Estaba hipnotizada mientras veía su rostro. Tania puso su mano en mi barbilla, y cada uno de sus actos mostraba seducción y astucia.
-¿Puedo besarte, Estela?
Asentí, sus labios se acercaban y tocaron los míos, nuestras lenguas se volvían amantes y los objetos eran testigos de la obscenidad. Me separé; no creí que aquello fuese correcto.
-Tania, esto no está bien.
-¿Por qué no? ¿Acaso... entendí mal?
Había esperado ese momento por un largo tiempo, ya nos habíamos besado e incluso creí estar lista, pero aun así, el miedo me atrapó. No era fácil realizar un acto que va en contra de las creencias de tu entorno, y menos si es algo que amas. Pensar en confirmar la relación me llenaba de dudas, por que sabía que no era sueño.
-No es eso, ¿si nos descubren?
-Seremos felices con la libertad de ser quienes realmente somos.
El silencio permaneció durante unos segundos.
-No creo que mi padre acepte esto, Tania.
-Si alguien no acepta lo que amas, ¿merece estar a tu lado? ¿Acaso la única que está sumida en esto, soy yo?
-No, Tania... yo te amo, más de lo que nunca lo he hecho, desearía pasar cada minuto de mi vida contigo. Pero no es tan simple.
Mi amada volteó su rostro y caminó hacia la ventana.
-Estela, no te obligaré a estar en una situación de la cual no te sientas preparada. Pero... recuerda que el tiempo no es infinito, por ello tú decides con quién o qué hacer con este.
Un estruendo invadió la casa.
-Tania, ¿Dónde está esa malcriada?
Se oían los tacones al dar cada paso con furia y rencor, con el tiempo se acercaban más. Volteé a ver a Tania y vi cómo sus ojos estaban perdidos y aguados; sus manos tapaban sus oídos, y empezó a repetirse una y otra vez "No es mi culpa..." se balanceaba de un lado a otro y su voz transpiraba y temblaba. Se tocaba el pecho y se sumergió en un llanto parecido al de una madre al perder a su hijo amado. No sabía qué debía hacer; mi mente estaba en la catástrofe, pero mi cuerpo se dirigió hacia ella y la tomo en un fuerte abrazo.
-No me sueltes, por favor, nunca.
Adhara golpeó la puerta mientras de su boca solo salían palabras que difamaban y denigraban a mi amada.
No pude soportarlo más.
-Ya váyase, no ves que solo está haciendo mal.
Se escuchó cómo se alejaba, pero eso empeoró a Tania.
-No, no, no, otra vez no, por favor.
-¿Qué pasa, Tania?
-No, no, no, ya... Ya va... Va a marcarme no otra vez no..., máteme, prefiero eso, por favor ten piedad de mí, ESTELA, te lo pido. Estaba totalmente neurótica.
Me agarraba ferozmente de las prendas, mientras cada vez estaba más agitada, haciendo que quedara inconsciente.
-TANIA... DESPIERTA... Tania... mi chica no respondía. Mi corazón dejaba este mundo. Quería decirle que me besara otra vez, que fuera mía; ya no me importaban mis padres, si la tenía a ella, todo iba a estar bien.
Lo único que hice fue llamar al 911.
-Hola, esta línea es del 911; recuerde que hacer llamadas de bromas es un delito [...].
-Ho... Hola, mi amada, digo mi amiga, acaba de desmayarse y no despierta, por favor... se los suplico, vengan.
Mi pecho era un agujero negro que expulsaba todo sentimiento de felicidad y dicha, atrayendo como un imán toda la melancolía y angustia.
En un par de minutos, se escuchó cómo patrullas rodeaban la casa; cortésmente tocaron... se escuchaba una plática lejana e indescifrable, me asomé por la ventana, una mujer de vestimenta negra me vio e hizo una señal con su mano. No entendí, pero al ver a Tania aún yaciendo inconsciente en el suelo, la miré con lágrimas y un rostro suplicante. La chica dio una señal. El hombre que estaba charlando con Adhara la apartó y entró.
-Ay, ¿Qué haces? Invades propiedad privada, lárguense. Adhara estaba histérica; empezó a tumbar objetos, pero de un momento a otro, la sonoridad dejó esta partícula del universo.
"Toc, Toc" se escuchó cómo alguien llamó a la puerta.
-Ya todo está bien, pueden salir.
Abrí aquel pedazo de madera, aquella mujer que vi antes estaba frente a mí; era alta y sus ojos de un verde flamante.
Editado: 15.11.2024