Cuando el sol se oculte

Dos

Han pasado tres días desde que empecé a trabajar y, siendo sincera, esto es lo más estresante que he tenido que experimentar, mi vida ha dado un giro total, su mundo me resulta tan ajeno, es, por mucho, el trabajo más demandante que he tenido, ni cuando ejercí como asistente legal me sentí tan ahogada, todo el día estoy detrás de él como si fuera su perro, ni su perro pasa tanto tiempo siguiéndolo

En las mañanas, tengo que llevarle su café con dos cucharadas de azúcar y leche hasta la mitad, junto con su desayuno, que siempre es el mismo, dos rebanadas de pan crujiente, tocino y dos huevos estrellados, por la tarde, a la hora del almuerzo, debo tener listos sus informes junto con su comida, arroz con pescado y un batido de frutas

Luego, preparar todo para cualquier evento, tal vez una reunión de imprevisto o los documentos que requieren su firma y atención, antes de terminar mi jornada laboral, tengo que planificar su cena y enviarla a su casa, y, sobre todo, mantener alimentado a Ares cada ocho horas con una porción exacta, es un trabajo agotador, pero lo peor no es la carga de tareas, sino la constante sensación de estar bajo vigilancia, por alguna razón, él siempre está en silencio y su silencio convinado de que siempre parece estar mirando alfrente solo me pone mas incomoda.

He aprendido su rutina casi de memoria, aunque aún me cuesta seguir su ritmo, no sé cómo lo hace, pero parece que nunca se cansa, es como si tuviera un cronómetro interno que le dice cuándo y cómo debe hacer cada cosa, no pierde tiempo en nada innecesario, no hay pausas, no hay errores, es eficiencia en su forma más pura, y yo, a su lado, me siento torpe y fuera de lugar, es un idiota de primera, frío, tedioso, perfeccionista, sin duda, molesto

Hoy, como todos los días, llego temprano con su café y su desayuno, apenas entro a su oficina, Ares levanta la cabeza desde su rincón y me observa en silencio, no ladra, no gruñe, pero su presencia es lo suficientemente imponente como para recordarme que está ahí, vigilando cada uno de mis movimientos, es un hermoso perro, pero su silencio es aterrador.

—Estás dos minutos tarde —dice Enzo sin siquiera voltear hacia mí directamente.

Aprieto los labios y dejo la bandeja sobre su escritorio con más fuerza de la necesaria, ni siquiera se ha tomado la molestia de comprobar la hora, ni siquiera he desayunado nada todavía, cómo puede ser tan idiota este hombre.

—Hoy el tráfico estaba pesado —respondo, aunque sé que no le importa

—Excusas, aprende a prever los imprevistos

Su tono es seco, cortante, no hay espacio para la discusión

Respiro hondo y me muerdo la lengua antes de soltar una respuesta que probablemente me costaría el trabajo, me giro para retirarme, pero su voz me detiene

—Los informes

Cierro los ojos un segundo y maldigo mentalmente antes de volver sobre mis pasos y dejar los documentos en su escritorio, él los toca con la punta de los dedos, pasando las hojas con una facilidad que no deja de sorprenderme, su ceguera no es una limitación, sino una adaptación, parece haber desarrollado un sexto sentido para moverse en su mundo con una precisión envidiable, lee cuidadosamente el documento con sus dedos, leyendo rapidamente las letras en braille.

—Hay un error en la segunda página —dice de pronto

Frunzo el ceño y reviso el documento, no veo nada fuera de lugar, mis dedos no notan ningun error.

—¿Dónde?

—La cifra del tercer párrafo, revisa los contratos y verás que no coincide con el documento original que se redacto en mi precencia.

Me quedo en silencio, sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda, cómo demonios lo notó, yo misma revisé los informes anoche y no vi nada raro, tomo el contrato original y, efectivamente, la cifra es diferente, en ligeramente diferente por dos digitos en brialle, claro que dos digitos pueden hacer la diferencia entre un millon y un pas de cientos.

—¿Cómo…?

No termino la pregunta, porque él solo arquea una ceja con diversión, no me dará la respuesta, de verdad lo odio con todo mi ser.

—Corrígelo y tráemelo en una hora

Salgo de su oficina con una mezcla de frustración y unas enormes ganas de renunciar, tres días aquí y ya tengo claro que trabajar para Enzo Dragna no es solo agotador, es un reto constante, pero si algo tengo claro es que no voy a rendirme, no le daré el gusto de verme fracasar.

Hoy el día ha estado más pesado de lo normal, parece que Enzo tiene reuniones cada media hora y yo tengo que estar ahí, pasando documentos, asegurándome de que todo esté en orden, anotando cada cosa que dicen, cuando por fin hay un descanso, me dejo caer en mi silla, masajeando mis sienes, quiero un café, una siesta, unas vacaciones de por vida

—Señorita Vasquez

Levanto la cabeza de golpe al escuchar la voz de Enzo llamándome ( por un apellido que claramente no es el mio ) desde su oficina, su tono es neutro, pero ya sé que cuando dice mi nombre en ese tono es porque algo no está bien

Me levanto y entro en su despacho, él está de pie, junto a Ares, con la chaqueta del traje ya puesta, sus dedos recorren el borde de su reloj de pulsera, un hábito que tiene cuando está midiendo el tiempo

—Nos vamos

—¿Nos vamos? —repito confundida

—A una cena de negocios, necesito que tomes notas de todo lo que se hable, también, asegúrate de que el contrato que te envié hace una hora esté listo para ser firmado esta noche

Siento un tic en el ojo, me doy la vuelta y reviso mi correo en el teléfono, no hay nada

—No me envió nada

—Lo envié hace una hora —repite con calma

—No tengo ningún correo suyo — digo tratando de no gritarle.

Enzo se queda en silencio unos segundos, luego suspira, negando apenas con la cabeza

—Lo envié a mi antigua asistente, tienes que borrar el correo de mi antigua asistente de mi lista

Muerdo mi lengua para no gritarle que eso no es mi culpa, me doy la vuelta y corro a mi escritorio, revisando la carpeta con los contratos, no hay nada con la fecha de hoy, maldita sea, agarro mi computadora y empiezo a teclear con furia, revisando los documentos, si no lo tengo, tendré que rehacerlo en menos de treinta minutos antes de que sea hora de salir




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