Cuando menos lo esperas

Capitulo 6

 Hoy estamos felices, la pequeña Sofía ha sido dada de alta después de estar casi un mes hospitalizada. Tenía nervios al momento de alta, ya que no sabía si aceptarían mi seguro, pero lo hicieron y decidimos celebrarlo en mi casa.

O nuestra casa.

Llevamos a la pequeña a mi casa, al principio observaba todo con atención y Joselyn y yo habíamos corrido las cosas de la sala para darle un buen espacio y ella pudiera gatear.

Sofía estaba atravesando los 7 meses, así que ya gateaba y trataba de levantarse, pero aún le era imposible. Sus primeros dientes estaban por la mitad y empezaba a meterse todo a la boca.

Mi amiga había decorado la sala con una bienvenida Sofía y Dorian no hacía más que agradecer lo que habíamos hecho por él y su hija.  Los cuatro adultos estábamos en la sala mientras la pequeña se deslizaba en la alfombra con sus juguetes, ya que no sabía con cuál jugar. Mi amiga se había esmerado junto con Daniel, el abogado había comprado varias cosas para entretenerla.

Dorian y Daniel conversan y cuando salen hacia la cocina escucho a mi amiga suspirar.

―Sabes, me pregunto si tu esposo tiene tatuado también el trasero―Dice Josy haciendo que suelte una carcajada.

―Deja de decir esas cosas―

― ¿Qué? ― Dice con inocencia ―No solo yo me lo he preguntado, todos los del hospital, ya que por donde vea hay tinta ― ¿Será que la polla también estará tatuada? ―

― ¡Joselyn! ― Escuchamos un grito y vemos a Dorian y a Daniel con los ojos abiertos y este último echando chispas.

―No grites que vas a asustar a mi sobrina―Dice Josy restando importancia de que la han escuchado.

―Deja de hablar de la polla de otro hombre― Daniel se acerca dejando la bandeja de bebidas y Dorian, quien a pesar de tener barba, se ha sonrojado.

― ¿Quieres que hable de la tuya? ― Enarca una ceja haciendo que el abogado se sonroje.

Dorian y yo reímos a carcajadas.

―Mejor no hables de pollas― Le digo entre risas ― ¿Hay alguna forma que puedas mantener la boca cerrada sin tener que decir tantas estupideces? ―

―Yo tengo una idea de cómo mantener su boca ocupada―Dice Daniel con picardía haciendo que Joselyn escupe el jugo que estaba bebiendo en ese momento.

Dorian y yo reímos y la pequeña Sofía termina riendo observándonos.

Suelto un suspiro de alivio, por primera vez siento esta casa como un hogar.

Los días pasan y nos hemos convertido en una rutina para cuidar de la pequeña Sofía.

Dorian trabaja de miércoles a sábados y cuidé a la pequeña en el día. Como a mí me toca una semana en el turno de día y a la otra de noche mi amiga nos ha ayudado con la pequeña mientras mi esposo y yo estamos trabajando y así no tener que contratar extraños.

En el hospital ha habido tensión desde que se supo que yo me había casado y con semejante Adonáis, mis compañeras no hacían más que murmurar cosas y yo había decidido ignorarlas mientras trabajaba.

Sofía y yo nos hemos acercado cada vez más, la verdad es que no quiero ni pensar el día que esto acabe, ya que debemos esperar que Dorian encuentre un mejor trabajo donde le pueda dar la seguridad a su hija antes de algún divorcio y eso hace que me sienta perder la cabeza.

Él y yo nos hemos acoplado a la convivencia. Me ayuda con los Caseres de la casa y casi siempre es él quien se ocupa de la cocina mientras yo juego con la pequeña. Muchas veces lo que encuentro observándome en silencio y luego desaparece para darnos nuestro espacio. Los domingos que descanso salimos como si fuéramos una familia. Siempre siento las miradas de las personas sobre mí, en especial cuando cargo a Sofía.

Una tarde, estábamos en el parque y Dorian había ido por unos helados y una mujer se me acerco a preguntar de quién era la niña porque era claro que yo no era la madre. Tanto Dorian como Sofía son rubios y mi cabello es rojizo anaranjado. Me pregunto si el padre de la niña estaba casado, yo me había quedado en shock, no sabía qué decir hasta que una voz nos interrumpió.

― ¿Cómo se atreve a cuestionar a mi esposa de no ser la madre de mi hija? ―Dice con furia Dorian ―Para que quede claro, señora, esa es mi hija―Señala a Sofía que juega en la caja de arena ―Y ella es mi mujer, mi esposa y la madre de mi hija―Tira el helado en el bote de basura y se acerca ― ¿Estás bien? ―Asiento y es cuando me doy cuenta de que he empezado a llorar.

Maldice entre dientes y carga a Sofía y me toma de la mano para sacarnos del parque, atenta a la mirada de todos. No digo nada, nos subimos al vehículo y él se cerciora que me ponga el cinturón de seguridad como lo hace siempre. Está obsesionado con que estemos con seguridad. Cuando llegamos a casa saco a la pequeña que se había quedado dormida. Escucho como Dorian me llama, pero lo ignoro y entro al cuarto de Sofía para dejarla en su cuna antes de darme la vuelta y salir, pero termino tropezando contra Dorian.

―Gaby―Susurra.

―Ahora no Dorian―Doy un paso hacia atrás para que me suelte y camino por su lado para ir a mi habitación ―Iré a bañarme, en unas horas me toca mi turno―

―Ven, hablemos―

―Debo trabajar―

―Aún falta para eso―

Niego y me encierro en el baño. Me despojo de la ropa y abro la ducha. Puedo escuchar unos toques a la puerta, pero lo ignoro dejándome caer bajo del agua. El sonido de la ducha amortigua mi llanto y termino sentada sobre el suelo, abrazando mis piernas mientras lloro.

Últimamente, me he sentido sentimental, he empezado a llorar constantemente sin que nadie se dé cuenta.

Debe ser el miedo de perder a Doria y a la pequeña Sofía.

La otra noche, cuando Joselyn y Daniel estaban de visita, los escuché hablar. Daniel se dio cuenta de que Dorian no había terminado la universidad, ya que había tenido un accidente y no pudo seguir jugando y perdió la beca. Le faltaban dos semestres para terminar derecho y como Daniel es dueño de un bufete y ellos otorgan becas, le había ofrecido una a Dorian para terminar su carrera y poder ser un abogado. Mi esposo simplemente lo abrazó y le dio las gracias prometiendo ser un gran abogado como él y claro, Daniel no se quedó atrás y le ofreció un puesto en su bufete.




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