Cuando el destino llama

Capítulo 22

-Creo que iré a buscarlo-. Miles empezaba a molestarse. Nycolai estaba tardando en lo que fuera que estuviera haciendo. En realidad, no era el único. Yo empezaba a preocuparme también.

-¡Miren allá!-. Jaqueline lo vio acercándose y todos sentimos alivio. Traía consigo algo largo cubierto con tela. 

-Ya era hora-. Dijo Miles cruzándose de brazos. -¿Qué traes ahí amigo?

-Nada importante-. Respondió el pelinegro. - Será mejor que nos vayamos ahora-. Se subió a la carreta y puso aquel objeto a un lado suyo sin decir nada más. Intercambié miradas confusas con Ginger.

Esa noche era Nycolai el encargado de conducir mientras el resto descansaba. Ya no faltaba mucho para dejar Minra así que habíamos decidido que lo mejor era seguir el camino aún por la noche, así podríamos evitar encuentros inútiles con las salamandras.

-¿Puedo acompañarte?-. Dije asomándome desde dentro de la carreta hacía la parte frontal dónde se sentaba el conductor.

Mi pregunta repentina lo tomó por sorpresa que volteó a mirarme de inmediato. Yo salí y me senté a su lado.

-¿Qué haces despierta? -. Preguntó.

-Por alguna razón no puedo dormir-. Contesté. -¿Aún falta mucho camino?

-Nah. Si seguimos así estaremos fuera de esta región pronto. 

-La Bahía "Punto Esmeralda" ¿No es así? 

-Pareces estar muy bien informada-. Esbozó una sonrisa.

-Ginger me lo dijo, que todo el clan está ahí. ¿Cómo llegaron tan rápido y por qué nos está tomando tanto tiempo llegar ahí?-. Pregunté.

-Fácil, el venir a Minra nos desvío mucho. Está casi en dirección contraria a la bahía. Tuvimos que reunirnos aquí ya que era la última locación que se esperaba se volviera nuestra nueva guarida. Aquí fue donde Ginger encontró la pista de nuestro siguiente destino.

-Ya veo-. Comenté sorprendida. 

-No lo parece, pero ella es una de las mejores rastreadoras del clan. Es muy buena en lo que hace-. Alardeó con ciertos aires de grandeza y orgullo hacia su hermana. No pude evitar soltar una pequeña risita.

-Por cierto-. Tomó aquel extraño objeto con el que había regresado y me lo entregó. -Esto es para ti.

Un poco confundida lo acepté y al sacar lo que había en su interior me quedé sin palabras. Era aquella espada plateada de la armería.

-¡Qué! ¿Cómo?

-Y esto también-. De uno de los bolsillos de su chaqueta sacó mi collar.

-Nycolai-. Dije. -¿Cómo lo recuperaste? Y está espada... No me digas que.

-Descuida-. Me interrumpió. -No lo robé por si eso es lo que piensas, solo hice otro trato con ese sujeto. No fue fácil, pero lo conseguí al final.

-¿Por qué?

-Bueno, por la reacción que tuvo Evan pude imaginar que se trata de algo valioso e importante para ti ¿No?

-Si...-. Miraba el diamante con melancolía. - Es un regalo de mi madre. Lo único que me queda de ella. 

-Si es tan especial. ¿Por qué lo intercambiaste? 

-Bueno...-. Me rasqué la nuca algo apenada. -Necesitábamos las armas.

Nycolai no dijo nada, en su lugar, solo movió su cabeza en negación.

-Entonces...-. Añadí. -¿Que trato hiciste para recuperarlo?

-¿Quieres saberlo?-. Me miró de reojo y yo asentí al momento. Mis ojos llenos de  curiosidad.

-Es un secreto-. Dijo y mi mirada se apagó de pronto. Apreté los labios decepcionada y él sonrió. De verdad disfrutaba molestarme. Me puse el collar nuevamente y me concentré en la espada, la desenvainé,

La luz de las lunas se reflejaba en su filosa hoja, era como si tuviera brillo propio.

-Parece que fue creada especialmente para ti-. Nycolai era más considerado de lo que creí. Se dió cuenta de la importancia del collar e hizo lo que pudo para devolvermelo y por si fuera poco, se las arregló para obsequiarme aquella espada. 

-Gracias-. Dije.

-No fue nada-. Respondió. 

Un incómodo silencio nos envolvió a ambos. Yo jugueteaba con mi collar mientras él mantenía sus manos firmes en las riendas. Ninguno sabía que decir. Al cabo de unos segundos decidí preguntar algo.

-Oye-. Dijimos los dos al mismo tiempo mirándonos de cerca.  Al darnos cuenta apartamos nuestras miradas de inmediato. Solté una risita nerviosa.

-Lo siento-. Se disculpó. -Habla tu primero.

-Oh no, no te preocupes-. Mencioné. -¿Qué ibas a decir tú?

-Hazlo primero, ¿De qué ibas a hablar?

-No era nada. Sólo una tontería-. Insistí y él no parecía muy convencido con mi respuesta. Sin embargo, decidió tomarme la palabra.

-Quería preguntar sobre tus habilidades. ¿Dónde aprendiste a defenderte?

-Ah eso.... Mi padre me enseñó-. Contesté.

-Ya veo, ¿Es un guerrero en tu mundo?

-Si, podría decirse eso. 

-Por lo que he visto, te enseñó bien. Cuando vuelvas podrás contarle lo que has hecho aquí. 

-Yo... -. Titubee. - No creo que eso sea posible.

-¿Volver? Lo harás una vez completes tu misión aquí.

-No me refiero a eso-. La confusión en la mirada de Nycolai me envuelve.

-¿Entonces a qué?-. Bajé la mirada y sonreí melancólicamente.

-Nada me haría más feliz que poder ver y hablar con mis padres otra vez, pero ellos murieron hace un tiempo-. Respondo y Nyc traga saliva. 

-Lo siento, no tenía idea.

-Está bien, no te preocupes.

-Entre nuestro clan, tenemos la creencia que todos los que mueren no lo hacen realmente, solo cambian de forma.

-¿Cambian de forma?

-Deja su cuerpo físico para unirse a un todo que nos rodea. El agua que nos moja, el viento que sopla, la sombra de los árboles y las verdes praderas. Ellos están en cada una de esas maravillas que conforman el mundo. Así que... Estoy seguro de que tus padres están siempre contigo de alguna forma, ellos te observan Camile, sólo que no te has dado cuenta.

Dirijo mis ojos al cielo estrellado. Es una bonita forma de pensar y que sea Nycolai quien me lo diga lo hace sentir más especial.

-Si,  de seguro me observan ahora, me pregunto si.... Estarán orgullosos de mi.




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