Cuando te cuente nuestra historia

Capítulo 5

El corazón me latió con fuerza al escuchar el sonido del Skype en mi teléfono. Ese sonido que solo podía ser de una persona. Mi mejor amiga, Emma.

Me incorporé rápido de la silla, asustando a Alison que se encontraba pintándose las uñas.

–– ¡Es mi mejor amiga! –– exclamé nerviosa. Alison asintió rápidamente, entendiendo mi histérico estado.

Acepté la videollamada y sonreí al verla.

–– ¡Emma! Al fin has vuelto a la civilización.

Ella me sonrió con cariño. Su mirada indicaba que me echaba de menos también. Llevaba su pelo castaño recogido en una coleta, y gafas de pasta negra.

–– No puedes ni imaginar, lo horrible que ha sido el viaje, Sara.

Miré de reojo como Alison se acercaba a mirar a mi amiga. Estaba segura que era porque hablábamos en inglés. Justo me había contado esa mañana que en ocasiones solo habla su idioma materno con Aidan, el resto quiere mejorar con el castellano.

–– Pues ya estás tardando en contarme. Te presento a una amiga, se llama Alison.

Emma alzó una ceja.

–– ¿Alison? No suena muy español ese nombre. ¿Ya están los españoles copiando los nombres americanos?

–– Soy americana, de California, como vosotras –– respondió Alison, con mucho orgullo en sus palabras. La verdad es que, en inglés tenía la voz todavía más dulce. No la recordaba así.

–– ¡Menos mal! Así Sara no olvidará sus costumbres. Alison, tienes que llevarla a bailar para que su descanso sea profundo –– le comentó con cariño, Emma.

–– ¿Quién ha dicho, llevar y bailar en la misma frase? Porque puedo ser un acompañante de baile, perfecto.

La voz ronca de Alec nos sorprendió a las tres.

–– Esa voz suena a tío bueno, ¿de quién es? –– preguntó Emma mirando fijamente a la pantalla.

Alec nos miró con interés. En silencio nos preguntó que quién era la del teléfono.

–– Emma, te presento al fornido chico de la voz sexy, Alec. Es mellizo de Alison –– giré la pantalla del teléfono y enfoqué a un Alec con camiseta negra sin mangas y bañador rosa con sandías negras.

–– Creo que voy a tener que darme otra ducha fría si dices que te parezco sexy, Sara.

–– Amiga, vuelve a girarme. –– me miró con una sonrisa maliciosa, iba a salirme con una de las suyas ––. Sara, desde lo de Stephan no te lo había vuelto a decir, pero, ha llegado el momento. –– carraspeó ––. Tienes que acostarte con ese chico. Alec, si me escuchas, sigue mis instrucciones al pie de la letra. Primer paso, cárgala sobre tu fibroso cuerpo, cual saco de patatas y llévatela a tu dormitorio –– la miré con una sonrisa vacilona. Esta mujer estaba loca. –– Segundo, acuéstala sobre la cama y desnúdala con los dientes –– Alison estalló en una carcajada. –– Y tercer y último paso, hazla gemir hasta que llegue al orgasmo. Y cuándo llegue. Se lo vuelves a hacer.

Había olvidado lo bruta que era Emma hablando.

Alec me robó el teléfono de la mano y con una sensual sonrisa habló con Emma.

–– Nunca había escuchado unas palabras tan sabias, Emma. Tienes razón, tendré que hacer eso, pero ya que la conoces tan bien, te haré la pregunta más difícil de todas.

–– Dispara.

–– ¿Cómo hago para enamorarla?

Alison se mordió el labio inferior y se aguantó una gran sonrisa. Me miró con cariño y después sacudió la cabeza.

–– ¿De qué habláis? Os escucho reír desde mi habitación.

El que faltaba en la escena.

–– Mira Emma. Este es mi hermano mayor, Aidan. –– Alec enfocó a su hermano, que tenía el torso desnudo y sudoroso, con unos pantalones de chándal negros de cintura baja. –– Pero dime, ¿como hago para enamorar a Sara?

–– ¿Sara, estás ahí? ––preguntó Emma.

–– Sí, claro.

–– Hola Aidan. –– Él la saludó con la mano y le dedicó una sonrisa de no entender nada ––. Para enamorar a Sara, hay que ser, sincero, entender que ame los libros por encima de todo. –– me ruboricé en cuánto los tres se giraron para mirarme ––. Fiel y condenadamente guapo. Pero otra cosa tengo que decir. Sara, hazte un sándwich de hermanos por mí.

–– Bueno, ¡ya está bien! –– exclamé roja como un tomate ––. Emma, te llamo cuándo este sola.

–– Uy, yo no estaría nunca sola con esos dos hermanos rondando por ahí.

–– Venga, adiós.

Le colgué porque ya no sabía cómo ponerme.

Aidan me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, al igual que Alec.

–– Tu amiga es genial. Da muy buenos consejos. Yo soy tú y la escucho.



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En el texto hay: new adult, romance

Editado: 31.05.2018

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