —.
Dijo Vince antes de levantarse e irse al baño más cercano. Se lavó la cara, intentando calmarse. Respiro profundo y sacudió su cabeza; al volver a abrir sus ojos, vio a los secuaces de Dylan en el reflejo del espejo. Vince se dio vuelta para tener al vampiro frente a frente; tragó saliva y se preparó para lo peor.