Prólogo

Advertencia: Mi intención no es romantizar ninguno de los temas que se abordan en la historia, tampoco dar ideas para que se desarrollen ciertas acciones y conductas. Únicamente me gustaría darle voz al personaje de Vía y a su historia a través de este libro.

Prólogo.

Algunas veces, solo necesitamos un éxito. Una sola batalla ganada para encontrar la motivación de existir.

Por el momento, este es mi último intento. O me quedo en el proyecto, o me quedo en el proyecto.

De la misma manera, con esta historia le digo adiós a mi amor al arte y a mi deseo de triunfar.

Llevo años intentando cumplir mi sueño de ser actriz. Años de audiciones, procesos, callbacks, correos, cámaras, luces, pero, sobre todo, rechazos.

Este es mi último casting en el que participo. Mi última ilusión de escuchar un “Sí”. Si no lo consigo, le diré adiós a mi esperanza de vivir del arte. Le diré adiós a mi mayor sueño de ser actriz. Porque siempre fui el “NO”, y nada ha cambiado desde entonces.

Y vaya que lo intenté. Vaya que luché. Pero de luchas no se vive, de derrotas no se celebra y de tristezas no se disfruta.

Probablemente llegué tarde a intentar cumplir mis sueños. Dejé todo por ellos, y me fallé a mí misma.

No me enojo con mi yo del pasado. Al fin y al cabo, solo era una niña que intentaba sobrevivir. Pero después me convertí en la adolescente a la que decían que hacía todo por querer atención, cuando en realidad solo rogaba que los malos comentarios, los reclamos y todo ese daño emocional cesaran. Deseaba que pararan esos estragos de no ser suficiente. El ciclo de la vida me convirtió en la joven mujer que quería demostrarle a todo el mundo que podía. Pero me olvidé de demostrárselo a mí misma.

Me enojo con mi yo del presente, y no por desconfiar de la imagen que veo diariamente en el espejo, sino por dejar de creer en esa pequeña niña con ilusiones. No le di la vida de sus sueños. No la protegí. No la escuché. Y lo que más me duele: no la amé.

Le di la razón a todo lo que se decía de ella, grabándome esas palabras en mi corazón y en mi mente, manifestando que se hicieran realidad.

“Deberías conseguirte un hombre con dinero.”

“Mm, está muy fea para tener un novio.”

“A esa gorda nadie la va a querer.”

“Nunca será nada en la vida.”

“Se quedará sola, pobre y fracasada.”

“Nunca fue alguien en la vida y nunca lo será.”

“Cuidado, Via se resbaló, va a comenzar a temblar si se cae al piso.”

“Asco, ¿por qué me gustaría la fea, nerd esa?”

“Jamás quisiera bailar con ella.“

Me lo creí y me lo tatué en lo más profundo de mi ser.

Me enojo porque lo único que hago es evidenciar que siempre tuvieron la razón.

Me enojo con la vida por ayudarme a darles la razón.

Convivo con la constante idea de irme para siempre y dejar de sufrir, acompañada de lo cobarde que soy para acabar definitivamente con este dolor.

Porque por mi mente pasa, pero me da terror que al encajar el cuchillo duela, que lleguen a tiempo y me salven. Me da terror imaginarme tomando las pastillas y que no funcionen. Me da pánico tirarme del puente y que solo resulte en heridas profundas, aunque no más de las que ya tiene mi alma. Me asusta el mar, así que ahogarme en él no es una opción. Me da miedo cruzar la calle y que el auto se detenga y no me atropelle.

Me da miedo el vivir, pero también el morir.

No sé si darle las gracias al miedo por detenerme o odiarlo por no ayudarme a hacerlo. Estoy perdida y aterrorizada. Y se supone que nadie tiene las respuestas más que yo. Solo que ya no quedan más esperanzas en mi corazón.

Me rendí. Hoy, mañana y posiblemente toda la vida.

Es tan cansado intentar e intentar para, al final, darte cuenta de que la oportunidad nunca llegará. Porque uno siempre es la equivalencia de un “No”

Esta es la última audición que hago. La audición que me llevará a lograr mis más grandes sueños o la que terminará por acabar completamente con ellos.

Atte. Via