Cuando todo acabe, te seguiré esperando

El baúl de los recuerdos

Aquel cofre de madera está tallado con torpeza, con el nombre que llena cada milímetro de mi interior: 'Tania'. Me quedo contemplando cada detalle de aquel majestuoso tesoro, siendo perfecto con sus espinas y destrozos.

Pasaron un par de minutos y abrí aquel rústico trozo de madera. Adentro, escondido en un rincón, hay un papel arrugado, sucio y aparenta estar a punto de destruirse. En él puedo ver la desesperación y agonía, aún viendo la alegría o tristeza del resto de objetos, me llama solo aquel pedazo de enojo y melancolía. Despliego aquel fragmento.

"Desaparece:
Aborrezco ver tu cara, levantarme cada día y callar mi mirada, soportar tus golpes y la tortura de tus palabras que no se van contigo y permanecen con constancia. No en forma de hematomas y cortaduras que me desgarran, sino como cuchillas que no se limitan a torturar mis agallas. Temor de usar tu lenguaje y actuar con la perversidad con la que me tratas, siendo solo un saco de carne para que te desahogues. Quiero olvidarte y que este infierno se acabe, teniendo el miedo no solo de que tú me apagues, sino que mi cordura llegue a desplomarse. Por eso, vete antes de enloquecer, porque tus 'te amo' se quedan en el vacío, para hacerme desfallecer."

Con la franqueza de sus palabras y la brusquedad de su letra, sé a quién va dirigido tan denigrante poema: a ese ser que siempre trató de devastar todo a su paso y lo logró, la madre de Tania, "Adhara". Aun me acuerdo de la llamada con Tania, en ese entonces el caos tomaba la vida de mi amada y ella siempre lo abrazaba con una sonrisa.

Habían pasado 5 minutos desde que Tania se había ido, aún podía escuchar los gritos, pero algo distinto sucedió: un estruendo proveniente de una botella rompiéndose resonó, el llanto profundo y feroz de Tania podía escucharse a kilómetros de distancia. "¡Adhara,para!" pronunció una voz desconocida, era gruesa e invasiva, "¡Tania vete!" Los pasos que daba eran fuertes y se oyó como la puerta fue tirada con reciedumbre.

-No es mi culpa, no es mi culpa- se repetía una y otra vez mientras su voz se ahogaba y tosía ferozmente.

Mis latidos se aceleraban, el enojo que sentía se convertía en preocupación y odio. En ese momento... Solo deseaba abrazar a Tania.

-¡Tania, abre la puerta! - los intentos de forzar la entrada eran evidentes al escuchar cómo sacudía y tocaba.

-¡Adhara, ya es suficiente!- pronunció la voz profunda mientras parecía que intentaba detener las acciones maliciosas de la madre de Tania.

Me enteré de que mi amada había tomado el celular, su respiración se escuchaba cada vez más cerca y agitada.

-Perdóname, Estel, no quería que vieras esa parte de mi vida.

Tania colgó la llamada. Intenté que me contestara y por el resto de la noche le mandé mensajes. Pero como si fueran invisibles ante sus ojos, nunca tuvieron respuesta. "Tania, ¿qué pasó?" "¿Estás bien?" "¿Quieres hablar?" "¿Necesitas ayuda?"

Al día siguiente no vi a mi chica, pregunté por ella y no había ido a clases. Pensé que al día siguiente iría, pero... ya había pasado una semana. Mi mente no dejaba de pensar en ella y empezó a catastrofizar: "¿Si le pasó algo? ¿Me odiará?" Ninguno de sus amigos sabía y la agonía permanecía. ¿Cómo una persona puede desaparecer sin dejar rastro?  Sin ella, el mundo era frío y desolado. 

Temía perderla y que todo lo que estaba construyendo dejara este mundo maltrecho. Ella lo cambió todo, la felicidad tomaba su nombre prestado, mi vida ya no me pertenecía desde el primer día que vi a mi chica. Sin ella, solo respiro porque es ,era y será, aquel sentido, mi corazón tomó su forma y yo dejé de existir para ser parte de su todo.

 




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