Me senté en aquel sofá beige.
La conversación fluyó en preguntas y respuestas, muchas de las cuales era incapaz de conocer. Salí de tal interrogatorio, afuera mi hermano me esperaba y madre estaba de espaldas hablando con alguien ligeramente mayor que ella. Era un hombre con una voz grave y una apariencia sumisa. Su mirada se fijó en mí, vi cómo le daba un pequeño aviso a madre y esta volteó.
-Estela, cariño, ven acá -me abrazó sin signo de desconfianza.
Mi hermano era indiferente, solo estaba en su celular jugando.
-Hija, Tania está en cuidados intensivos y quiere verte.
Me sentí aliviada, sin dudar acepté y fui a la habitación donde estaba mi amada, junto a madre.
Estaba frente a la habitación 79, y al entrar vi a mi chica.
-Estela -dijo Tania con una sonrisa a punto de desplomarse.
-¿Cómo estás, Tania?
-Sabes que siempre estoy bien, no te preocupes por mí -la falsedad en tales palabras se notaba en esa cara hinchada que había dejado el llanto.
-Hija, me voy, ahora vengo por ti -se alejó mientras uno de sus ojos se cerraba levemente.
Me acerqué a la camilla donde descansaba mi chica de pelo castaño, ella señaló una esquina para que pudiera tomar asiento.
-Perdóname en serio -Tania repitió unas 10 veces.
-No debes disculparte por lo que sientes. ¿Quieres hablar de lo que pasó?
Las emociones volvieron a fluir con la tristeza profunda de sus ojos.
-Es que... Todo es muy difícil. A veces desearía que todo simplemente acabara y que mi mundo fuera perfecto... Pero así intente ocultar o evitar lo que detesto, vuelve en forma de recuerdos y actitudes... todo se repetir.
No sabía qué decir, por ello solo la miré y tomé su mano. Podía hablar mil horas y yo la escucharía.
-Intento ser feliz, que todos vean que todo está bien. Al final, todo se basa en apariencias. Nadie se acerca a un ser inestable y queda renovado. Muchas veces todos se alejan porque no desean sufrir a costa de otros. Y ¿si no deseo estar sola? ¿Cómo podría mostrar lo que en realidad mi corazón demuestra? -un suspiro trascendió.
Al fin se estaba abriendo, tal vez era por la situación, pero no me importaba el motivo solo quería que se desahogara y confiara en mi.
-Mi vida ya es una completa agonía. Lo único que me queda es fingir donde nadie sabe de mi caos. Así tal vez... solo tal vez la mentira pueda convertirse en realidad, así sea por pocos minutos.
Respiré profundamente.
-La vida es un caos, no te diré lo contrario ,Tania. Los monstruos del sufrimiento nos atormentan con las angustias y problemas. No puedo asegurarte que todo va a estar bien, pero sí que voy a escucharte y estar a tu lado. Si le temes a la soledad, repúdiala mientras estás conmigo o alguien que ames, de lo contrario, sé valiente y vive feliz con ella.
No sé qué causó tanta gracia en mi amada, pero ella empezó a reír ferozmente.
-Estela, a veces siento que no eres real, pero en caso de que lo seas, te advierto que mi vida es una cadena que me arrastra hasta la perdición.
-Tania, mi vida tampoco es perfecta, esta lleno de indecisión. Vuelvo cien veces y tomo actitudes de las cuales me arrepiento. Estoy sumida en la agonía de los errores y la impulsividad. También tengo cadenas, pero si permites que las compartamos, seremos presas de nuestras vidas, pero juntas. Así tal vez podrimos gozar de los pecados y olvidar las penurias.
Tania tenía la cabeza agachada, pensé que estaba sufriendo, pero el llanto que mostraba sus ojos era de alivio.
-Gracias, Estela.
Editado: 15.11.2024