Cuando todo acabe, te seguiré esperando

Nada es lo que parece

El trance en el que me encontraba terminó al escuchar una alarma: "código azul, código azul en la habitación 223". Mis ojos se abrieron con asombro y a través de una abertura que dejaba la puerta, vi cómo doctores y enfermeras corrían. ¿Todo fue solo una pesadilla?

-"¡Estela!" madre me abrazó más fuerte que nunca, mientras lloraba descontroladamente. No sé qué desató tal emoción, pero solo procedo a darle caricias en su espalda en forma de consuelo. 

-No sabes lo preocupada que estaba, eres lo único que tengo.

Una extraña culpabilidad recorre mi cuerpo.

-Perdóname mamá, en serio, discúlpame por todo.

-Te amo Estela.

-Yo te amo aún más, Mamá.

Madre aparenta estar más calmada, sus lágrimas cesaron y su postura se tornó relajada. ¿Ya todo había acabado? No sé si sea el momento o solo está ocultando su verdadero sentir, pero... Tengo una pregunta.

-¿Cuánto tiempo ha pasado?

-Solo... solo un par de horas. - dijo con la voz entrecortada.

Quiero dejar descansar a Madre. Volteo mi rostro y veo aquella ventana a mi derecha que deja un paisaje idílico, lleno de árboles de catalpa que me hacen recordar a mi chica. Como una ilusión, las flores blancas empiezan a caer. Siento a Tania a mi lado, casi puedo apreciar cómo sus manos acarician mi rostro y sus labios tocan mi frente. Su aroma se extiende por toda la habitación, ese toque a lavanda mezclado con un dulce aroma a uvas. Espero... que mis ojos también puedan verla, ¿verdad? ¿Cuánto más debo esperar?

Estoy desesperada, no logro ver a mi chica de pelo castaño por ningún lado. Puedo sentirla, olerla, hasta escucho su dulce voz llamándome. ¿Por qué no aparece?

-Mamá, ¿Dónde está Tania?

Madre intenta no derramar lágrimas y verse fuerte. Es inútil, su rostro es un libro abierto.

-Hija, Tania está muerta.

No deseo eso, prefiero que una daga atraviese mi pecho y desgarre lentamente cada una de mis entrañas mientras aún sigo consciente. No puedo aceptarlo... No quiero aceptarlo.

-Mamá, no, esto no puede ser verdad. Si es así, entonces ¿por qué puedo olerla? ¿Por qué la siento a mi lado? ¿Por qué el mundo me tortura de esta forma?

Madre aparta la vista de mí.

-Estela, a veces la mente te hace creer lo que tu corazón desea, pero que lo anheles no lo hace realidad. Si todo lo que quisiéramos fuera verdad, el mundo dejaría de existir, siendo solo otra parte de un cielo desconocido e incierto.

Pare unos segundos, tratando de ingerir lo que madre me había dicho.

-¿Por qué no podemos vivir en el cielo?

-Si toda la vida se basara en una fantasía, ¿la valoraríamos? No se extraña lo que nunca tuvimos, ni se valora lo suficiente lo que no puede perderse.

Aquellas gotas saladas que pasan por mi rostro queman y secan mi interior hasta convertirme en ceniza. No quiero volver a pensar que mi amada falleció.

-¡ME NIEGO!

-Ta... Tania no puede estar muerta, no puede, no... por favor dime... Dime que es mentira, así... solo sea un intento para consolarme.

-Estela, puedes engañarte todo lo que desees, pero yo no quiero que vivas una mentira toda tu vida. Al final se destruirá y acabará contigo. Puedo abrazarte, tomarte de la mano, escucharte, poner mis zapatos frente a ti e intentar entenderte, puedes llorar todo lo que necesites, gritar, hasta reírte de la tragedia, pero no me pidas que mienta.

-Entonces puedes decirme ¿por qué tuvo que ser Tania? ¿Por qué no fui yo? Ella no merecía morir.

-¿Y tú mereces morir, Estela?

-No sé, ¿tal vez? Yo no fui capaz de hacer nada, eso... ¿no me hace culpable?

-¿Podías hacer algo?

-No lo sé.

Un silencio aturdidor llenó la habitación, madre se levantó y fue directo a su bolso, de allí saco un cofre de madera...con una sonrisa me entrego aquel tesoro... Las palabras se quedaron en el olvido mientras madre abandonaba la habitación.

 




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