Cuando te cuente nuestra historia

Capítulo 2

Terminé de desayunar en el momento en el que los padres de Alison llegaron a mi casa. Jacob traía un montón de herramientas, cables, y demás utensilios que mis padres miraron con entusiasmo.

–– Sara, coge mi coche si quieres ir ya junto de Alison –– dijo mi padre tendiéndome las llaves de su Bmw X5 ––. ¿Recuerdas donde era?

–– Sí, son cinco casas por delante de la nuestra. Bueno, me marcho ya. Avisadme cuando queráis.

Me despedí de todos y recogí mi cesto con la toalla y la crema del cuerpo que había dejado en una silla alta de la cocina. Me había puesto un bikini de color azul celeste, una camiseta larga de color blanco con letras de colores que ponía “California” que me llegaba por encima de las rodillas y unas converse azules también para conducir. Las playeras estaban dentro de la cesta. Me había dejado el pelo suelto, total, lo mojaría en la piscina.

El todoterreno de mi padre rugió tan pronto aceleré para salir de casa. Ojeé lentamente las demás casas y más o menos todas tenían algo parecido a la mía o a la de Alison. Esta era una parte de la urbanización, pero había más casas al otro lado de la ladera.

Le mandé un mensaje a Alison diciéndole que ya estaba en su casa y enseguida me respondió que no llamase al timbre, sus hermanos dormían.

La pesada puerta de madera se abrió y una sonriente Alison me saludó. Tenía puesto un pareo alrededor del cuerpo e iba descalza.

–– Puedes dejar aquí tus converse, que así estarás más fresca por la casa y por fuera. ¡Hace demasiado calor hoy!

–– Claro, donde me digas. Cuando mi casa esté lista, tienes que venir a mi piscina, todavía no la he estrenado y me muero por nadar en ella.

–– Eso es justo lo que están mirando nuestros padres. Se ve que no está bien montado el circuito, o algo así me dijo mi padre –– agitó las manos en señal de sacarle importancia.

–– Pues ya sabes más que yo. No suelo preguntar que hacen o que pasa.

–– Porque eres mucho más independiente que yo. En cuánto mis hermanos comenzaron a interesarse por las chicas mi vida social en casa, cayó en picado.

Sonreí divertida. Atravesamos la cocina para poder entrar al jardín por ahí. Su piscina era exactamente igual a la mía. El césped estaba súper bien cuidado, con seis tumbonas mirando hacia la piscina, con vistas a una montaña.

–– No sabes cuánto me alegro de tener a alguien con quien hablar por aquí –– dijo mientras se quitaba el pareo y se tumbaba en la hamaca. Dejó una botella de agua fría en una mesita, para mí.

–– Gracias por el agua. Yo me alegro de tener una amistad en Madrid. Mi prima vive por esta zona también, en otra urbanización semejante a esta. Supongo que la visitaré este fin de semana. Y hablando de hablar, hablas muy bien el castellano. No tienes mucho acento americano.

 

–– No me digas eso que me muero. Nuestra madre nos mandó a clases de castellano desde el primer día que vinimos aquí. Lo que más vergüenza nos daba a mis hermanos y a mí, era la maldita erre. Pero la decimos muy bien –– dijo con alegría.

Me quité la camiseta y saqué las playeras y la toalla de la cesta. Me fijé que ella también usaba la misma que la mía. Ambas eran de mimbre con una estrella de mar bordada.

–– ¿Haces algún tipo de deporte? Tienes un cuerpo súper tonificado. Yo lo intento, pero luego mi madre hace un pastel, y me lo como –– dijo sacudiendo los hombros.

–– Si tenemos un cuerpo súper parecido, mujer. Yo como un montón, pero en California iba con mi mejor amiga a clases de defensa personal y a baile. Las echaré de menos este año.

–– Mi hermano mayor practica boxeo, karate y todas esas cosas de tío duro. De pequeño era gordo.

Eso sí que lo recordaba.

 

Hablamos durante media hora sobre las amistades que tenía Alison en la universidad, me contó que estudiaba arquitectura, que desde que vio la casa donde viven ahora, se enamoró de los edificios, del material con el que estaban construidos y un largo etc.

–– ¿Y tienes algún novio olvidado en California? –– preguntó mientras nos sentábamos en el borde de la piscina. Agradecimos el agua fresca para aliviar el calor del sol.

–– No. Salí con un chico dos años, pero se tuvo que mudar a Alemania y ya sabes, las relaciones a distancia no suelen funcionar muy bien.



#3903 en Novela romántica
#261 en Joven Adulto

En el texto hay: new adult, romance

Editado: 31.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.