Me sentía aterrada, atrapada en una de esas pesadillas donde tienes que correr a toda velocidad, pero todo se hace más lento y tus piernas no responden. No encontraba a Oliver en ninguna parte y eso me preocupaba, me preocupaba porque de una manera u otra, él siempre estaba conmigo.
-Cassandra - una voz me sobresaltó, cuando intenté encontrar al dueño de la voz sólo me encontré a mí misma dando vueltas entre historias hechas pedazos-. Cassandra.
Tenía al niño frente a mí, herido y con la mirada vacía.
Abrí los ojos un poco asustada para darme cuenta que estaba en mi habitación y lo único que tenía frente a mí era la computadora con wattpad abierto. Cuando despegué la cara del computador podía sentir la forma de las teclas casi impresas en mi mejilla lo cual impedían moverla como comúnmente lo hacía, pues me era molesto.
Pude notar que mi corazón estaba algo acelerado no sería para menos, aquel sueño había sido algo extraño. No por el hecho de que Oliv estuviera ahí, pues si bien él y todo su mundo sólo eran producto de mi imaginación para una de mis historias, era muy común verlo en mis sueños, más bien era extraño verlo herido y con la mirada perdida.
Cuando mis ojos adormilados se acostumbraron a la luz que lograba entrar a pesar de la cortina, pude notar que de hecho me había despertado con el tiempo suficiente para que mi madre no sospechara o se diera cuenta de que ni siquiera había tocado la cama en toda la noche.
Mi cabeza volvió a caer de manera brusca sobre el teclado y soplé un mechón de mi cabello que me estaba haciendo cosquillas en la nariz. Sabía que no podía darme el lujo de seguir durmiendo, ni en el teclado o en la cama, si llegábamos a salir tarde de casa por mi culpa, no sólo mi madre estaría enojada, estaría furiosa, hirviendo de furia, con ojos desprendiendo llamas, tomaría forma de un troll de los valles de Murler destruyendo todo a su paso y me haría caldo humano.
Con una sonrisa ante aquel pensamiento, logré enderezar mi espalda y al tocar la silla pude notar que me ardía de dolor, posiblemente por la posición que había tenido por horas.
-Caca de vaca -fue la ofensa que se me ocurrió en ese momento para intentar explicar lo que sentía-. Eres patética, Cassandra.
Repliqué aquello sin muchas ganas y haciendo la cabeza a un lado para ver el vestido que me esperaba sobre la cama, era una tela simple y suave color naranja que mi madre me había comprado especialmente para este día: la reunión familiar que hacían cada año (aunque en realidad, no toda la vida, sólo los últimos años cuando se enteraron que la abuela estaba enferma).
Intente quitarme la pereza y fui directamente al baño para abrir la llave del agua caliente y un poco la de la fría, para que se comenzara a llenar la bañera. Cuando me levante y vi mi cara en el espejo me quede un rato observándome. Mis ojeras hacían ver a mis ojos horriblemente hundidos, mi abuela intentaba animarme diciéndome que eran pequeños tarritos de miel, pero sólo lograba hacerme sentir como comida para osos. Mi cabello casi con vida propia, con rizos enredados y esponjados. Por último, las pequeñas espinillas que también parecían tener reunión familiar en mi frente y en la barbilla. Siempre había intentado aprender a maquillarme y aunque a esta altura de la vida no lo hacía tan mal, siempre terminaba en delineador, mascara para las pestañas y algo de labial.
Después de un rato de hacer muecas ante el espejo y cómo debería posar para las fotos familiares, me di cuenta de lo vergonzoso que era y me imagine a alguien observándome, lo cual un rato después me incomodó.
Intentando quitarme aquel pensamiento de la cabeza negué rápidamente, como intentado sacarlo con el movimiento. Mi giré antes de seguir divagando y me incliné para cerrar las llaves, pero justo antes levantarme, algo dentro del agua llamó mi atención. Parecía un líquido oscuro que provenía del tapón, aunque a medida que se iba expandiendo el agua no lo hacía más claro, parecía casi tinta. Lo primero que se me ocurrió fue empujar bien el tapón para que dejara de fluir y decirle a mi madre, porque seguramente ella tendría una respuesta a eso.
Arremangué mi playera y poco a poco metí la mano. Justo cuando mi mano pareció intervenir en aquel líquido, algunas burbujas salieron del tapón y creí que el agua ya se estaba yendo o algo así por no ajustarlo bien, pero lo siguiente nunca me lo hubiera esperado.
Algo con forma de mano humana salió de la bañera y logró tomar mi cabello, antes de siquiera poder gritar sumergió toda mi cabeza en la bañera y lo único que logre fue desperdiciar el oxígeno que tenía haciendo burbujas dentro del agua.
Aquella cosa forcejeaba conmigo intentando adentrarme más, no podía ver nada por todo el movimiento, sólo colores verdosos y borrosos, de un momento a otro me soltó haciendo que cayera de espaldas sobre el suelo del baño y rápidamente me impulsé con las manos hasta quedar de espaldas contra la pared.
Mi respiración, mi corazón, mi mente, todo mi ser parecía estar acelerado. No podía ni siquiera pasar la saliva, parecía que el temor había cerrado mi garganta totalmente, porque, aunque quería gritar, no podía. Sentía que de un momento a otro el corazón dejaría de latirme. Mis manos estaban temblorosas y de pronto me sentí débil, con la vista borrosa.
Mis ojos se sintieron pesados, suponía que estaba a nada de desmayarme y justo cuando la fuerza se me fue totalmente pude ver a Oliver inclinado frente a mí. Después nada, todo era negro.
A decir verdad, no sé cuánto estuve inconsciente, pero cuando mis ojos se abrieron poco a poco, pude notar que ya no estaba en el baño, sino en mi cama. Las imágenes de la bañera regresaron a mi mente como rayos e hicieron que me sobresaltara.
- ¡Mamá! -fue lo primero que salió de mi boca-. ¡Madre!
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Editado: 12.07.2020