Cuando te enamores de mí

CAPÍTULO 3

LIANA

Ella quita con una mano las sábanas que cubren su cuerpo y descubro que se trata de una de las chicas que saludó en el restaurante. La reconozco por la falda larga y el pequeño top que está usando. No puedo ver su rostro, pero sé que es rubia. Ella sostiene un momento la cabeza, pero luego la deja caer sobre la cama. Uno segundos después, ya no se mueve. Parece que ha vuelto a quedarse dormida.

Cierro la puerta y cuando lo hago, experimento una extraña sensación de vacío en mi pecho. Es su novia o alguien con quien tiene una "estrecha" relación de confianza.

¿A quién engañamos?

Debo llamar a Zoe, solo ella puede decirme qué clase de relación pueden tener este par.

—¡Tigger!

No, el apodo ahora no.

Camino de regreso al comedor, encuentro a Theo con una jarra de jugo. Me mira sonriente y me invita a tomar asiento. Lo hago y coloco los codos sobre la mesa, sosteniendo mi mentón entre mis manos. Miro hacia en frente sin decir una sola palabra mientras Theo sirve dos vasos llenos de jugo.

—Estás muy callada.

Suspiro.

—No, solo que mi saliva es sagrada, ¿sabes? No quiero gastarla ahora.

Theo sonríe, pero yo no puedo hacer lo mismo.

Vamos, Liana, no seas estúpida. No debes sentirme mal porque Theo tenga novia y ella esté durmiendo en su habitación. Has venido a Procida a pasar unas lindas vacaciones, no a sentirte mal por ese tipo de romanticismos.

¿Romanticismos?

Pero si a mi no me interesa Theo.

Solo habrá que verlo.

Lo miro.

Es hermoso.

Carajo.

Tomo el vaso de jugo y bebo un poco el contenido. No sabe mal, así que lo tomo en un solo trago.

—Tus maletas no han llegado. Creo que fue mala idea dejarlas en un auto.

—No tardarán — digo seria.

Luego, me coloco de pie y camino hacia el sofá. Me desplomo sobre este. Mis piernas cuelgan de uno los brazos del mueble.

—¿No te importa perder toda tu ropa? —me cuestiona Theo. Aún sigue sentado en la silla del comedor.

Miro mis uñas, como si me importara muy poco lo que acaba de decir.

—Dije que seguro no tardarán.

—¿Qué ocurre? ¿Estás enfadada conmigo?

—Claro que no, ¿por qué habría de estarlo? Solo estoy cansada por el viaje.

—Pues ve a descansar a mi habitación.

¿Y dormir con tu novia? No gracias. Sobre esa cama, nunca. Dios sabe qué cosas habrán hecho ahí.

—No, aquí estoy bien.

—Anda, descansarás mejor.

—He dicho que no.

Theo inclina la cabeza hacia atrás y emite un bufido.

Liana, ser una mujer madura no está saliendo como querías.

Dile la verdad.

Pero sutilmente...

—Hay una tipa en tu habitación.

¿Y si mejor cambiabas tipa por chica, cabeza hueca?

—¿Tipa?

Me arrepiento al instante de haber dicho eso.

—Hay una mujer durmiendo en tu habitación — miro hacia el techo, mis mejillas empiezan a sentirse calientes—. Creo que puede incomodarle mi presencia — tomo un cojín y lo coloco en mi cabeza—. Dormiré aquí, además este sofá es muy cómodo y  calentito — finjo estar roncando.

Como los ronquidos de papá, esos siempre se oyen creíbles.

El gato ronrón.

Y la locomotora descompuesta.

Esos son infaltables.

Y el silbido al final, un clásico.

Con ahogamiento incluido, la cerecita.

—Liana...

Escucho la voz de Theo. Me acomodo de costado y finjo seguir durmiendo.

—Estoy muy cansada, ¿por qué no vas a dormir con tu novia?

—¿Hablas cuando duermes?

—Solo cuando me interrumpen, shhh, ya iba a soñar con Jacob Elordi.

Theo quita el cojín de mi cara. Trato de taparme, pero finalmente giro y abro solo un ojo.

—¿Así es como tratas a tu invitada? —cuestiono, ofendida.

Verlo desde arriba es aún mejor que verlo frente a frente.

¿Puedo robarme tus pestañas, Theo?

—Dijiste que alguien está en mi habitación.

—Sí, una rubia.

Él asiente un par de veces y luego se tapa los labios para contener una risa.

¿Se está burlando de mí?

—Vale, ¿y por eso no quieres dormir en mi cama?

—¿Debería querer dormir con una desconocida?

Theo camina hacia el pasillo, mientras lo hace me acomodo en el sofá y vuelvo a sentarme. Lo veo ingresar a su habitación y cerrar la puerta.

Genial, esto va de mal a peor.

Miro hacia la ventana y decido apoyarme en los bordes de esta. Me concentro en ver la estrecha calle bajo de mí. Al fondo de esta, se ve un pequeño parque y mucho más allá los reflejos del sol cayendo sobre el mar. Me concentro en esa imagen un buen tiempo hasta que escucho los pasos de alguien tras de mí. Giro y encuentro a Theo junto a una rubia de cabello ensortijado muy largo, tanto que le cubre los pechos y parte de abdomen. Su cara es un poco alargada, tiene ojos verdes y un lunar arriba de la boca. Es muy bonita.

—Oh, por Dios — dice ella al verme—. ¿Ella es tu hermanita menor, Theo?

—Ehmmm... —murmura.

La rubia se acerca a mí con una gran sonrisa, me toma por sorpresa cuando me atrae hacia ella para darme un abrazo fuerte. Me quedo inmóvil y sin saber qué decir.

—Mi nombre es Korina, soy amiga de tu hermano. Bueno, de hecho soy su vecina y amiga. 

—Theo no es mi hermano, es...

—Es mi prima — interviene Theo.

Iba a decir "un estúpido".

Ella gira hacia Theo para asentir y luego vuelve hacia mí. Me aprietas las mejillas y luego toca mi cabello.

—Eres tan linda, pareces una muñeca de porcelana, ¿cómo te llamas?

—Liana — respondo seca.

Ella arruga la nariz mientras sonríe y luego camina hacia Theo. Coloca las manos en sus hombros y revuelve los rizos de la parte trasera de su cabeza.




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