He escuchado y leído cientos de historias sobres las almas gemelas, hilos rojos y todas esas historias absurdas de que nuestras vidas están ligadas a otras, volviéndonos unas románticas empedernidas que no hace más que soñamos despiertas con ese hombre que sea parte de nuestra vida.
Por eso las historias de amor y drama son lo que más frecuentan los lectores o televidentes. Nos hace fantasear una y otra vez y vivir en un mundo de fantasía que no es para nada real y que nos hace estrellarnos contra un muro al darnos cuenta la realidad.
No todo lo que lees en los libros o vemos en películas existe.
Tampoco los héroes, aquellos hombres de armadura dorada que cabalga en su corcel.
Ni aquellos que irrumpen en tu habitación para hacerte el amor.
Solía vivir soñando, despierta, esperando a ese hombre que me sacaría de mi miseria. Deambulaba por los pasillos con mis libros, siendo las burlas de mis compañeros de escuela.
Recuerdo que Nancy, una chica que compartía varias de mis clases, se acercó y se hizo pasar por mi amiga. Nunca pensé que todo era un plan para ser la burla de la escuela.
No sé en qué estaba pensando ¿Cómo podía pensar que la chica popular, la capitana de porrista del equipo de la escuela, quisiera ser mi amiga? En fin, no lo vi venir hasta que fue demasiado tarde. Ella descubrió mi diario y mis dibujos, entre ellos había uno en específico. El de un compañero, Darían, el chico más guapo de la escuela y para mí del mundo entero. Cada novela que leía él y yo éramos los protagonistas. No podía dejar de fantasear con él.
Darían no solo era el más guapo, era uno de los capitanes del equipo de fútbol americano. Alto, cuerpo bien definido y claro, un mujeriego. Todas las chicas estaban locas por él y cuando Nancy, quien había sido una de las tantas de sus listas, aprovechó mi enamoramiento para humillarme.
Recuerdo que empezó a leer en voz alta mi diario, delante de toda la escuela cuando estábamos en la cafetería. No sabía dónde meterme, quería salir corriendo, pero sus secuaces me tenían de ambas manos evitando que escapara. Todos empezaron a reír, todos menos él. Nunca voy a olvidar el silencio que se armó cuando todos los estudiantes reían y él se levantó de un salto y gritó a todo pulmón ¨silencio¨ De inmediato todos callaron, se acercó a mí y me observó de arriba abajo antes de darle una orden con la mirada a las chicas que me sostenían que me soltaran. Ellas por temor lo hicieron dando un paso hacia atrás y luego se acercó a Nancy y le quitó mi diario de sus manos.
Recuerdo que mis gafas se empañan por las lágrimas que caían por mi rostro. Me quito las gafas y las limpio con su camisa. Mi mirada cayó hacia su estómago y luego subió a su rostro, me sonrió y me las puso de nuevo limpiando también mi rostro.
― ¡El que se atreva a volver a reír o hacer alguna cosa en contra de Gabriela se las verá conmigo! ―Dice gritando para que todos lo escuchen ― ¿Entendido? ― Algunos respondieron ¨Sí¨― ¡¿Entendido?!― Nancy dio un salto cuando le grito de cerca y ella solo asintió con la cabeza.
Darían tomó mis cosas que se encontraba en el suelo y luego mi mano y me sacó de la sala de descanso. Desde entonces no volví a recibir ni una burla ni desprecio de nadie, ni siquiera de Nancy, quien me veía y salía hacia el otro lado.
Nunca pude darle las gracias a Darían por lo que hizo por mí, nunca nos dirigimos más que un saludo y cuando me lo encontraba él únicamente me sonreía, asentía con la cabeza en forma de saludo antes de darse la vuelta y seguir con lo suyo.
Después de graduarnos no volví a saber de él. Me fui a la universidad y estudié enfermería. Aunque había tenido un buen puntaje y una beca para ser médico, decidí estudiar enfermería, ya que me ayudaba a estar más en contacto con los pacientes y no solo dar un diagnóstico. Amo cuidar de las personas, en especial de los niños. Fue en la universidad donde conocí a Joselyn, una estudiante de medicina quien se especializó en pediatría y me ayudó a encontrar trabajo en un hospital.
Ella siempre fue mi apoyo y más aún cuando perdí a mi madre y a mi abuela en un accidente. Nunca conocí a mi padre, quedé con una casa como herencia y vivía trabajando. Siempre nos reunimos en mi casa o en su departamento, pero últimamente mi amiga rehuía, ya que tenía a un abogado que la estaba volviendo loca. Según ella lo odiaba, pero la verdad es que ella lo quería, pero no era capaz de aceptar sus sentimientos hacia él.
Por esa razón estoy siendo arrastrada hacia un bar por la loca de mi amiga quien hoy quiere emborracharse hasta perder la cabeza y como yo soy la parte racional seré quien sostenga su cabellera mientras vomite el contenido de su estómago.
―Deja esa cara que cualquiera dirá que te llevo a un matadero― Dice Joselyn retocando su lápiz labial.
―Siento que lo va a ser― Rueda los ojos ante mi respuesta y me da una sonrisa.
―Sabes, me han hablado mucho de este lugar―Ambas bajamos y Josy le paga al taxista mientras se ajusta la falda que se le sube con cada paso que da.
― ¿Y qué te han dicho de este maravilloso sitio? ― Pregunto con sarcasmo.
Mi amiga resopla y envuelve su brazo contra el mío y caminamos hacia la entrada.
―Que tiene magnífica vista―Guiña su ojo antes de hacerse un lado para que pase primero.
El portero nos observa serio de arriba abajo y abre la puerta para que ingresemos.
La música retumba haciendo que arrugue mi rostro y las luces me enceguecen un poco y debo enfocarme para mirar por donde camino. Josy toma mi mano y ambas nos arrastramos hasta donde está la barra. Mi amiga se sienta en uno de los asientos y me señala el otro. Resoplo rodando los ojos por su orden y ella me da una sonrisa antes de levantar la mano y pedir dos martines.
―Ahí viene―Murmura y me hace señal para que observe lo que me señala y me quedo con la boca abierta al ver al hombre detrás de la barra servir los tragos.