Cuando todo acabe, te seguiré esperando

Aléjate de mi

El corazón ,de George ,podía ser dulce y su mirada, el reflejo del sufrimiento mismo. Pero en mi interior, ni una gota de simpatía surgió. Quería alejarme de ese ser que se dejaba pisotear y cuya atmósfera transmitía las secuelas de una miserable vida, una que no lo dejaba escapar.

Se acercaba a mí y la Estela del pasado me susurraba al oído, recordándome que allí seguía, que así quisiera alejarme, iba a perseguirme, como si fuera la victimaria de un atroz asesinato y la sangre manchara mi nombre, siendo el culpable mi reflejo de meses atrás.

Pero no todo asesino siente culpa, son solo aquellos que tienen alma y no todos la poseen. Y así sucede una y otra vez con todo, quienes tienen pasado y no lo toman como un aprendizaje o no lo perdonan de corazón, sufren, y quienes sí son capaces, pueden ver la esperanza de nuevo y ser más felices que nunca. Al final, siempre hay dos lados de los cuales hay millones de ramas, siendo el centro el camino para llegar a donde quieres, pero también una cuerda que puede desviarte.

En sí, no odiaba a George, detestaba el recuerdo de una Estela vulnerable, que mendigaba por un sendero desconocido, trayendo consigo cadenas que siempre la hundían más en la inmensidad del miedo. Ella dejó marcas de sangre en mi piel y conciencia, marcó todo de sí. Mi peor enemigo es el pasado, uno donde la sombra poseyó mi cuerpo.

Cada vez que recordaba su nombre, tenia una emoción que hacia que perdiera la alegría. George tenia ese poder, uno que hacia mi vida un poco más miserable . Puede no ser culpable de mi sentir, pero al final, muchas veces decidí culparlo, ello era más simple que aceptar mi propio desastre.

Pero todo esto es solo una pieza más de un enorme rompecabezas, uno al que aún le faltan piezas.

En aquella conversación con Tania, me di cuenta de las heridas que no había sanado. Deseaba poder coser con aguja e hilo el sufrimiento y aunque deje cicatriz, mi corazón tal vez ya no sienta el ardor que dejan los roces.

Lo más duro de una decisión que puede cambiar tu vida es comenzar, y aún no sabía qué camino tomar.

-Tania, ¿Qué se hace para sanar una herida?

Mi chica de pelo castaño, siempre me hacia sentir mejor, a veces sus respuestas divagaban, pero de cierta forma las entendía.

-Estela, todas las heridas, sean físicas o provenientes del alma, tienen similitud: deben cuidarse y no seguir infringiendo daño. Pero es más difícil de curar cuando vienen de la mente. Por ello, muchas veces preferimos el dolor corporal a la tortura emocional. El monstruo siempre se muestra gigante y nos llena de sufrimiento. Convertir las pesadillas en solo recuerdos vagos, que un día estuvieron allí y aun pensando en ellos mil veces, no ardan, es el resultado de sanar el corazón y una de las claves para detener la tormenta.

Me llenaba de paz escuchar su voz cuando hablaba con inspiración, allí sentía que los pájaros se posaban sobre su hombro y las mariposas volaban a su alrededor.

-¿Acaso, sabes los secretos para ser feliz, Tania? ¿Cómo puedes tener una vida así y sonreír con honestidad?

-No, porque es algo que se siente o no se siente, y cada uno debe buscar la guía que llene su corazón. No podría decir que hagas algo en específico o que actúes de acuerdo a normas, solo que busques lo que llene tu corazón y te dejes llevar por la paz y armonía. La alegría es algo cambiante, Estela. Yo pasé de sentirme grandiosa siempre al estar fuera de casa, a encontrar una emoción que me reconforta y me hace sentir como en una nube en plena primavera, donde el sol no quema y las flores crecen en el cielo. Eso pasó cuando te conocí. La clave de la felicidad es haberte conocido. Ahora encuentra el tuyo.

Quería darle una respuesta que nunca fuera a olvidar. Me acerqué y tomé su rostro suave y cálido en deseo, vi sus ojos que me llenaban y acaricié su larga cabellera, toqué sus labios y acerqué mi cuerpo de tal forma que era capaz de sentir todo el calor que desprendía su piel. La besé como nunca, siendo silencioso y duradero. Allí nos quedamos tumbadas en el césped, abrazadas y sintiendo los latidos apacibles de la otra. No me cansaría de escuchar su corazón, esa era mi melodía favorita.




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