Cuando te encontré

Capítulo 1

Tome la ultima tostada con mantequilla que quedaba en el plato para empezar a deleitar el magnifico sabor, bebí el café que quedaba y mire la hora. Escupí el contenido que estaba reteniendo en mi boca. Joder, faltan cinco para la clase de ciencias.

 

Agarre el morral, el abrigo y las llaves ya que nadie estaba en casa. Salí como alma que lleva el diablo y no me fije que alguien también iba en mi dirección, chocamos haciendo que tirara todas mis pertenencias.

 

  —¡Genial! Que gran día tengo— Alce las manos al cielo y me dispuse a recoger los cuadernos que tenia regados.

 

 —Oye Juls, hoy estamos mas torpes que nunca ¿eh?— Alce mi mirada para el idiota que había dicho eso y no era más ni menos que mi vecino Cristopher. Siempre con su carismática, (por no decir que estúpida y bien blanquecina) sonrisa. Chasqueo la lengua, para que me pusiera de pie —Se que soy muy guapo pero no te me tienes que arrodillar pequeña, aun no me quiero casar.

 

 —Ay callate Cris ¿Que acaso una sola vez puedes pensar por tu cerebro y no por tus músculos?— Pregunté y me puse de pie. Alise mi falda que se había arrugado y me acomode los mechones castaños rebeldes. Me fije que hoy el llevaba su uniforme de fútbol y sonreí —Con razón, es que hoy vas a entrenar.

 

Nego con la cabeza —No, pero a las chicas les enciende que lo use, entonces iré a la cacería— alzo las cejas en modo coqueteo, provocando que volteara los ojos lo que causo unas risas de parte suya —Pues obvio pequeña torpe, ¿Aunque sabés?— hizo un gesto con su mano en modo pensativo —Aún con un costal de papas les encanto.

 

Quedamos un rato más hablando hasta que se me vino la clase a la mente y me despedí de él, no sin antes jurarle que iba a verlo jugar el viernes.

 

En el camino recordé que tenia una rara amistad con Cris. Nos conocimos cuando me mude al vecindario a los catorce años y él en ese entonces tenia dieciséis pero desde que empezamos a hablar sentimos muy buena química. Eso yace tres años. No podía negarlo, él era un chico muy guapo. Estatura de 1.90, cabello castaño claro, ojos avellana y unas pecas que le hacían  relucir su blanca piel, y sin contar su ya tan desarrollado cuerpo.

 

No había que quitar que asi como era de guapo era de mujeriego. Cada semana se le veía con una diferente. Por eso nunca se me cruzo en la mente tener nada con él y menos me lo había propuesto, siempre fue una hermandad.

 

Esfume esos pensamientos cuando observe que ya estaba llegando, mire el reloj y ya llevaba quince minutos de retraso, salí dispara con mis cosas y tuve que rogarle al vigilante que me dejara pasar.

 

Por correr otra vez no me fije y choque con alguien en la puerta del aula.

 

 —¿Hoy es el día de los carros chocones o que?— Me levante apresuradamente y fije esa mirada con aquella persona también. —¿Eres tú?— dije asombrada.

 

 —Si, soy yo.



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En el texto hay: humor, amor, humor amor

Editado: 27.06.2024

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