Cuando todo acabe, te seguiré esperando

Acércate

El alba se asomaba y mis ojos, que no fueron capaces de conciliar el sueño, se abrieron perezosamente mientras la alarma me avisaba de que ya era hora de prepararme para ir a estudiar. Aun con mi cuerpo cansado y con ojeras, estaba feliz de que pronto podría ver a Tania. Así, con la última gota de energía, me dirigí a la ducha. El agua caía y con jabón líquido en mis manos, toqué suave y dulcemente mi cuerpo, pasando por mis hombros y bajando por cada centímetro de mi piel. Mi mente lujuriosa tenía la imagen del cuerpo desnudo de mi amada, entrando así en mi museo imaginario favorito. Ella no era solo arte, sino que iba más allá de eso, siendo sus labios, senos, cintura, pelvis y cada uno de sus poros capaces de transmitir sensualidad y ternura.

Terminé de prepararme y procedí a dirigirme al colegio. A lo lejos vi cómo Tania estaba entrando y me pregunté: "¿A qué horas nos reuniremos hoy?" Con valentía corrí y llegué a donde estaba la chica. Suavemente le di un pequeño toque en la espalda y ella volteó. Al verme, su rostro tornó una sonrisa genuina e inevitablemente yo también sonreí. Absorta en sus labios le pregunté, con un leve tartamudeo:

-"Ho... hola Tania, me... me preguntaba ¿a qué horas vamos a encontrarnos?"

El timbre que indicaba que ya era hora de entrar a clase sonó.

-¡Hola Estela! Cla... Claro ¿te parece si salimos al receso y hablamos bien?

-Sí... sí.

Una de las amigas de Tania, Camila, se acercó para apresurarla.

-Está... está bien Estela.

Lo último que vi fue cómo estaba corriendo junto a Camila y me veía con una mirada que me  desnudaba .

Grité eufórica "estaré en el salón 7-B".

Mi cuerpo estaba libre de toda pesadez, mi ropa parecía inexistente y mi mente consumida en sus ojos. Leo, quien es mi mejor amigo, se acercó.

-¿Estela?

-¡Ay! Hola.

Procedí a reírme con alivio.

-Me asustaste, Leo.

-¿Qué te ocurre, Estela?

-Na... nada - dije.

Leo giró mi cara y me observó detenidamente. La seguridad que mostraba me hizo saber que ya lo había descubierto todo.

-Está bien, Estela. Cuando estés preparada, puedes venir a mí.

Leo se fue lentamente con sus manos en los bolsillos, a su alrededor el viento y las hojas se movían tocando una melodía calmada y segura.

La primera hora de clases parecía que nunca iba a acabar. Estaba ansiosa de que el receso empezara. Me sentía como un infante en plena Navidad esperando su regalo.  Como si fuera un milagro, la campana sonó. Mi pulso estaba acelerado y mi estómago revuelto. Me quedé unos 3 minutos intentando calmarme y respirando profundamente.

Salí al receso y escuché cómo una voz proveniente de la dulzura me llamaba.

-¡Estela!

Era Tania.

Como solíamos hacer, nos saludamos brevemente y acordamos que a la salida iríamos al parque, para iniciar la historia . Las dos hablábamos con torpeza y nuestros rostros parecían a punto de explotar. No sabía qué decir ni qué podía hacer. Lo único de lo que estaba segura es que quería permanecer allí el resto de mi vida.

Tania tomó mi mano y empezamos a correr. En ese momento, el viento parecía un torbellino. Mi cabello, que estaba sujeto con una liga, quedó suelto y las flores blancas cayeron a nuestro alrededor. Los pájaros se escuchaban más melodiosos de lo habitual y las mariposas monarca volaban majestuosas y elegantes. Mi corazón y mente estaban alineados y en paz.

 




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