Habían pasado un par de horas desde que Sam había tomado el diario. Vince solo veía líquidos extraños correr a través de los tubos del laboratorio de Sam, sin entender mucho.
—Okey… ¿qué haces? —preguntó Vince confundido, mientras se acercaba.
—He probado todas las opciones de pociones que conozco. Las que abren cerraduras, las que derriten el metal y nada funciona —dijo irritado. —Es como si el estar tan dañado lo hiciera inmune —.
—Entonces haremos esto a la manera humana —dijo Vince mientras tomaba el diario y un clip de papel que había en el escritorio de Sam. Comenzó a deformarlo y darle la forma de lo que él creía que parecía una llave y lo introdujo en la cerradura.
Le dio varias vueltas y la movió de arriba abajo tantas veces que Sam perdió la cuenta. Sin embargo, no funcionó. Vincent suspiró decepcionado.
—Qué útil… —Dice Sam antes de reírse; pues Vince parecía muy seguro de que iba a funcionar.
—Oh ¿Te parece divertido? —Vince comenzó a molestar y burlarse de Sam, ambos empezaron a empujarse mutuamente en forma de juego. El lazo de amistad entre ambos chicos creció en muy poco tiempo; una sensación que Sam casi había olvidado, pero de alguna manera, Vince lo hacía sentir cómodo.
Sonó el timbre. Habían pasado varios días y aún no tenía idea de cómo abrir el diario. Siguiendo las instrucciones en su horario, Vince caminó hacia la gran torre en el centro de la zona del fondo de la academia. La puerta era diferente a la de las demás clases; esta era dorada y había dos estatuas de una criatura que Vince nunca había visto antes; tenía cabeza de ave, un cuerpo felino y alas. No lo pensó mucho y entró. Frente a él había unas escaleras de caracol que subían unos tres o cuatro pisos, aún había estudiantes subiendo por esta. Vince hizo lo mismo.
Esta clase no la había recibido antes; según el profesor Trocar le explicó, la persona quien la impartía se encontraba en un viaje importante, y justo hoy había regresado. Al llegar al salón de clases, notó que no había ninguna mesa o silla, los estudiantes estaban formados en la puerta del salón. Vince no podía ver nada, la mayoría de los estudiantes eran un poco más altos que él y le obstruían la vista.
Fue entonces que escuchó una voz femenina pero intimidante.
—Atención. Quiero a todos sentados en parejas. Ahora —dijo la voz, y mesas con dos sillas aparecieron de la nada.
Vince se quedó congelado, mientras que los demás estudiantes fueron a sentarse en parejas, como la voz les dijo, pero Vince no conocía a nadie, además de que lo empujaban hacia atrás. Y entonces se encontró con la dueña de la voz intimidante frente a él. Una mujer extremadamente pálida, con el cabello plateado y vistiendo ropajes bastante elegantes. Pero Vince sintió que su alma se le escapa al mirar a la mujer a los ojos; eran completamente blancos, sin iris, sin pupila. Solo blancos.
—Puedo sentir una nueva presencia en mi clase… Una presencia humana —dijo ella. Vince entendió que la mujer era ciega. —¿Cuál es tu nombre, joven? —le preguntó.
Vince tragó saliva. —Me llamo Vincent, profesora. Vincent Massini —.
—Bienvenido a la Academia, Vincent Massini. Mi nombre es Sadath Sahara, Profesora Sahara, para usted —se presentó con amabilidad, sin embargo, su tono intimidante no flaqueó ni por un segundo.
—Encantado —Vince tragó saliva otra vez.
—Notó que te quedaste solo… No tienes con quien sentarte ¿cierto? —.
Justo antes de que Vince pudiera decir algo, una voz familiar resonó detrás de él.
—Yo me sentaré con él, profesora —dijo Ellis entrando en la habitación. Los jadeos sorprendidos volvieron.
La profesora Sahara asintió, y con un golpecito en el hombro, Ellis guio a Vince a una mesa vacía. Vince miró al príncipe con timidez, pero Ellis estaba tan sonriente como siempre; algo que Vince esperaría de un futuro gobernante.
La clase comenzó, la profesora Sahara se colocó en la tarima central frente a las mesas, y de sus manos, luz dorada comenzó a inundar la habitación. Vince notó lo mucho que se parecía a la magia de Jade, pero esta era más intensa e incluso se veía tangible. Con la luz, la mujer comenzó a hacer diferentes figuras y runas; las cuales Vince no lograba entender. Estos caracteres se quedaron suspendidos en el aire, en el centro de la habitación, y no importaba desde donde los miraras, siempre estarían de frente y legibles.
—Ahora todos escriban estas runas en sus libretas. Son las runas básicas de hechizos de fuego. Luego avanzaremos con los demás elementos y después las estudiaremos a fondo cada una —dijo la profesora Sahara antes de sentarse en una silla que apareció en la tarima.
Vince intentó escribir las runas, pero por más que lo intentara, no lograba que le quedaran igual a las que hizo la profesora. Parecían sencillas, pero había más truco de lo que uno pensaría. Ellis veía como Vince escribía y borraba una y otra vez, parecía estresado. Así que en un momento antes de que Vince intentara escribir otra vez, le quitó el lápiz de la mano.