Via
—Tenemos que celebrar que sobrevivimos —propuso Paty al verme salir del lugar—. Salgamos a comer a un restaurante.
—No —me apresuré a negar—. No tengo ganas de seguir conviviendo con tanta gente —mentí nuevamente.
No podía salir a comer a cualquier lugar. No me podía arriesgar a comer lo que fuera. Si íbamos a algún restaurante, yo no sabría cuántas calorías tendría cada comida, y ya había comido mucho en los últimos dos días a causa de la ansiedad que sentía por esta cita. No podía darme el lujo de comer de más. Ya me había fallado desde hace dos días. Un día más sin seguir mi régimen alimenticio no sería correcto.
—Oh, cierto, ya estuvimos rodeadas de mucha gente. ¿Quieres venir a mi casa a comer? —me invitó con su sonrisa tierna.
Lo más rápido y fácil sería negar nuevamente, pero, para lo poco que la conocía, sabía que ella no lo permitiría. Además, estaba en otra ciudad, así que era eso o quedarme sola en la habitación del hotel, reconsiderando todo lo que pude hacer bien para haberme ganado el puesto. Porque nuevamente sabía que era un rotundo no.
—Si, me encantaría —acepté, dudosa.
Tenía que encontrar la manera en la que no se diera cuenta. Tal vez podría tirar la comida a la basura antes de que lo notara, dejar todo en mi plato y decir que me dolía la panza, o simplemente comerlo y salir a correr en la noche. Ya me inventaría algo.
—Me alegro porque irá Andrés también —me notificó alegremente—. Tengo el raro presentimiento de que, no importa lo que pase, si nos dan el papel o no, creo que todos seremos grandes amigos —dio pequeños saltitos aplaudiendo levemente de la emoción.
Ella estaba sonriente y feliz, creo que sí desea que todos fuéramos amigos. Mientras que yo estaba acorralada en mi mente. ¿Cómo lo pude olvidar? Paty y Andrés eran mejores amigos, hasta habían trabajado juntos.
Mi preocupación se intensificó al no recordar toda la escena. ¿Y si lo bese? ¿Y si él sintió lo mismo que yo?¿Y si también estaba conscientemente, no solo como el personaje? Me da vergüenza lo imprudente que puedo llegar a ser. Más vergüenza me daba porque sabía perfectamente que él tiene novia. Pero yo solo hacía mi trabajo.
—Mi novio vendrá por nosotros tres para irnos todos juntos en el auto —enunció Paty.
No importaba, debía ser profesional. No pasaba nada, podía convivir con mis compañeros actores. Pero Andrés es otra historia. Sí, es guapo. Sí. es musculoso. Sí, es alto. Sí, está tan bueno que vuelve loca a cualquiera. Pero tiene novia y es mi compañero. Seguramente él no sintió lo mismo. Seguramente.
Podía ir en el auto al lado de él sin problema.
—Vámonos —habló Paty, sacándome de mis pensamientos internos—. Bajemos en el elevador.
—No, mejor por las escaleras —solicité ante el temor que siempre he tenido hacía los elevadores.
—Elevadores dije —me ordenó, fijando su vista en mí mientras se cruzaba de brazos.
¡Qué mandona!. No me negué y, sin percatarme que a lado de mí estaba Andrés, nos encaminamos hacia el elevador.
Conté hasta tres internamente y me preparé para sufrir durante el trayecto. Entramos al elevador y Patricia no se callaba ni un segundo. Algo me dice que nuestra amistad se regirá con sus interminables pláticas.
Mis nervios me hacían ignorarla todo momento. No era tan bonito tener que bajar 10 pisos en una máquina que nos podría matar. La tecnología falla, y siempre es posible morir a causa de ella.
Me sujeté fuertemente de la barra que había y puse mi otra mano sobre mi estómago, no por las náuseas, sino porque necesitaba agarrarme de algo para no desmayarme del terror que sentía.
1.2.3. Respira. 1.2.3. Respira. Lo repetía internamente, solo que no funcionaba.
El pánico inundó mi sistema. De no ser por la calidez que me brindaba algo sobre mi mano, un ataque hubiera sido inevitable.
Alcé la vista y noté a Andrés quitando mi mano de la barra y sujetándola fuertemente. Lo miré directo a los ojos y se acercó más a mí para rodear mis hombros, sin dejar de sujetar mi mano.
—Todo está bien, no hay por qué tener miedo —susurró.
Nuestra diferencia de altura me permitía colocar mi cara justo en su pecho, y su perfume causaba un efecto placebo que disminuía un poco mi temor.
—No, solo que en cualquier momento esto se puede caer y podemos morir trágicamente —enfaticé sarcásticamente. Él solo sonrió apretando más su agarre conforme mi cuerpo temblaba.
No sé si temblaba de los nervios por estar en el elevador o por estar abrazando a uno de los hombres más guapos de México.
—Gracias por generarme un nuevo miedo irracional —renegó Paty, sacándome la lengua.
—Tú me subiste a esta cosa —repliqué, copiando su gesto.
—Querías bajar por las escaleras —reclamó
—Me aterroriza estar en una caja que se mueve.
—Me da hueva bajar más de 10 pisos.
Antes de que quisiéramos seguir peleando como dos niñas, Andres nos interrumpió:
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Editado: 07.03.2025