Al día siguiente quedé con Mel en la casa de Adam para estudiar. O más bien, para estar un rato hablando.
—Oye, yo ya paso de seguir con química —protestó Melissa al mismo tiempo que cerraba su cuaderno.
—No has estado ni quince minutos estudiando —le recriminó Adam.
—Voy a suspender de todos modos. Ya para qué —dijo Mel, rendida.
Adam puso los ojos en blanco para más tarde volver a concentrarse en sus apuntes.
Yo, en cambio, traté de aguantarme la risa. A veces discutían como un matrimonio disfuncional. Y era divertido ver cómo Adam se molestaba mientras que Melissa seguía protestando por cualquier cosa solo para fastidiarle.
—¿Y tú qué? ¿Pensando en la tarde de ayer con Ryan? —En la voz de mi amiga se podía notar cierto tono burlón.
—Solo estamos haciendo un trabajo —respondí sin apartar la mirada de mi libro de francés.
Ella me dio un codazo juguetón.
—Sí, pero se ha estado comentando que habéis hablado fuera de clases —insistió.
—Mel, déjala —intervino Adam con cierta irritación.
En ese mismo instante, al alzar mi cabeza, vi cómo ella le lanzaba una mirada asesina que él ignoró por completo.
—No es mi culpa pensar así. Aunque parezca un chico borde, está bueno. Y si Kiara no se ha quejado es porque su compañía no es insufrible. ¿No es así? —manifestó Melissa con una pícara sonrisa.
Negué con la cabeza algo molesta.
Era estúpido que pensara que entre él y yo había algo. Aún más teniendo en cuenta lo que pasó ayer.
—Que sea atractivo y algo amable no significa que me tenga que gustar automáticamente —aclaré con un tono más firme.
Ella soltó una risita.
—Vale, vale. Te creo —indicó mientras ponía sus manos en alto.
De esta manera, dejamos la conversación y Adam y yo volvimos a centrarnos en nuestros apuntes.
De pronto escuchamos un móvil sonar.
A los pocos segundos Adam agarró su teléfono y se marchó con urgencia diciendo que era importante.
Cuando ya no estaba en el salón, crucé la mirada con Mel. Ambas teníamos la misma expresión confundida. Y es que su manera de irse fue muy brusca. Algo raro en él. Aunque ya de por sí, desde hace unos días estaba algo más ausente. Se pasaba mucho tiempo escribiendo en el móvil. Por no hablar del secretismo que cargaba en cuanto salía el tema de su repentina actitud.
—¿Crees que estará saliendo con alguien? —le pregunté a Mel por lo bajini.
—Yo creo que sí. El otro día vi que estaba hablando con un chico que tenía agregado con un corazón —confesó también en un susurro.
Al oír aquello abrí más los ojos de lo normal debido a la sorpresa.
—¿En serio? —pregunté algo escéptica.
—En serio —respondió ella con más seriedad.
Al ver que no iba en broma, una pregunta se me cruzó por mi mente.
—¿Le decimos que lo sabemos? —comenté algo vacilante.
—No, mejor que sea él quien nos lo diga.
Asentí sin decir nada más. No sabía qué más decir, y dudo que tuviera que decir algo. Por lo que opté por callarme.
Inesperadamente sentí cómo vibraba mi teléfono.
Lo saqué del bolsillo trasero de mis vaqueros y al ver quién me había escrito una ráfaga de irritación pasó por todo mi cuerpo.
Ryan:
¿Puedes quedar mañana en la vieja tienda de discos?
Es importante
Nada más leer los mensajes, mordí mi pulgar para intentar calmarme. Aún seguía molesta por lo de ayer. Aunque, siendo sincera, con quien más estaba enfadada era conmigo misma, pues por mucho que él fuese la causa del caos que se formó dentro de mi cabeza, yo tenía el poder para negarme. Y no lo hice. Fui débil.
Kiara:
Lo siento
No puedo
Tras enviar los mensajes, apagué el móvil y volví a meterlo en el bolsillo trasero, ignorando descaradamente los demás mensajes que seguramente habría mandado.
—¿Tú también tienes un amor secreto? —bromeó Melissa.
—Muy graciosa —ironicé, pero en un tono más guasón.
Ambas nos sonreímos.
—Chicas —De pronto, la voz de Adam retumbó por todo el salón—, tengo que irme. Mi abuela necesita que le ayude con la compra. Al parecer ha aprovechado demasiado los cupones y ha comprado más de lo que debía.
Melissa y yo no nos creímos aquella excusa. Se le notaba nervioso. Por lo que pudimos deducir que había quedado con aquel misterioso chico. Así que, no dijimos nada. Nos limitamos a actuar como si nos hubiésemos tragado su mentira y guardamos todo nuestro material en nuestras mochilas.
Tan pronto como nos despedimos de Adam, cada una decidió irse a su casa. Mel porque tenía que prepararse para el partido de hoy, al cual iba a ir solo por ella. Y yo porque quería estar sola hasta que tuviera que juntarme con un montón de gente.
De este modo llegué a casa sin entablar mucha conversación con mi familia para llegar lo antes posible a mi habitación.
Quería descansar, puesto que la noche anterior no pude dormir nada. Es por eso que aprovecharía para dormir algo para, antes de irme al partido, estudiar sin que mis ojos se cerraran o mi cerebro no fuese capaz de centrarse.
Desafortunadamente, no pude. El móvil volvió a sonar. Así que, imaginándome quién era, agarré mi teléfono de una manera algo brusca.
Ryan:
Kiara
Entiendo que estés enfadada
Lo entiendo
Y lo siento
Pero de verdad te prometo que si mañana hablamos dejaré el tema