Lia:
Sentí cómo me agarraban por la cintura y, al girarme un poco sobresaltada, vi a un chico muy borracho de pelo castaño y ojos negros, al que rápidamente aparté.
– ¿Qué te pasa, tío? – solté, empujándolo lo más fuerte que pude.
– Amor, ¿por qué eres así conmigo? – dijo, acercándose a mí y cogiéndome de la cintura.
– Déjame en paz, tío – solté, volviéndolo a empujar.
– ¿Por qué eres así conmigo, amor? Perdóname. Te pedí miles de veces que me perdonaras. Yo sé que fui un gilipollas, pero perdóname, ¿sí? – decía ese tío extraño, llorando tirado en el suelo.
– Jackson, por Dios, qué espectáculo – soltó una chica que había acabado de entrar a la cocina.
Era de pelo castaño y ojos negros. Esta se acerca hacia el chico para ayudarlo a pararse.
– Disculpa a mi hermano. Es que está muy borracho y por eso dice esas tonterías – se disculpó por él.
– No importa – le digo con una sonrisa amable.
La chica se va con el chico. Yo me volteo para coger las bebidas e ir a donde están las chicas.
– ¿Por qué te demoraste? – preguntó Verónica cuando me vio llegar.
– Perdón por la demora, pero un tío raro se me cruzó por el camino y me confundió con su exnovia, que rompió con él porque la traicionó – respondí, riéndome un poco recordando la escena del chico tirado en el suelo.
Mi mente volvió a la escena de mi beso con Lucas, poniéndome nerviosa.
– Ay, por Dios, pobre chica – comentó Alison, sacándome de mis pensamientos.
– Sí, pobre chica – dije, bebiendo de mi vaso.
El resto del tiempo me lo dediqué a disfrutar. A las tres de la mañana regresamos a casa, mi hermano y yo.
Al llegar, me di una ducha ligera para quitarme un poco la borrachera. Me puse algo cómodo cuando salí del baño y me acosté a dormir.
Lucas:
Después del beso con Lia, no la volví a ver en la fiesta. A pesar de que no dejaba de pensar en ello, decidí divertirme y pasarla bien.
Al otro día me levanté a las diez de la mañana. Mi madre me había dejado unas tostadas con huevo y mi jugo de proteínas para desayunar.
Cuando terminé, decidí irme a correr por un rato. Al regresar, fui al gimnasio de la casa e hice ejercicio.
Al terminar de hacer ejercicio, me di una ducha y me dispuse a ir a la fiesta en la piscina en casa de Jackson.
Al llegar, había mucho barullo y personas, impidiéndome encontrar a Jackson, hasta que lo vi besándose con una chica, quien resultó ser su novia, y me acerqué a ellos para saludarlo.
Después fui a buscar algo de beber cuando divisé la figura de Jeremy con una chica que ni conocía, así que decidí ir a saludar.
Luego de muchos saludos, me dispuse a pasar un buen rato en la fiesta.
Cuando terminó la fiesta en la piscina, me fui a alistar para la fiesta en el club de Mario, uno de mis amigos de la infancia.
Al llegar, me senté en un sillón del club, pedí una bebida y minutos después de estar ahí, una chica se acercó a mí.
– ¿Qué hace un chico tan guapo aquí solo? ¿Quieres un poco de compañía? – dijo, sentándose a mi lado.
– Claro que sí. Quiero una buena compañía como la tuya, preciosa – dije, acercándome y dándole un beso en la boca.
Al separarme, divisé a Jeremy entrando con una chica con un vestido rojo que se veía sexy. Al fijarme bien, era Lia y la imagen del beso me vino a la mente.
Lia:
Al otro día me levanté a las dos de la tarde. Al bajar por algo de comer, en el salón divisé la figura de mi madre sentada viendo la tele. Cuando vi que se volteó a verme:
– Vaya, por fin te levantas, dormilona – dijo, levantándose para ir a la cocina, y detrás de ella, yo.
– Siéntate, te prepararé unas tostadas con huevo – me dice, y yo me senté.
– Mamá, ¿y Jeremy dónde está? – pregunté sonriendo.
– Se fue a una fiesta en una piscina. Te fue a llamar, pero estabas dormida y no te quiso despertar – respondió.
Después de un rato, terminó de revolverlos, los echó en el plato donde estaban las tostadas y me sirvió en un vaso jugo, entregándomelo.
Al terminar de desayunar, me dispuse a darme una ducha para relajarme. Al salir de la ducha, fui a mi habitación a ponerme algo cómodo.
Cogí un pulóver ancho color negro y un mini short de color celeste. Cuando me terminé de vestir, me puse a leer "Antes de diciembre" de Joana Marcus.
Toda la tarde me la pasé leyendo encerrada en mi cuarto. Eran las 6:00 pm cuando sentí que alguien toca mi puerta.
– Adelante – dicho eso, vi la figura de mi hermano entrar por la puerta y sentarse al borde de la cama.
– ¿Quieres ir al club de un amigo conmigo? Me invitaron y sabes que siempre te llevo a los lugares conmigo – me comentó, mirándome con una amplia sonrisa en el rostro.
– Okey, me alisto y nos vamos – respondí sonriendo y levantándome de la cama.
– Te espero abajo – me informó, levantándose y saliendo de mi habitación.
Me levanté, fui al baño, me di una ducha, luego regresé a mi habitación y me acerqué al armario para ver qué me ponía.
Cogí un vestido rojo y unos tacones de este mismo color. Cuando terminé, bajé a la cocina, comí algo para luego ir a la sala.
– Ya terminé, nos podemos ir – dicho esto, mi hermano y yo nos dirigimos a su auto.
Todo el camino nos lo pasamos en silencio. Cuando llegamos al club, entramos y, apenas entré, mi vista divisó la figura de Lucas, el cual estaba sentado con una chica comiéndose la boca.
– Vamos, Lia, allí está Lucas. Hay que sentarnos con él – me dijo mi hermano, sacándome de mis pensamientos.
– Eh, sí, sí, vamos – respondí, empezando a caminar, acercándome a donde estaba él sentado con la chica.
– Hola, siéntense – nos saludó Lucas con su sonrisa de idiota.
"Ash, a veces desearía romperle la boca para borrarle esa sonrisa de idiota", pensé, rodando los ojos.
– ¿Y cómo has estado, Lia? La noche pasada estabas algo cabreada conmigo – me preguntó Lucas con su voz seductora.
– Estoy bien, pero las ganas de partirte la cara aún no se me quitan – respondí algo cabreada.
– Huy, relájate, solamente lo dije para molestarte – me dijo riendo.
– Oigan, oigan, ¿y qué pasó la noche pasada? – preguntó mi hermano.
– Ah, que tu queridísimo amigo me besó a la fuerza y yo casi le parto la cara. Ahora, con tu permiso, me voy a la barra – le respondí cabreada.
Así me paré y me dirigí a la barra. Al llegar, pedí un trago, para después ir a la pista de baile.
Luego de un rato de estar bailando, decidí ir al baño y, al llegar, en la entrada del baño de los hombres estaba parado fumando Lucas. Su vista se dirigió a mí, quedando nuestras miradas entrelazadas.
– ¿Qué haces aquí? – me preguntó.
– Vine al baño, ¿y tú? – respondí un poco tensa.
— A fumar — comentó, acercándose a mí.
– ¿Quieres uno? – me preguntó, arrinconándome contra la pared.
– No fumo, ¿lo olvidas? – respondí algo nerviosa por la cercanía de este.
– Siempre hay una primera vez, además no es nada malo – me dice en mi oído, haciéndome estremecer.
– Si lo hago, ¿me vas a dejar en paz? – pregunté, mirándolo fijamente.
– Mmm, tal vez – respondió, mientras ladaba la cabeza de un lado a otro.
– Está bien, lo intentaré, contento – le dije, y él sonrió.
– Abre la boca – me ordenó sonriendo.
Yo, algo dudosa, hice lo que él me mandó y entreabrí los labios. Él le da una calada al cigarrillo, se acerca a mis labios depositando el humo en mi boca.
Cuando se alejó, tosí, soltando el humo, ya que no soporto la sensación del humo en mi boca. Cuando lo volví a mirar, aprovecha y me besó.
El beso me tomó por sorpresa. Me quedé paralizada por un segundo hasta que, inconscientemente, correspondí el beso.
Cuando nos separamos, quería seguir besándolo. El deseo me dominó y nos volvimos a besar. Por un momento quise que me siguiera besando, pero me separé rápidamente de él.
– Creo... creo que es mejor que me vaya – comenté. Apartó sus manos de mi cintura, comenzando a caminar, saliendo de ahí lo más rápido posible.
Pero, ¿qué diablos estaba pensando? ¿Por qué besé a ese idiota? No es que no quisiera, pero no me puedo dejar dominar por el deseo.
"Ya cálmate, Lia. Vas a ver la hora y vas a ir por tu hermano para irte", me dije a mí misma en voz alta. Vi la hora y eran las 12:00 de la noche.
Busqué a mi hermano, que estaba sentado con una chica besándolo, y me acerqué a ellos.
– Jeremy – le digo para llamar su atención. Él se separa de la chica, le dice algo al oído y esta se va.
– ¿Qué pasa, hermanita? ¿Te encuentras bien, hermanita? – me pregunta, acercándose a mí.
– No me siento bien, tengo un poco de dolor de cabeza. ¿Nos podemos ir? – respondí algo seria.
Él asintió. Salimos del lugar y nos montamos en el auto para ir a casa...
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Editado: 12.09.2025