Lucas:
– Papá, papá...
Las palabras no salían de la boca de Nick, solo lloraba. Veo cómo Jeremy va y lo agarra de la camisa para sacudirlo.
– Papá, ¿qué, joder? – grita Jeremy asustado y desesperado.
– ¿Qué pasa aquí? – pregunta llegando la mamá de Lia viendo la escena.
– Eso lo queremos saber todos – suelta Lia ya desesperada.
– ¿Qué carajos fue lo que le pasó a papá, Nick? – le pregunta Jeremy a su hermano Nick.
Solo se para y va a pararse enfrente de la madre de Lia. Tenía el rostro con un semblante triste y lleno de lágrimas.
– Adrianna, mi papá tuvo un accidente y no llegó al hospital. Mi papá está muerto – suelta por fin Nick.
Veo cómo Lia cae al suelo en llanto y Arianna, la madre de Lia, palidece y se sienta en un sillón, mientras yo me acerco a Lia y Alison a Jeremy, ya que los dos solo miraban a la nada. Yo me acerqué a Lia, ella me mira, yo la abrazo y por fin reacciona. Estaba llorando a mares abrazada de mí.
– Mi papá, mi papáaaaa, mi papá está muerto, Lucas – gritaba ella desconsolada.
Jeremy se acerca, yo me separo. Él agarra a Lia para abrazarla. Ellos comienzan a llorar. Nick también los abraza junto con su madre y su prima.
Luego de que se calmaron, compraron unos vuelos a Estados Unidos que salían en una hora. Su prima se quedaría cuidando la casa. Al llegar al aeropuerto, me despedí de todos. La madre de Lia me da las llaves del auto. Yo llevo a Alison, Mia y Niko a su casa, después a mi hermana. Dejé a Samantha, pedí un taxi y me regresé a la casa.
La estadía en el hotel fue estupenda, me la pasé de maravilla, lástima que al final terminara con una noticia trágica. Cuando llegué a casa, mi hermana estaba en la sala sentada. Yo la abracé, charlamos un rato sobre lo sucedido, luego fui a mi habitación, desempaqué, me duché y me acosté a dormir.
Cuando me desperté eran las 2:00 pm. Me eché un baño, bajé, comí algo y regresé a mi habitación. Cogí el teléfono y decidí mandarle un mensaje a Lia:
"¿Ya llegaron, todo bien?" le pregunté en el mensaje, pero no hubo respuesta. Solté el teléfono, fui a la sala de juegos.
Me distraje hasta que me di cuenta que ya eran las tres de la tarde. Fui a mi habitación, cogí el teléfono y veo un mensaje de las 2:20 de Lia que decía:
"Aterrizamos a las 2:00 pm y ya estamos llegando a la casa que era mi padre. Cuando pueda te marco, sí, no te preocupes, estamos bien".
Yo solo le puse que ok. Pasaron las horas y en la noche ella me llamó. Hablamos un rato hasta que me tuve que ir a dormir, ya que mañana hay que ir al colegio. Cuando colgué, me duché, comí algo y me fui a dormir.
Lia:
Cuando me enteré de lo de mi padre, mi mundo se fue abajo. Solo pensaba que por qué a él, si no le había hecho daño a nadie. Cuando abordamos el avión eran las 9:00. Nos pasamos casi cinco horas. Al llegar, mi tía nos esperaba. Yo corrí hacia ella y la abracé.
– Tía, ¿cómo le pudo pasar esto a mi papá? – le dije a mi tía entre lágrimas.
– No lo sé, mi amor, no lo sé – me contesta.
– Mi papito está muerto, tía – suelto entre lágrimas. Ella también estaba llorando.
– Tranquila, mi vida, ya, sí, no llores – me dice y yo me separo de ella, abrazo a Nick para luego apartarme. Mi madre y mis hermanos saludan a mi tía para luego ir al auto para ir hacia la casa.
Veinte minutos después, decido coger el teléfono y veo que tenía un mensaje de Lucas que decía:
"¿Ya llegaron, todo bien?"
"Aterrizamos a las 2:00 pm y ya estamos llegando a la casa que era mi padre. Cuando pueda te marco, sí, no te preocupes, estamos bien" le contesté. Él solo respondió con un ok.
Luego de llegar, nos duchamos y nos fuimos al funeral. Regresamos en la noche, eran alrededor de las 9:30 pm. Decidí llamar a Lucas. Hablamos por un rato hasta que él se tuvo que ir a dormir porque mañana tenía clases. Cuando colgué, me duché y me acosté.
Después de estar unos minutos despierta sin conciliar el sueño, siento que abren la puerta y veo a una niña de ojos azules y cabello dorado entrar. Era mi hermana de 10 años, frotándose los ojos y en un pijama rosado.
– Lia, ¿pu-puedo dormir aquí contigo? Es que tengo miedo – me pregunta con sus ojitos aguados.
– Claro, mi vida, ven con tata, sí – le respondo abriendo los brazos y aquella dulce niña de 10 años vino hacia mí. Se acostó, se acurrucó abrazándome para cerrar los ojitos.
– Lia, ¿por qué papá se tuvo que morir y dejarme sola? – me dice llorando.
– Ay, mi vida, mira un momento; esa es la ley de la vida: cuando una persona se va, llega otra al mundo. Además, papá nunca te va a dejar sola, él te cuida desde el cielo como un angelito – le comento, cogiendo su mentón y limpiándole las lágrimas.
– ¿De verdad él me está cuidando como un angelito? – me pregunta un poquito más calmada.
– Sí, mi vida. Ahora a dormir, sí – le respondo para luego hacerle cosquillas y acurrucándome con ella debajo de las sábanas.
A la mañana siguiente, me desperté eran las 5:00. Me aseé y cuando salí, mi hermanita seguía profundamente dormida, pero la desperté ya que tenía que ir al colegio. Ella se duchó, se puso su uniforme, la peiné, le preparé el desayuno. Cuando terminó, vi cómo Verónica baja. Karolina fue hacia ella para abrazarla, pero esta solo alejó a Karolina.
– Ash, niña malcriada, ¿cuántas veces te he dicho que no me gusta que me abraces? – le grita a Karolina. Yo me enojé ante su acto.
– Lo siento, mamá – le dice viniendo hacia mí.
– Cariño, puedes ir por tu mochila, yo te llevaré a la escuela, sí – le digo y ella va corriendo hacia su habitación. Verónica seguía parada en el mismo lugar, mirándome con desprecio. Yo me acerqué a ella, le di una bofetada. Ella no se iba a quedar así, me iba a devolver el golpe, pero yo le agarré la mano y se la aparté.
– ¿Quién te crees para pegarme, mocosa inútil? – me grita tratando de volver a golpearme, pero le agarré otra vez la mano.
– ¿Sabes quién me creo? La hermana mayor de esa niña a la que acabas de despreciar. Eres su madre, ¿cómo la puedes tratar así? – le grité fuerte, ya enojada y con la sangre hirviendo.
– Esa niña fue el peor error de mi vida y la trato como me place – me responde también alzando la voz.
– Si fue un error para ti, hay una manera de que te deshagas de ese error – le digo con firmeza en mi voz.
– Así, ¿y cuál es esa manera? – me pregunta con curiosidad e interés.
– Que le des la guardia y tutela de la niña a mi madre – le propongo.
– Mmm, no suena mala idea. Lo voy a pensar – me respondió.
– Bueno, cuando decidas algo me avisas – le digo. Ella asiente. Yo voy por mi hermanita, la llevo a la escuela y la dejo.
Al regresar de la escuela de mi hermana, voy a hablar con mi madre sobre la custodia legal de mi hermana y ella aceptó de que si Verónica quería, ella se podía hacer cargo de Karolina.
Después de la hora de almuerzo, Verónica quedó conmigo, mi madre y el abogado de mi madre en reunirnos en la oficina del abogado de Verónica. Salí con mi madre y su abogado para ir directo a la reunión. Al llegar, vemos que ella estaba esperando. Entramos todos y nos sentamos en la oficina del abogado de Verónica.
– Muy bien, abogado, yo quiero darle la custodia de mi hija a la señora Adrianna. ¿Qué es lo que hay que hacer? – preguntó decidida a darnos la custodia.
– Bueno, solo hay que hacer unos papeleos y entonces su firma será suficiente. Eso sí, los papeles son tardíos, pero la custodia total de la menor la tendrá la señora Adrianna – respondió el abogado de Verónica.
– Sí, así es. Los papeleos son tardíos, a veces demoran meses estar listos, pero cuando sean firmados, la custodia total es de la señora Adrianna – dice el abogado de mi madre.
– Muy bien, apenas que estén los papeles nos avisa – le digo al abogado de Verónica.
– Bueno, nos vemos mañana, abogado, en la lectura del testamento de mi difunto esposo – le dice Verónica a su abogado, que también fue el abogado de mi padre.
Todos nos retiramos. El resto de la tarde la pasé con Jeremy, Nick y Karolina. Al día siguiente, Karolina se fue a la escuela y a las 10:30 llegó el abogado. Estábamos todos para la lectura del testamento.
– Bueno, ya podemos comenzar – preguntó y todos asentimos.
– Yo, Andrew Michael Miller Smith, en todo uso de mis facultades, le dejo una pensión mensual de 5000 mil dólares a mi esposa Verónica Miller Connor... – leyó detenidamente, pero Verónica lo interrumpió.
– ¿Cómo que una pensión? – preguntó Verónica asombrada y furiosa. El abogado la miró de mala manera para luego seguir con la lectura.
– A mis hijos Jeremy y Lia les dejo las empresas JM y LA, de las cuales se hará cargo mi ex esposa Adrianna hasta que cumplan su mayoría de edad. En cuanto a mi hijo Nicolás, la empresa NK es de él. Con respecto a Karolina, le dejo la empresa KR. Mi ex esposa Adrianna será la encargada de dirigirla hasta que mi hija cumpla su mayoría de edad. En cuanto a mis propiedades: la casa en la que viví por casi 11 años después de volverme a casar le pertenece a mi esposa Verónica; mi casa de campo, mi otra casa en Nueva York, mi colección de autos de lujo se lo dejo a mi hijo Nicolás; uno de mis departamentos en Nueva York, dos de mis motos de carrera, mi otra colección de autos y mis dos casas en Los Angeles, California, les pertenecen a mi hijo Jeremy; mis dos casas en Miami, mi otro departamento en Nueva York y mi casa en la playa de Malibu le pertenecen a mi hija Karolina; el resto de mis propiedades, las cuales son otra casa en la playa de Malibu, una casa de campo en Los Angeles, California, un garaje con mi colección de motos de carreras y una de mis casas en Nueva York, le pertenecen a mi hija Lia; y la última de mis propiedades, la isla que compré para vacacionar, se la dejo a mi ex esposa Adrianna... – concluyó el abogado.
– ¡Esto no es justo, ahahahaha! – chilló Verónica histérica.
– ¡Largo, largo! ¡Todos de mi casa! ¡Quiero estar sola! ¡Tú, Lia, recoge todas las cosas de Karolina y llévatela lejos de mí, no la quiero! ¡Lárguense todos! – gritó furiosa.
Todos fueron a recoger las cosas para irse de la casa. Cuando salimos, fuimos hacia la casa que mi hermano se había acabado de comprar hace un mes y nos quedamos ahí. Luego fui a buscar a mi hermanita para pasar el día con ella y mis hermanos.
Lucas:
Ya han pasado una semana desde que Lia se había ido para Estados Unidos. La extrañaba mucho, ya quería verla. Regresaban hoy, así que voy a recogerla a ella, a su madre, a su hermana menor y a Jeremy al aeropuerto, junto con Samantha. No habían regresado antes porque estaban comprando una casa más grande, ya que se traían a la hermanita.
Al llegar, me estacioné, bajamos Samantha y yo. Luego de una larga hora de espera, llegó el avión. Apenas salió por la puerta, corrió a abrazarme y yo le correspondí.
– Te extrañé mucho, Lucas – me dice aún abrazándome.
– Y yo a ti, amor – le respondo, para luego separarme y darle un beso corto. Luego saludé a los demás y me presentaron a la hermanita de 10 años de Lia que se llama Karolina.
Después nos fuimos a la nueva casa que ellos habían escogido. Era grande, tenía una alberca, jacuzzi, sala de juegos, un estudio de música, un gimnasio, 9 cuartos, sala, cocina y comedor; era muy grande y espaciosa, tenía dos plantas muy grandes.
Al llegar, fui ayudar a Lia a acomodar la ropa en el closet de su hermana, luego la bañó y su hermana se acostó a dormir. Luego nos fuimos a su cuarto, la ayudé a acomodar sus cosas, luego nos sentamos en la cama y la abracé. La verdad se veía demacrada, parecía que había estado llorando.
– ¿Cómo te sientes, amor? – le pregunté al oído para luego darle un beso en la frente.
– Hmm, no muy bien – me respondió con voz ronca.
– Estoy cansada – me comenta con un hilo de voz seguido por sollozos y lágrimas.
– Extraño a mi papá, Lucas. Con él podía ser quien soy sin límites. A mi madre no le gusta que monte motos y tampoco le gusta que lea libros, pero mi padre, mi padre siempre quiso cada parte de mi forma de ser sin importar que fuera tonta. La amaba y estoy cansada porque siempre tengo que mantenerme lejos de mi madre si llego en moto y no puedo leer delante de ella porque no le gusta. Dios, estoy tan cansada – me soltó entre sollozos.
Me dolía verla así, me dolía, así que tuve una idea.
– Te tengo una propuesta – le comento serio y triste por verla así.
– ¿El qué? – me pregunta separándose y mirándome fija con un atisbo de curiosidad.
– ¿Qué te parece si nos vamos hoy en la noche a una cabaña en el bosque? Es mía, fue un regalo de mi abuelo. Hay un lago y creo que te sentará muy bien despejar la mente. De la escuela no te preocupes, yo hablo con mi madre que me dé un justificante de 7 días y pues la tuya va a aceptar darte el tuyo. Te sentará bien – le propuse ya con una sonrisa.
– Sí, okey, creo que me hace falta despejar la mente – me responde para luego darme un beso en los labios, beso que correspondí con más intensidad.
– Bueno, creo que iré a mi casa a preparar todo. Te dejo para que descanses. Ah, y a las 6:30 pm te paso a recoger – le comento después de separarnos.
– Está bien, te veo luego – me dice parándose junto conmigo y acompañándome a la puerta para luego despedirse.
Yo emprendí camino a mi casa. Cuando llegué, comí algo, me duché y me acosté a dormir. Cuando me volví a levantar, eran ya las 4:00 pm, así que preparé mi maleta con ropa, me duché otra vez, comí algo y cuando fueron las 5:50 pm, emprendí camino para la casa de Lia.
Lia:
La verdad había llegado cansada del viaje, cansada, triste y mal por todo lo que ha pasado, así que cuando Lucas me propuso irme con él para la cabaña, acepté sin pensar porque quería despejarme de todo esto. Cuando él se fue, preparé la ropa que me iba a llevar, luego me duché y me dispuse a dormir, así que puse una alarma a las 5:30 pm para levantarme.
Cuando la alarma sonó, comencé a prepararme. Ya a las 6:00 pm estaba lista, así que bajé, preparé algo de comer. Cuando terminé de comer, llamé a mi mamá, la cual estaba durmiendo, le dije que la cena estaba lista. Mientras bajaba las escaleras con la maleta, escucho la bocina del auto de Lucas. Termino de bajar, salgo de la casa y me dirijo hasta su auto. Al llegar, él me mira de arriba abajo, comiéndome con la mirada.
– Te ves guapísima – me comenta acercándose a mí besándome.
– Creo que no aguantaré hasta llegar al campamento, ya quiero estar entre tus piernas – me confiesa después de separarse. Al escucharle, se me sube el calor a la cara y podría jurar que estaba roja como un tomate, y Lucas se echa a reír.
– Creo que ya deberíamos irnos – le comento.
– Sí, creo que sí – responde. Entonces me abre la puerta del asiento del copiloto. Yo me pongo el cinturón mientras Lucas guarda mi maleta en el maletero y entra en el auto para comenzar a manejar.
Ya eran las 10 de la noche, íbamos por la carretera cuando de repente se sintió algo explotar y nos salimos de la carretera. El pánico me inundó, cerré los ojos por el miedo. Al abrirlos, veo a Lucas agitado mientras se gira rápidamente hacia mí.
– ¿Te encuentras bien? – me pregunta asustado.
– Sí, ¿y tú? – digo en un hilo de voz por el miedo.
– Sí, me encuentro bien – responde.
– ¿Qué fue lo que pasó? – le pregunto.
– Se pinchó una rueda, así que tendré que cambiarla – me contesta para quitarse el cinturón y bajar. Yo bajo tras de él y me paro a su lado.
– ¿Te puedo ayudar en algo? – le pregunto con curiosidad.
– Sí, necesito que me alumbres con el teléfono – me responde. Yo asiento y voy hacia el auto y cojo el teléfono para alumbrarle mientras él abre el maletero y coge todo lo que necesita para comenzar a cambiar la rueda.
Después de media hora, la rueda ya estaba cambiada. Nos montamos en el auto para seguir nuestro camino. Después de dos horas, llegamos a la cabaña. Yo entro mientras Lucas se queda afuera sacando el equipaje. Yo me siento en un sofá cuando de repente oigo un ruido en la cocina, así que me dirijo hacia allá y al encender la luz veo a una persona, así que suelto un grito...
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Editado: 12.09.2025