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Llegar a la carpa señalada no fue difícil, atravesar la marea de gente tenía su truco entre los varios atascos producidos por la música cambiante que invitaba a todos a bailar a liberarse.

Liam sintió como sus latidos aumentaban intensificando su fuerza mientras cruzaban el centro del festival donde los rodeaban a cada lado, habían dejado los chalecos de seguridad sintiendo que los estorbarían en especial si alguien de seguridad los llegase a detener y pedir identificación, debían ser invisibles entre tanta gente.

Sentía una euforia que recorría su ser, pero aquellas emociones no eran suyas su mente se centraba en cruzar el mar de cuerpos bamboleantes y buscar la oportunidad de seguir adelante, no decidieron rodear porque les tomaría mucho tiempo, debían llegar primero antes que los otros equipos.

–Me encanta esta canción– dijo Gabriel moviendo su cuerpo mientras coqueteaba con las muchachas a su alrededor.

Fue ahí cuando Liam se preguntó si su alma gemela estaría en aquel lugar, a un paso de él o al otro extremo de toda la multitud, sintió como su propio corazón se emocionaba de la idea una idea que debía acallar.

Danna bailaba con todas sus fuerzas, sentía la música recorrer su cuerpo la emoción de un festival el primero de muchos que abren su vida a un millar de posibilidades, de cosas buenas y malas de momentos inolvidables con sus amigas como el que estaba viviendo ahora, se sentía feliz.

Se habían colocado en la parte céntrica del festival así podrían ver el espectáculo principal y la música de los parlantes resonaría a cada lado de ellas la idea era perfecta, llegar ahí les costó un par de empujones y disculpas, logrando hacerse un espacio entre la multitud.

Danna saltaba de felicidad movía su cuerpo de lado a lado al ritmo de la música que no paraba de sonar.