Ahora me entristecía un poco pensar que mi delgadisimo Vladislav, que amaba más que nada pedir pizza, sentarse frente al televisor y comer hasta apenas poder respirar, no tenía un cuerpo así. Aún no entiendo cómo no subió de peso con eso.
- ¿Qué pasa? - interrumpió mis pensamientos Maxim.
- Estaba pensando, - respondí.
- ¿En qué? - preguntó, poniendo su mano en mi pierna, que estaba debajo de la mesa. Me dio un brinco, fue bastante inesperado.
- En que afuera es verano, - dije lo primero que se me ocurrió, y luego empecé a reprocharme por esas palabras. ¡Qué demonios, verano! ¿Qué estaba diciendo? Nadie pensaba en eso.
Maxim sonrió. En su mejilla izquierda apareció una muy linda hendidura. La verdad es que él era bastante guapo en general. ¡Dios mío! No me gustaban esos pensamientos que surgían en mi cabeza. Necesitaba deshacerme de ellos de inmediato.
El chico retiró su mano. De algún modo, eso me hizo sentir más ligera, pero al mismo tiempo, un poco triste. Luego, me sirvió vino, sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió.
No soportaba el olor del tabaco, pero él se veía tan masculino con ese cigarrillo que olvidé mi repulsión y lo miré embelesada. De repente, sentí en mi estómago algo que no debería haber sentido. Empezó a ponerme en una situación incómoda. Me dio un poco de vergüenza.
- ¿Cómo te va en el trabajo? - preguntó él.
- Normal, - asentí con la cabeza. - Cuento números y sueño con un salario más alto.
- Todos quieren mucho dinero, pero no a todos les toca tenerlo a raudales. A veces, un millón en el bolsillo no te hace feliz, y a veces cinco grivnias son más que suficientes.
- Tienes razón...
- Y tú, ¿qué tal?
- ¿Qué exactamente? - preguntó él, dando una calada.
- En el trabajo, - aclaré.
- Todo bien. Siempre hay muchos clientes para los taxistas.
- Eso alegra.
- Supongo, - alargó él.
Durante unos segundos, Maxime volvió a ponerme la mano en la pierna, pero la retiró de repente. Parecía que estaba jugando conmigo. Primero me tomó de las manos, y ahora pensaba en cómo tocarme de otra manera. Si no fuera porque detrás de la pared estaban Larisa y Vladislav...
El chico exhaló humo gris de sus pulmones, tomó un sorbo de vino y empezó a contar animadamente historias divertidas que había vivido en el trabajo...
Yo no esperaba esto en absoluto. Quería explicaciones sobre lo que significaba su comportamiento y el beso que casi ocurrió, pero este chico decidió cambiar de tema por completo.
¿Y si es por algo bueno? ¿Para qué meternos en lo que vamos a olvidar?
Quizás así realmente sea lo correcto.