Llegamos al presente. En mi cabeza están las palabras que fueron impresas en papel por la mano de aquella que aún considero mi amada, las cuales fueron memorizadas en unas cuantas horas, mientras la oscuridad de la noche se hacía más notable y todo signo de esperanza desaparecía, haciendo que solo quede la sequedad de mis malos pensamientos. Mientras tanto, siento miradas despectivas a mi alrededor, de esas que te penetran tan profundamente que te sientes la villana de una historia; esas que se quedan grabadas en tu mente y tiemblas cada vez que las recuerdas. La única diferencia es que yo estoy sola, con aquella carta. Pasan tantas cosas en mi interior, todo es un total desastre donde soy incapaz de ver belleza, las sombras me acechan y las palabras de Tania, aún con su significado, abruman a cada una de mis neuronas, provocando en mí el deseo de que todas ellas mueran.
No entiendo por qué en un cuarto vacío hay tantos fantasmas que me hacen sentir despreciada, con cada pedazo de tiempo llegan más y más, tatuados con mis miedos y arrepentimientos. Estoy en un juzgado donde la culpable soy yo y las víctimas son aquellos que fueron testigos de mis acciones.
Estoy tan cansada... Si tuviera un deseo volvería mi mente en un lienzo que está totalmente en blanco.
Han pasado un par de minutos, el peso hace que mi cuerpo ya no sea capaz de sostener mi mente, estoy mareada, es parecido al sentimiento que llega al intoxicarse con alcohol. Veo cómo mis manos tiemblan, mi boca pronuncia fuertemente el nombre de mi madre con la última gota de cordura que me queda: "MADRE". Ella llega corriendo con una cara de preocupación que no es capaz de sostener. Mi cuerpo entra en shock mientras mamá está sosteniendo mi mano, toma su celular y torpemente llama a una ambulancia. No puedo evitar quedarme inconsciente, todo se vuelve negro, ya no hay pensamientos ni fantasmas a mi alrededor, la distopía aparenta no ser tan horrible.
No sé cuántos días, horas o minutos han pasado, mis sentidos están fallando, solo puedo observar cómo una persona de vestimenta blanca me habla mientras que con una pequeña linterna revisa mis ojos. No quiero despertar aún, así que finjo seguir inconsciente... En mí solo ronda un pensamiento: cuánto quisiera que todo terminara, no porque no haya disfrutado, sino porque no puedo devolver el tiempo y corregir aquello que no hice por temor. Si así fuera, todos nos quedaríamos una y otra vez en el pasado resolviendo las situaciones, y si es así, ¿algo cambiaría? O aunque lo corrijamos una y mil veces, ¿sería el mismo resultado? Claro, eso no es un consuelo, pero tal vez, solo tal vez, una realidad.
Siento cómo algo cálido toca mi mano, sé de inmediato que es aquella persona, que a pesar de todo, siempre estuvo allí. Me arrepentí de inmediato de querer desaparecer, pues no podría estar al lado de quien más me necesita, el ángel que solo por mí lo dejó todo: a su esposo e hijo, para que yo pudiera ser feliz. Instantáneamente aquellos tiempos volvieron.
Editado: 15.11.2024