Cuando el destino llama

Capítulo 21

La Región de Minra era conocida también como la Región de fuego. Su tierra de color rojo daba la ilusión de que el suelo estaba en llamas, pero no solo eso.  Tambien era llamada así por que era el sitio con más volcanes, siendo 7 los que se encontraban distribuidos a lo largo de su territorio. El agua era escasa y había árboles en su minoría. Era increíble cómo es que la gente había logrado adaptarse para sobrevivir aquí.
Llegamos a un poblado, la gente nos miraba y otras nos ignoraba. Un niño se acercó a los caballos.
-Azas Nova Nui-. Dijo, que en la lengua de los primero hombres significa “La diosa Nova te acompaña”. Miles y Nycolai respondieron con un gesto. Llevándose tres dedos de la mano a la frente y asintiendo. Como una reverencia. Seguimos al niño hasta una pequeña casa.
Bajamos de los caballos y Ginger fue la primera en salir para darnos la bienvenida. Primero abrazó a Jaqueline.
-Que gusto que estén de vuelta-. Dijo mientras estrujaba a la rubia.
-Si sabe que yo soy su hermano ¿no?-. Mencionó Nycolai y Miles solo se echó a reír. Me abrazó a mí y dejé escapar un quejido de dolor, ella me soltó de inmediato.
-¿Acaso estás herida?-. Preguntó.
-Para nada-. Mentí. – Es solo que me abrazaste muy fuerte, es todo-. Evan se acercó a mí, me agarró de la mano y levantó la manga de mi brazo dejando ver los múltiples cortes y demás heridas de mi piel. Ginger se llevó las manos a la boca con espanto.
-¿Qué es esto?-. Preguntó seriamente.
-No es nada-. Dije liberándome de su agarre y ocultándome bajo la manga otra vez.
-¿Él te hizo esto? Ese… ¿rey?-. Mi silencio le dio la respuesta positiva que esperaba. Apretó los labios y cerró sus puños, entonces se dirigió a Nycolai.
-¡Dijiste que la cuidarías!—Lo empujó y rápidamente Miles se interpuso entre ellos, conociendo a Nyc arremetería en respuesta. -¡Me prometiste que la ibas a proteger!
-¡Y eso hice!-. Respondió el pelinegro.
-¿Acaso estás ciego? ¿En qué universo esas heridas significan protegerla?
-Para ti es fácil hablar, no estuviste ahí. ¿Qué estuviste haciendo mientras tanto?-. Evan no respondió y Nycolai hizo una sonrisa irónica. – Eso pensé.
-Evan, cálmate-. Traté de tranquilizarlo, estiré mi mano para recargarla en su hombro, pero él la golpeó para apartarla antes de que pudiera tocarlo.
-¡NO!-. Me gritó y quedó estupefacto al darse cuenta de que me había levantado la voz. Retrocedió un par de pasos y se fue. Yo quise ir tras él, pero Ginger me detuvo.
-Déjalo, necesita tiempo para calmarse-. Me dijo y me encaminó hacia el interior de la casa.
Dentro, Ginger tenía una pequeña reunión con Nycolai y Miles sobre lo que había sucedido. Yo estaba en la sala de estar y Jaqueline a mi lado tratando de animarme.
-¿Estas bien?-. Dijo con preocupación.
-Si…-. Otra mentira.
-Lo que pasó hace un momento sí que me sorprendió, creí que ese chico no conocía la palabra enojo-. Ella sonrió y yo traté de devolverle la sonrisa pero no pude. La verdad es que, de todo el tiempo en que llevamos de conocernos nunca había visto a Evan tan molesto, mucho menos intentar ser violento con alguien más. Me puse de pie y me dirigí a la puerta.
-¿A dónde vas?-. Preguntó Nycolai.
-Iré a tomar un poco de aire-. Abrí la puerta y salí.
-Eso dice, pero en realidad va a buscar a Evan-. Dijo Jaqueline cruzándose de brazos. Ginger puso una mirada triste.
Evan estaba en algún lugar del pueblo totalmente solo. Cuando lo encontré estaba caminando de un lado a otro arrastrando los pies y arrojando piedras a un tronco hueco.
-Evan-. Lo llamé, él  me miró y desvió la mirada tan pronto se dio cuenta de que era yo.
-Lamentó haberte preocupado-. Dije. -No quería ocultártelo, te lo iba a decir.
-Ya basta-. Me interrumpió. –Cam, te conozco de casi toda la vida puedo darme cuenta cuando tratas de esconder algo, aún con los ojos cerrados-. Arrojó otra piedra que entró en el interior del tronco por un orificio. –No ibas a decírmelo.

-No quería preocuparte. En serio.

-¿No querías preocuparme?-. Repitió. -¿Desde cuando te preocupa no preocuparme? Somos amigos desde los 4 años, enfrentamos las preocupaciones juntos. Y sin embargo, siento que me has estado dejando de lado desde que llegamos aqui.

-¡Eso no es verdad!-. Repliqué.

-¿Ah no? Tomaste la decisión de saltar a la boca del lobo por tu cuenta.

-Tu estabas en esa reunión también.

-Si, y traté de detenerte, quería hablar contigo pero no quisiste escuchar. Tomaste esa decisión tu sola y no me diste oportunidad de hacerte cambiar de opinión. No ibas a decirme sobre tus heridas. Fue lo mismo cuando el accidente de tus padres. Tampoco me dijiste nada, fue Nana quien se lo comentó a mi mamá dos dias después.

-Esto no es justo Evan-. Sentí un nudo en la garganta.

-No, nada lo es-. Dijo. -Lamento no tener magia, ser bueno con el arco o ser alto y musculoso como tus nuevos amigos. Supongo que no soy de mucha ayuda.

-No vuelvas a decir eso-. Exclamé. -Tu eres tan importante para mí, como lo es cualquiera de nosotros-. Me acerqué a él.- Evan, tu me salvaste más veces de las que te imaginas más en nuestro mundo que en este. De no ser por ti, no estaría aqui ahora.

Evan soltó las piedras que tenía en la mano, aún no se atrevía a verme a los ojos pero yo lo obligaría a hacerlo.

-¿Recuerdas aquella vez en el 3 grado cuando tropecé y caí sobre mi maqueta del sistema solar antes de poder presentarla? Tu la rearmaste con goma de mascar y basura y quedó como nueva. O como esa vez que me soplaste mis líneas en la obra escolar para no hacer el ridículo. Cuando me sacaste de aquel abismo después de la muerte de mis padres. Esa espantosa camisa luego de la última travesura de Jaqueline.

-Era edición limitada-. Respondió.

-Me veía ridícula con ella-. Mencioné y él sonrió al recordarme con ella.




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