Capítulo 7

Hoy era el primer día de clases. Estaba echa un manojo de nervios mientras esperaba a que Aidan me viniese a buscar. Metí una libreta en mi mochila para que fuese mi nuevo compañero de curso. Estaba tan acostumbrada a mis profesores de la universidad que no sabía si me gustaría la manera en que estos profesores, impartirían sus clases. También cargaba con la bolsa para asistir al gimnasio después de las clases. Aidan me había dicho que la llevase y la dejase en su coche, así que hoy también sería mi primer día en las clases de defensa personal. Aidan se había encargado de hablar con su compañero y profesor de esa clase.

Tan pronto un reluciente Rang Rover de color negro e impoluto se detuvo delante de mí, elevé la vista para encontrar a un sonriente y relajado Aidan.

–– Buenos días, Sara. Espero que estés preparada para tu nueva aventura –– saludó Aidan.

–– Buenos días. Pues si te soy sincera, estoy un poco nerviosa.

Me abroché el cinturón de seguridad y me puse las gafas de sol para observar a Aidan de reojo. Estaba muy guapo, con unos jeans y una camisa azul celeste con triángulos pequeños de color negro. Se había afeitado y me sorprendió ver lo guapo que estaba. Parecía más joven sin su barba del verano.

–– Creo que tendrás frio con solo ese vestido –– dijo mientras me señalaba la chaqueta que tenía en el asiento de detrás.

–– Hace calor todavía. ¿Y como te afeitaste la barba? Creí que a las chicas les gustaba más los chicos con barba.

–– Quería cambiar un poco de estilo –– me miró de reojo ––. ¿Por qué, no te gusta?

Me encogí de hombros.

–– Las barbas me parecen sexys. En realidad, me gusta que me rasque, pero cuándo ya está voluminosa. Cuando crece, rasca demasiado.

–– Está bien conocer los gustos de una extranjera –– detuvo el coche en un semáforo y aprovechó para mirarme directamente ––. Hoy vas a conocer a Susana –– su voz se tensó un poco al mencionar su nombre ––. No es una chica muy agradable y menos ahora cuándo cree que tenemos algo juntos.

Alcé ambas cejas.

–– ¿Por qué cree eso?

–– Alguien le dijo que bailamos acaramelados en la fiesta del otro día. Por los comentarios de la gente no te preocupes, si yo digo que no hay nada entre nosotros, lo creerán, pero Susana es muy celosa y no está muy bien de la cabeza.

–– Veo que eliges con mucho esmero a las mujeres de tu vida –– aparté la vista de su cara en cuanto el semáforo se puso en verde.

Aidan siguió conduciendo.

–– Susana es uno de los muchos errores con los que cargo, Sara. No me des la misma charla que mi hermana, por favor. No aguantaría otra más –– dijo con voz cansada.

–– Está bien. Si ella se pone en plan chica mala, la ignoro. Y si escucho comentarios sobre ti y sobre mí, los ignoraré también.

Crucé las piernas y apoyé el codo en la ventanilla.

–– ¿Qué le has hecho a esa chica? ¿le pusiste los cuernos? –– pregunté. A ver si al menos me contaba algo.

Sacudió la cabeza,

–– La cosa no va por ahí. Susana nunca ha sido mi novia.

Apretó la mandíbula y volvió a parar el siguiente paso de peatones. Alison tenía razón, su hermano conducía muy bien.

–– Pero os habéis acostado –– afirmé.

El echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

–– Sí.

Decidí preguntar más.

–– ¿Con Alec también? El primer día que salí de fiesta con mi prima. Susana estaba allí, junto con otra chica y otros tres chicos. Alec le dijo algo sobre que no le había mandado un mensaje a tu hermana por algo que había pasado.

Aidan abrió los ojos y me miró con cara seria.

–– Alec no puede ni ver a Susana. Ellos nunca se acostaron, pero créeme si te digo que a Susana le encantaría hacer un sándwich de hermanos, como tu amiga Emma, comentó.

Me puse un poco colorada por el recuerdo de la burrada que había dicho mi mejor amiga.

–– ¿No le da mal rollo? No sé. Sois hermanos, es como si es os estuvieseis acostando juntos –– puse cara de asco.