Cuando el destino llama

Capítulo 13

-Alteza, he traído a la mujer. –Dijo desde el otro lado de la puerta.

-Hazla pasar –Se escuchó la respuesta desde el interior. La puerta se abrió lo suficiente como para que pasara yo únicamente. La alcoba olía a incienso y a vino, había un candelabro hecho de cornamentas de venado que colgaba del techo. Una mesa con dos sillas en el centro, la cama se hallaba en un extremo de la habitacion con sabanas hechas de las más finas sedas, de color rojo y bordes dorados.

Al otro extremo estaba la chimenea con leña y fuego que la consumía, sobre esta, un retrato de él mismo portando su gran corona y bastón de oro. Y colgado sobre otra de las paredes la cabeza cercenada de un león. Era espantoso.

Cuando por fin centré mi atención me di cuenta de que estaba en una silla acojinada con una copa de lo que yo crei que era vino en una de sus manos. Solo traía puesto unos pantaloncillos y una túnica de piel sobre sus hombros. No tenia camisa, estaba listo para dormir o quizá para algo más.

-Cuando te vi me sorprendí. –Dijo con su voz grave aún en aquella posición mientras yo me mantenía ahí de pie.- Eres la segunda chica de cabello negro que mis hombres traen para mí. El cabello de una tonalidad tan oscura como el tuyo no es muy común en estas tierras, a menos que seas parte de ese maldito clan.

Traté de disimular mi reacción ante eso. Ahora que lo pienso, la mayoría de los miembros del clan de la sombra tenían el cabello negro. Igual que Nycolai. Se puso de pie y se acercó a mí. La túnica de piel caía levemente por uno de sus hombros abriendo paso a mi vista de observar su torso bien tonificado.

-Si estás aquí significa que las criadas no hallaron nada raro en ti, no perteneces a ellos.-Caminaba a mi alrededor lentamente, su mirada fija.

-Con todo respeto alteza. Pero creo que Danielle tiene su cabello más bonito que el mío. Está mejor cuidado, es más sedoso y más brillante. – Mantenía la calma aunque por dentro estuviera muerta de miedo.

-Es verdad, Danielle sin duda es más bella, pero ya me he aburrido de ella, además hubo algo más que me atrajo de ti. –Entrelazó sus dedos entre las hebras de mi cabello y las acercó a su nariz.-Tus ojos… son del mismo color de la luna tormentosa.

Sus ojos color avellana penetraban por sobre los mios, brillantes y seductores. Era imposible no mirarlos, entonces acercó su copa a mi boca <<bebe>> fue lo que entendí del gesto. No estaba en posición como para desobedecer asi que lo hice.

El amargo sabor del vino penetró en mis papilas gustativas acompañado con la ligera dulzura de la uva. Cerré mis ojos e hice una leve mueca en cuanto atravesó por mi garganta. Él parecía satisfecho.

-Disculpe mi curiosidad, Majestad. ¿Pero no esta noche estaría con Danielle? ¿Por qué solicitó mi presencia?

Se alejó para rellenar su copa de vino de la jarra de porcelana que se encontraba en una pequeña mesa. Sonrió antes de responder.

-Danielle ya no tiene nada nuevo que mostrarme, siempre adulándome y haciendo todo lo que le digo. Ya no es divertido.

Entonces ahora yo sería su nuevo juguete. Esto era malo.

-Ella parecía molesta cuando supo que no vendría.- Tragué saliva antes de decir eso.

-¿Eso te preocupa? Tal vez sea un poco celosa pero es inofensiva. Pero dejemos de hablar de ella. Pedí que vinieras esta noche para conocernos… un poco más.- Esto último mencionado con un doble significado obviamente.

-¿Cuál es tu nombre?

-Camile, alteza.

-Peculiar.- Mencionó refiriéndose a mi nombre.- ¿Por qué no vienes aquí y bebes más vino conmigo?

Dio un par de palmaditas a un lado suyo en la cama. Dudando de si era buena idea o no hacer lo que pedía me acerqué con pasos lentos y cortos. En cuanto me senté junto a él me ofreció de beber más vino y acto seguido me tomó de la cintura, la piel se me erizó tan rápido que solo sentí las punzadas en la espalda y brazos.

-No tienes que estar tan tensa, cariño. Sólo relájate.

Su mano subía por mi espalda lentamente hasta llegar a mi nuca, acarició suavemente mi cabello y atrajo mi rostro al suyo. Iba a besarme.

Me puse de pie de manera repentina y él dirigio una mirada fulminante. Mierda, ahora estaba molesto.

-Espere un poco, Su Majestad.- Dije.- No hay por qué apresurar las cosas. Después de todo, la noche aún es muy joven y todavía queda mucho vino para beber y divertirnos más.

Su expresión cambió tan rápido como había aparecido, había logrado distraerlo de la idea que tenía en la cabeza. Le di de beber tanto como pude, cuando se agotaba el vino de la jarra solicitaba que trajeran más. Charlamos y yo fingí interés en sus historias de guerra, sangrientas, crueles y más de una injusta. Estaba tan ebrio que no se dio cuenta del momento en que se desmayó y terminó tendido sobre la cama durmiendo profundamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.