El día terminó, al salir nuestros caminos se separaron: yo por la izquierda y ella por la derecha. Pero aún dándonos la espalda, la sentía tan cerca de mí. Tal vez... solo tal vez mi corazón ya la había aceptado.
El camino se sintió mágico. Estaba en los primeros días de primavera y los árboles de caltapa habían florecido, tornando el paisaje de un blanco tenue. Respiré profundo; la alegría que sentí hizo que mis ojos se aguaran. Miré el cielo y sus numerosas nubes de todas las formas y tamaños. Había una en especial que me llamó la atención: parecía una estrella. Desde ese día, cada vez que la noche se acercaba y veía la luna y las luces titilantes a su alrededor, Tania aparecía en mi mente. Mientras la nube se desvanecía en el aire, llegué a mi hogar.
Mi madre ya había llegado. Su rostro se iluminó al verme, parecía que había llorado; tenía los ojos y la cara un poco rojos. No me di cuenta de que ya habían pasado dos horas desde mi salida. No dijimos nada, solo nos quedamos entrelazando nuestros brazos en el cuerpo de la otra. Pero aún así, fue lo más bello que escuché proveniente de la persona que me dio a luz: un silencio que mostraba preocupación y cariño.
Al separarnos, fui a mi habitación, tomé mi teléfono y había un mensaje de un número desconocido.
-Hola, no sé si te acuerdes de mí. Soy Tania.
¿Cómo podría olvidarla? Desde que la vi por primera vez, no dejé de pensar en ella ni por tan solo un segundo. Mi mano temblaba. ¿Qué debía responderle? Tal vez un simple "hola" o un "buenas tardes". ¿Debía ser formal o no? Borre aquel mensaje un millón de veces.
-Hola, sí me acuerdo de ti.
En un par de segundos, escuché una notificación.
-Gracias por recordarme, y... ¿Cómo estás?
Intuitivamente respondí rápido. Creía que todo aquello solo era un pensamiento, pero este se reflejó en aquel texto.
-¿Cómo sería capaz de olvidarte?
Al leer el mensaje que había escrito, la vergüenza se apoderó de mí. Debí decir que estaba bien y preguntarle cómo se encontraba. Estaba a punto de eliminarlo, pero... ella ya lo había visto.
Pasaron un par de minutos y Tania no respondió. Yo, para romper aquel hielo, procedí a escribir.
-Yo estoy muy bien, y... ¿Cómo estás tú?
Aquel mensaje funcionó y Tania rápidamente me envió otro mensaje.
-Bien. Estela, ¿podrías reunirte mañana? Ya sabes, para empezar el trabajo.
-Claro.- ese fue el último mensaje que intercambiamos ese día.
Aquel número desconocido tomo letras y sentido, siendo el nombre de mi amada: 'Tania 🌠'.
Supe que era verdad todo lo que decían: el amor es lo más bello que existe. Pero... cuando intentas separarte, duele más que una bala en el corazón. Si aquel proyectil atraviesa tu pecho, mueres al instante, pero el desamor te deja la herida abierta. Por eso, nunca me alejaré de mi chica de pelo castaño.
La oscuridad de la noche se asomaba y las estrellas en el techo de mi habitación empezaban a brillar. Deseaba que el día siguiente llegara rápido para volver a ver a Tania. Me acosté sobre mi cama y cerré mis ojos en un intento por lograr dormir, pero la euforia no dejaba que mi cuerpo entrara en un profundo sueño. Di vueltas sobre mis sábanas, pero entre más tiempo pasaba, las ansias aumentaban.
Editado: 15.11.2024